DÍAS ANTES.
POV: LEONARDO LOMBARDI
Los monstruos son reales,
Los fantasmas son reales también,
Viven dentro de nosotros y a veces,
Ellos ganan.
Suelto los botones de mi saco mientras salgo del edificio, me dirijo hacia la limusina y le pido a mi chófer que me lleve a casa de mis padres, pacientemente acaricio el rosario en mis dedos mientras espero llegar a casa.
Cuando llego bajo del auto y me adentro a la mansión, las chicas de servicio me informan que mi padre está libre en su oficina y me dirijob hacia allí.
Giro la manija y empujo la puerta adentrándome a la oficina.
—Hola papá —saludo cerrando la puerta detrás de mí.
—Hola hijo —responde con la voz ronca, mientras inhala de su cigarrillo. —. ¿Cómo va lo que te encargue?
—De lo mejor —contesto con cierto orgullo y paso a sentarme frente a él. —. Sólo dime que debo hacer.
Gira sobre su asiento jugando con una navaja entre sus manos mientras mantiene el cigarro en su boca.
—Sorpréndeme Lucifer —dice con una sonrisa malévola. —. Yo no te doy órdenes querido, sólo te pido ayuda cuando la necesito y lo sabes.
—Con gusto papá —asiento con la cabeza. —. He podido ver que es un hombre muy peligroso, de hecho el ruso más poderoso de esa área, de mis planes sólo te puedo decir que los destruiré de adentro y te traeré un imperio construido —le aseguro.
—Puede que sea para ti mismo, ya estoy viejo —murmura apagando el cigarro.
—Pero yerba mala nunca muere —me levanto del asiento y salgo de su despacho.
Salgo apurado de la casa para no encontrarme con mi madre y que me haga un interrogatorio porque no pienso darle detalles, siempre anda preocupada.
Subo a la limusina y saco mi celular.
—Aún tengo una hora por delante, primero vayamos a un lugar, luego al aeropuerto —le digo a mi chófer.
Abro mi mensajería y le escribo a un amigo del negocio, de hecho en el que más confío.
"Me voy a Rusia"
Bajo de la limusina y camino hacia el viejo edificio abandonado, saco mi pistola de mi cintura y disparo al primero que veo, y así lo hago hasta dar con el líder.
—Algún día iba a ser —exclamo apuntándolo. —. Te voy a matar de todos modos, pero quiero un apellido.
—No me he estado metiendo en sus negocios señor —farfulla alzando las manos. —. Se lo juro, usted es intocable señor...
Suelto un disparo que pasa cerca de su oreja.
—Abre tu puta boca y dime algo bueno —ordeno avanzando hacia él.
Tiembla echando hacia atrás mientras mantiene sus manos alzadas.
—Uno, dos...
—¡Ivanov! —grita cerrando los ojos.
Río sarcástico.
—Sirves más de payaso que mafioso, éste negocio es para hombres con pantalones —le sonrío mostrando los dientes y aprieto el gatillo. Soplo la pistola y lo guardo en mi cintura. —. Hay más basura que quitar de mi camino.
Regreso hacia la limusina tal como salí, mediante el camino vuelvo a sacar mi celular, escribo el apellido y lo pongo en mi fondo de pantalla. Siempre tengo a mi objetivo cerca, no me gusta que se me escape de la mente ni un segundo, a menos que ya haya dado por finalizada mi misión.
Bajo de la limusina, tiro mi pistola y mi libreta dentro.
—Ax —me acerco a la ventanilla de mi chófer. —. ¿Recuerdas a Brenda? —él asiente. Saco un cheque de mi bolsillo. —. Entrégale esto, no le des detalles.
—Sí señor.
Asiento con una sonrisa y me despido, con mi saco en mi brazo me adentro al aeropuerto para tomar mi vuelo.
Cuando llegué a Italia no fue difícil organizarme y obtener relacionarme con el señor Ivanov. Gracias a mi amigo pude conseguir hombres de confianza para así poder enfocarme en mi objetivo, la familia Ivanov.
Niego con la cabeza mirando alrededor, si bien decían que los hombres hacen reír a las mujeres, a mi me pasa todo lo contrario. Mis ojos se encuentran con unos ojos cafés sonriendo mientras camina, cuando sus ojos caen en los míos no los aparta, los mantiene fijamente en los míos sin parpadear.
Además de segura tiene coraje y eso me llama la atención. Aparta la mirada y sigue su caminata, me disculpo con la mujer que hablaba y me muevo entre la gente para encontrarme con el señor Ivanov.
Su pequeña Carina es hermosa en persona, pero no hay mucha información de ella, muy extraño aunque considerable, puede ser que la tenga fuera de todo, hasta del alcance de conocerla.
—Es interesante como la tecnología puede conectar personas —murmuro.
—Sí, pero no existe distancia entre objetividad —me dice la pelinegra con mucha seriedad.
Asiento con la cabeza.
—Me gusta.
Ojos cafés se agrega a su familia al regresar, y por lo visto, es los ojos en la cabeza de su padre, puedo jurar que un punto muy débil, sin importar que en los mafiosos el corazón y los sentimientos no cuentan.
Nos alejamos de su familia para hablar en privado, típico en los mafiosos ya de edad avanzada, mantienen fuera a su familia, pero al final, siempre es a lo primero que acude el enemigo.
—Tengo órdenes de matarlo a usted y a su familia, pero quiero hacer las cosas a mi manera, ¿cree que tenga algo que ofrecer para perdonarle la vida?
Él se mantuvo muy serio, no parece sorprendido ni preocupado, tal parece que no es la primera vez que recibe amenazas, es obvio, pero me esperaba otra reacción.
—Creí que íbamos a hacer negocios —comenta tranquilo. —. No me gustan las amenazas, mucho menos que incluyan a mi familia.
—Necesito protegerlo de alguna u otra manera, supongo que conoce al viejo Lombardi.
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Editado: 28.05.2024