Saeros se puso muy contento al enterarse de que iban a aceptar el trato, aunque omitieron que Lurtz Viper les estaría buscando. Quizá por esa razón cuando dieron órdenes a Saeros de ir cerca del hogar del alcalde con varios de sus piratas se mostró contrariado. Wander esperaba que el primer oficial hubiera cumplido.
El alcalde de Follhim le estaba haciendo esperar más tiempo del que hubiera esperado. No había indicios de que estuvieran informados sobre la traición de Wander hacia Lurtz en la capital. Lo mejor en todo caso era andarse con cuidado. Hasta ese punto le habían tratado con respeto y como merece uno de los soldados de Corgia.
Uno de los soldados salió al fin en su busca luciendo el blasón de la ciudad, el lobo de Calathra en la vela de un navío sobre un escudo rojo. «Eso espero, que consigamos salir cagando leches de aquí con un barco», pensó Wander siguiendo al soldado hacia la pequeña sala de audiencias del alcalde. Wander conocía poco sobre él. Supuso que sería como la mayoría de los hombres al mando de Lurtz, un viejo veterano que ya había dado mucho por la patria y que ahora disfrutaba de su merecido premio. Wander no pudo estar más equivocado.
—Bienvenido, Wander —le saludó el alcalde poniéndose en pie. Necesitó realizar un buen esfuerzo, ya que su barriga hizo que se complicara. Al lograr erguirse, la luz del sol que entraba por la ventana se reflejó en su calva evidenciando uno pocos pelos largos que quedaban—. No esperaba a uno de los soldados de Corgia en este humilde puerto.
Conociendo el odio de Lurtz hacia los elfos y como eran tratados en la región, Wander decidió inventar algo más creíble que les permitiera convencerlo para lograr echarse a la mar en dirección a Aerilon.
—Me han encomendado una misión muy importante —Wander inhaló mucho aire para inflar bien el pecho y así parecer más relevante—. Las costas calathrenas están siendo amenazadas por bestias marinas. Lurtz me ha enviado a darles fin.
El alcalde se acarició la perilla evidenciando todavía más las zonas donde faltaba bello. Wander temió por un segundo que no fuera a conseguir su objetivo.
—Para ello necesitas un barco —evidenció el alcalde mirando de arriba a abajo a Wander—. Es muy peligroso navegar en las condiciones que se presenta el mar.
—Por eso he venido a verle. Un hombre de su categoría podrá permitir que tome un barco requisado.
—¿Qué barco?
—Aquel que se encuentra al final del muelle y que cuidáis con tanto esmero.
Cataratas de sudor se precipitaron por la piel desnuda de la cabeza del alcalde. Entrecerró los ojos y comenzó un baile agitando sus pies que inquietó a Wander.
—Ese es un barco pirata. Hay que estar loco para querer ese barco.
—Soy consciente —afirmó Wander forzando una voz autoritaria—. He engañado a esos piratas y me ayudarán a matar a esas bestias. Cuando hayamos terminado serán arrestados por la guardia a su cargo.
Las últimas palabras encendieron un brillo en los ojos del alcalde que derivaron en una sonrisa malévola. «Lo tengo en el bote», celebró Wander en su mente sin mover ni un músculo.
—No podría esperar menos de uno de los soldados más reputados de la capital. Lurtz te ha entrenado bien. —El alcalde caminó hacia Wander dando fuertes pisadas con una mano en la espada y la otra levantando el dedo índice—. Un gran plan, sin duda y ofrecerme a esos villanos ha sido la guinda que ha terminado de decorar la actuación. ¡Si señor! Casi consigues que caiga en la trampa.
Wander rompió su trance que le mantenía entero a pesar de los nervios causados por la incertidumbre. Miró extrañado al alcalde y su respiración se aceleró. Intentó engañarse pensando que no estaba ocurriendo lo que había temido desde el principio. Los dos soldados enormes que le agarraron por cada brazo desde la retaguardia confirmaron sus sospechas.
—Os llevo vigilando desde que llegasteis a Follhim —confesó el alcalde que seguía paseando por la habitación—. Los mensajeros llegaron una hora antes que vosotros y en cuanto me informaron de que habíais llegado puse a mis mejores espías para no perderos la pista. Traicionar a Calathra y aliarse con piratas no es propio de ti, pero tranquilo… Te enviaremos de vuelta a Corgia en cuanto cojamos a la sacerdotisa y a la elfa que están fuera esperando que salgas.
Jamás pudo imaginar que el alcalde fuera tan inteligente y mucho menos que no hubiera colgado carteles de se busca para dejar el libre albedrío inalterado de Wander y sus acompañantes. Ahora sus planes estaban descubiertos y supuso que era el fin.
—Bien jugado —reconoció Wander sacudiendo su cabeza para intentar deshacerse de las gotas de sudor—. Lurtz te dará una gran recompensa.
—Es justo lo que espero —El alcalde estaba disfrutando de lo lindo—. Supongo que debería agradecerte que me lo hayas puesto tan fácil. Si hubiera salido a buscarte casi seguro que habrías escapado. Lo siento Wander… O no, no lo siento. Llevadlo al calabozo del fuerte y avisad al Puño de Sangre.
Los dos guardias arrastraron a Wander hacia la salida. Su situación era compleja, pero en su mente solo había espacio para Phillia y Aluna. Wander no iba a permitir que las cogieran, así que se revolvió, se encogió para zafarse y consiguió que le soltaran los tipos. Después de propinar un fuerte gancho al soldado de su izquierda se giró buscando al de la derecha, solo que este le sorprendió con un fuerte rodillazo en el abdomen.
Editado: 15.11.2024