La elegida

El castigo Tormentoso

Lenin sostiene mi mano con fuerza mientras corremos, el aire golpea mi rostro fuertemente pero no me detengo.

Caigo de golpe sobre mis rodillas al instante que se escucha un disparo, Lenin. Volteo hacia él y lo veo tirado en el suelo, agonizando por el dolor de su pierna.

-La próxima será para ti mi amor -exclama, aproximándose. Lo sé, porque siento su caminar. -. Dios, sólo ha pasado dos días de que intentas escaparte, sabía que no había sido suficiente.

Me giro hacia Lenin en el suelo, mis rodillas sangran por como caí repentinamente.

-Corre -me pide entre jadeos.

Niego con la cabeza.

-No vale la pena -susurro llorando. -. Éste es mi destino -asimilo.

-¿A dónde ibas amor? -pregunta apuntando a la cabeza de Lenin.

Me lanzo a su cuerpo cubriéndolo con el mío. -Por favor no Leonardo, te lo imploro, por favor no lo hagas, por lo que más quieras.

-Cari mi amor, es que tú no piensas antes de actuar -dice en tono burlón.

Volteo para mirarlo a los ojos mientras me mantengo de espaldas a Lenin.

-Por favor, no más muertos, ya, no vuelvo a escapar, te lo prometo, lo juro -junto mis manos llorando. Él no, Lenin no. -. Por favor Leonardo, haré lo que sea, lo que me pidas, pero no lo mates.

-¿Me obedecerás? -pregunta.

-Lo juro.

Ríe sarcástico.

-Te fue infiel y tú imploras por su vida, ¡que bonito! -claro, él disfruta esto, cuando yo quiero despertar de ésta pesadilla.

-Nada que ver, sólo no lo hagas.

-Ven acá -me pide haciéndome señas con su dedo. -. Ven -ordena.

Me paro con dificultad y me acerco a él, por primera vez me toma gentil del brazo y me coloca a su lado rodeando mis hombros.

-¿Últimas palabras? -pregunta.

Tontamente creí que escucharía mis súplicas, intento soltarme de él pero aprieta mis hombros con fuerza.

-No, por favor no lo hagas, ¡Leonardo!

Aprieta el gatillo soltando el disparo.

-¡LENIN! -grito intentando impulsarme hacia su cuerpo en el suelo pero no me deja. Grito, lloro y pataleo.

Otro. Otro más. Pero éste me duele más, éste termina de arrancarme completamente el corazón, dejando un hueco dentro de mí, un hueco.

Logro zafarme de su agarre y corro hacia el cuerpo de Lenin, lloro sacudiéndolo, mis lagrimas bajan a mi camiseta, arrodillada ante él me quedo ida, mirando su cuerpo sin expresión mientras lágrimas descienden de mis mejillas.

"Soy fuerte mamá"

¿Acaso lo soy?

Lo siento a mi lado y no lo miro.

-Cuánto más difícil hagas esto, más tortuoso será -asegura bajando su pistola.

Aguanto la respiración por un segundo asustada, trato de calmarme porque debo ser fuerte por mí misma, por lo que me espera.

Volteo completamente para verlo a la cara, está acuchillado frente a mí, pero no tan cerca.

-Mírame -le ordeno. -. Acércate y mírame a los ojos. -le pido clavándole la mirada. -. TE ODIO -le digo con rabia al tener sus ojos conectados con los míos.

-Sáquenla de aquí -ordena sin expresión.

Claro, es un monstruo, a él no le duele nada.

Ni siquiera vi cuando llegaron sus hombres, dos de ellos me toman de los brazos y me levantan del suelo, no hago resistencia, no puedo, no estoy en condiciones, otra vez fallé, otra vez murió alguien por mi culpa, murió alguien importante, no un desconocido, eso duele más.

Es mi culpa. Todo es mi culpa.

Cuando llego a casa observo a las chicas con vergüenza, ellas me miran con pena, lástima, cosa que me da rabia.

-Oh por Dios -exclama la morena queriendo acercarse.

-¡NO ME TOQUEN! -grito llorando, seguido subo corriendo a encerrarme, pongo seguro y me desplomo en la cama llorando.

Tengo varios raspones en mis rodillas, ni la tela jean me pudo proteger de lo brusca que caí.

Casi media hora ha pasado y sigo aquí, tirada en la cama tal como antes, sin moverme ni cambiar de posición. Escucho un ruido en la puerta pero no hago nada, tiene seguro, pero escucho unas pisadas, debe ser él.

Mató a mi primer amor, si es que lo era. Nunca sabré que era lo que sentía por él, pues murió, murió salvándome, ¿Qué prueba de amor más grande que esa? Arriesgó su vida por mí.

-Sí, de seguro para limpiar su conciencia por haberte engañado -su voz se escucha cerca, lo siento sentarse al borde de la cama pero no hago ni digo nada.

Rayos, ¿Por qué pensé justo eso en voz alta?

Rompe mis pantalones de abajo hasta mis rodillas, no me inmuto, no hasta que coloca una venda con alcohol, muerdo mi labio inferior con fuerza para no gritar. Soy fuerte-es lo que me repito una y otra vez.

Se acuesta a mi lado jugando con sus dedos mientras me mira.

-Prometiste muchas cosas, amor -besa mi cabeza.

Se levanta de la cama y abandona la habitación. De mí, sólo queda un cuerpo sin alma, ¿Qué es lo peor que le puede pasar a alguien en la vida? No puedo asegurar que me ha pasado lo peor, porque esto sólo puede ser el comienzo de mi infierno.

ALGUNOS DÍAS DESPUÉS.

El hambre me mata, pero me rehusé a salir de la habitación desde ése día, ¿acaso queda algo de mí? He rechazado las visitas de las chicas, también les he tirado todo lo que han traído abriendo con la llave de repuesto.

Pero hoy, ya no lo soporto, sino bajo por algo de comer, me moriré de hambre, quiero morir, pero no sufriendo, deseo una muerte rápida, mi vida no vale nada. Salgo de la habitación luego de haberme dado una ducha caliente, me dirijo a la cocina pero no encuentro nada, no hay nada preparado, y lo entiendo, él no ha vuelto y yo me rehusado a comer.

Me alzo de puntillas intentando alcanzar las gavetas de arriba, estoy mareada, debo preparar algo rápido, siento unos brazos rodear mi cintura y alzarme de golpe.

Me suelto de él cayendo parada nuevamente, en un movimiento rápido le quito su pistola y lo apunto.




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