La edad de las bestias

Capítulo 52 - El poder de una Lë’ar (Phillia)

Junto a la reina llegaron cerca de dieciséis elfos más, entre los que se contaban guardias, los que portaban las enormes telas que ocultaban a la Lë’ar y una pequeña comitiva. Pese a que había pocos guerreros, Phillia arrastró despacio a Wander y a Aluna unos pasos hacia atrás, alejándose del monumento y de la pintoresca escena.

La recién llegada monarca había agarrado del brazo con fuerza a Shiron y lo estaba forzando a seguirla hasta situarse frente al monumento. Era imposible captar qué era lo que le estaba diciendo, aunque a juzgar por lo aireados que eran sus gestos debía seguir reprendiendo a su hijo.

—Es mejor que nos mantengamos al margen —comentó cuando encontró el lugar ideal para poder ver todo lo que ocurría manteniendo una distancia segura—. Con suerte se olvidarán de nosotros y podremos huir.

Wander, liberado de la mano de Phillia, empezó a estirarse y a inclinarse hacia los lados. La actitud del chico hizo que su corazón se acelerase y que los músculos de su mano recibieran estímulos para golpearle.

—¿Se puede saber que estás haciendo?

—Quiero ver que es eso de la Lë’ar.

Phillia le agarró del hombro y le forzó a permanecer a su lado. El chico protestó, pero a la sacerdotisa le importaba poco. La promesa del elfo sobre asesinarlos acababa de coger fuerza con la llegada de la Reina. Era evidente que para la monarca la presencia de humanos en ese lugar era cuanto menos una blasfemia. La actitud esquiva de Aluna demostraba que estaba en lo cierto.

—Una Lë’ar es una criatura unida a los dioses —comentó Aluna en voz baja. Sus ojos iban cambiando de manera compulsiva entre todos los elfos, como si estuviera estudiando a todos los presentes.

—¿Qué quieres decir con unida a los dioses? —preguntó con curiosidad Phillia envolviendo con los brazos a la elfa e intentando transmitirle tranquilidad.

—Siempre se ha dicho que Rymtarr tenía predilección por algunas de las criaturas de la creación. —Aluna se acurrucó entre los brazos de Phillia y cerró los ojos—. Se supone que algunas de ellas recibieron parte de su poder y con ello una capacidad para establecer un vínculo con lo divino.

Wander, ignorando la petición de Phillia y tras escuchar la explicación de Aluna, retomó de nuevo su intento fútil de descubrir que forma tenía esa criatura. Los elfos estaban siendo muy cuidadosos al intentar ocultarla.

—¿Qué aspecto tiene? —quiso saber Wander—. Si salimos con vida puede que necesitemos una para encontrar pistas sobre los antiguos dioses. Está claro que la han traído por una razón.

—No lo sé —respondió ella con sinceridad dando un largo suspiro—. Hasta donde sé, hacía cientos de años que no se encontraba ninguna por Aerilon. Podría ser cualquier cosa.

Phillia trató de imaginar como podría ser una criatura que había sido tocada por Rymtarr. La diosa creadora de la vida amaba a todas las criaturas, de modo que la afirmación de Aluna podía estar alineada con sus conocimientos. Lo que escapaba a su control era el cadáver de la diosa Azien. Puso todas sus fuerzas en ignorar por un momento el golpe que había significado para ella una noticia de semejante magnitud. No obstante, ella era la primera en saber que tarde o temprano volvería a caer sobre ella como una avalancha. Y como era de esperar, ese momento había llegado.

Le dolía cada centímetro de su cuerpo y sus fuerzas eran las justas para mantenerse en pie. Todavía seguía recuperándose tras ejecutar sus hechizos de sanación y sus heridas no eran de ayuda. Sus párpados pesaban más de la cuenta y su cabeza poco a poco se fue inclinando hacia abajo. El olor de la humedad del ambiente era apenas imperceptible y las gotas de sudor y sangre habías dejado de molestarle. Sus brazos y sus piernas temblaron y no se dio cuenta de que Aluna empezaba a escaparse de sus brazos. Todo a su alrededor perdió importancia y se desplomó, o lo habría hecho de no haber sido porque unos brazos fuertes la sostuvieron.

—Siéntate aquí —susurró Wander con cariño acompañando a Phillia hasta una de las columnas y depositándola con toda la delicadeza que pudo—. Este templo ha sido demasiado para ti. En todos los sentidos. Descansa.

Dio varias cabezadas hasta que al fin logró mantener de nuevo su cabeza quieta. Las heridas de Wander provocadas por Shiron liberaban auténticos goterones de sangre. A pesar de ello el joven la sonreía con el pómulo abierto y amoratado. En sus ojos se podía leer el arrepentimiento.

—Sea como sea moriremos aquí, ¿no? —Wander se dejó caer sobre la cara contigua de la columna y se deslizó hasta sentarse junto a Phillia—. Esta misión ha sido un despropósito desde el principio. Primero Jhin y Theron y ahora nosotros.

—Era necesario intentarlo —contrapuso Phillia mirando al grupo de elfos.

Fuera que fuera lo que estuvieran intentando parecía no servir de nada. De vez en cuando se iluminaba la sala con destellos verdosos, pero al finalizar cada uno de ellos todo seguía igual y se escuchaba algún lamento. Aluna no tardó en unirse a ellos, aunque ella se sentó en el suelo y en silencio entre los dos. Al conocerla, Phillia creyó que era una elfa delicada. Después empezó a verla como la mujer fuerte que realmente era. Pero en ese momento le parecía pequeña, frágil y magullada.

—Siento mucho todo esto Aluna —se disculpó Wander—. De saber esto habríamos huido lejos. Siento que te he arrastrado a la muerte.



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En el texto hay: fantasia, aventura, dioses antiguos

Editado: 20.01.2025

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