La Efigie de Espinas

Décima Novena Lección: Reflexión

— ¡Noticias de última hora! La zona este baldía metropolitana fue completamente devastada por lo que se teme que fue la reactivación de un poderoso volcán que se mantuvo dormido durante muchísimo tiempo, mismo que los geólogos parecían ignorar, pues los ha tomado por sorpresa esta noche, cuando de repente, una cantidad impresionante de fuego se avistó el en cielo, seguido de un tremendo terremoto que devastó la zona al por mayor, destrozando los alrededores, matando toda vida vegetal y animal de las cercanías, construyéndose una enorme barrera de tierra alrededor de ésta, liberando también agua a sus costados, desbordando los ríos cercanos, así como triturando la tierra cercana, abriendo enormes grietas. Tiempo después, nuevamente el cielo se vio lleno de fuego, mismo que pareció surgir prácticamente de la nada, manifestado en cuatro enormes bolas ígneas que chocaron contra la chimenea del coloso y ascendieron en múltiples llamas al firmamento, iluminándolo todo —describía asustado el reportero, mostrándose imágenes en la televisión, en cada canal, del terrible suceso que acababa de suceder, al igual que se podía observar personas desalojando sus casas en completo pánico, así como policías y bomberos trataban de tranquilizarlos e ir al lugar a investigar.

— ¡Es el fin del mundo! ¡El Creador conoce nuestros pecados, y ha venido por nosotros! La desaparición de los inocentes fue una señal. Todos vamos a morir, sin excepción —decía un hombre mayor al reportero, completamente efusivo y asustado, aterrando a todos los transeúntes que rezaban cerca de ellos por piedad.

—La policía y los bomberos se han apersonado para ver si la actividad del recién descubierto volcán sigue en pie, si hay gente a los alrededores que salvar, si existe la posibilidad de creer que la ciudad entera está en peligro. Lo único que sabemos es que, sin previo aviso, muchísima gente de la ciudad está evacuando, sobre todo el lado este, que es el más cercano al enorme cerro por donde sucedió todo esto, mismo que se teme es un coloso de magma dormido en realidad —continuaba diciendo el hombre, viéndose numerosos autos que iban hacia la zona de combate donde Rada y Radimir habían peleado, la cual ahora se encontraba en completa paz.

A los alrededores del destrozado bosque, que ahora era un montón de plantas muertas y fango levantado en gigantescas pilas, la gente se reunía curiosa para tomar fotos, cercando el área las autoridades y pidiendo a todos irse del sitio por su seguridad, haciendo caos la mayoría de la gente, tomando fotos y video, haciendo transferencias en vivo sobre lo ocurrido, comenzando a teorizar cosas como que el gobierno oculta un laboratorio o fabrica secreta que seguramente explotó, yendo otros a decir que en realidad se trataron de múltiples ataques de extraterrestres a una base militar oculta, entre otras cosas.

Por su parte, Radimir, Sarutobi y Dolores pasaban entre las personas tranquilamente, puesto eran los tres invisibles, ignorando la gente que siquiera estaban ahí, viendo nerviosa Dolores lo que ocurría, notando que el cataclismo creado no alcanzó en realidad a lastimar la civilización, misma que estaba muy lejos de su casa en realidad, pues ella vivía al lado opuesto de la ciudad.

Pronto, los tres se separarían de la multitud, notando Radimir a su alumna un poco cabizbaja y seria, no haciendo contacto visual con él desde hace rato.

Sarutobi no decía nada, sólo veía la preocupación de su amigo y la cara de mortificación de la chica, suspirando de momento. Por ello, Radimir se detuvo y caminó hacia Dolores, confrontándola.

—Todo estará bien, Doly. Las personas dejarán de largo el tema, no hay nada que temer. En caso lo haya otro usuario cerca, no pueden enfrentarme hasta dentro de una semana. Eso ya te lo había aclarado antes —explicó el mago, no consiguiendo tranquilizar a la joven.

—Entiendo, maestro —replicó temerosa Dolores, provocando seriedad en el adulto.

—Ya veo, estás preocupa por lo que viste —mencionó el hombre, no recibiendo respuesta ni mirada de la adolescente—. Me parece que es un buen momento para que pienses las cosas, Doly. Sé que hemos convivido bastante estos últimos meses y que me has tomado tanto cariño como yo a ti, y creo que te he decepcionado bastante —explicó el hombre, viéndolo finalmente Dolores.

— ¡No! No… es así, maestro. Es sólo que… no lo sé. Me siento extraña… confundida —trató de darse a entender la estudiante, provocando una pequeña sonrisa en el mago.

—Es algo malo que hacemos los humanos: idealizamos a los demás. Nunca debemos construir más de lo que podemos percibir. Hacerlo está mal y termina siendo doloroso descubrir verdades a lo largo de conocer a alguien. A veces, pensamos en una persona como alguien perfecto, como un ídolo a quien dentro le erigimos una figura bella, una efigie de amor… pero la realidad, es que a veces, esas formas sólo nos generan dolor al entender que lo construido no era lo que nosotros idealizamos. Es mejor quedarse con lo que nuestros ojos ven e ir materializando esa imagen poco a poco, hasta tener una idea clara de qué es.

—Está completamente en lo correcto, como siempre, maestro.

—Y, aun así, puedo equivocarme —al decir esto, el hombre se acercó más a su alumna y colocó una de sus manos sobre su hombro, viéndola directo a sus ojos—. No soy perfecto, Dolores. Disto mucho de poder serlo. He cometido muchos errores en el pasado y hecho cosas que considero correctas, mas no morales como tal. He tratado de ser arbitrario, y no siempre puedo. Soy humano, y a veces, hago cosas que me dan placer, cosas que caerían en duda si están bien o mal —confesó el hombre, desviando su vista de la chica, viendo la copa de vino en la que transformó a Rada—. Sí, he tomado vidas en el pasado, porque me base en la lógica y el raciocinio para sentirme un juez y verdugo, cobrando algo que a lo mejor no tenía derecho. Es difícil tener un gran poder como lo es la magia y cargar con esa enorme responsabilidad que conlleva. Yo no lo uso para el bien, sino para lo que creo que es mejor para mí y para los demás. Ese es mi pensar —terminó de decir el hombre, regresando sus ojos al rostro de Dolores, misma que desvió la mirada a su derecha de manera melancólica.




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