La elegida

Del miedo nadie está a salvo

Del miedo nadie está a salvo.

Sino podía matar a quien arruinó mi vida por más que pasé la noche entera con un cuchillo en manos y él tan indefenso, entonces ¿de qué mierdas sirvo? ¿para qué sirvo?

Vacío las pastillas en mis manos mientras miro por la ventana, que bonita era mi vida hasta que llegó ése misterioso hombre a arruinarla. Llevo las pastillas a mi boca y levanto la botella de agua para llevarla a mi boca pero alguien tira de mi brazo hacia atrás.

—¿Qué haces? —exclama asustada. Mete sus dedos en mi boca y me saca las pastillas. —. ¿Estás loca? Dios, si al menos no piensas en ti, piensa en que ése tipo nos matará a todos si te pasa algo —farfulla y empieza a golpear mi espalda.

Kenia entra a la cocina y nos mira perpleja.

—¿Qué sucede? —pregunta confundida.

—La encontré cerca de la ventana a punto de tomarse un montón de pastillas —explica Yuri.

—Baja la voz —le pide Kenia acercándose. —. Ven —pasa su brazo por mi espalda y sube conmigo a la habitación.

—Estuvo ahí frente a mí, dormido, indefenso y no me atreví, pudehaberlo matado y acabado con mi pesadilla y no pude —explico llorando.

Ella se sienta a mi lado sobre la cama y rodea mis hombros.

—Porque no eres igual que él, porque a pesar de todo el daño tu corazón sigue siendo puro.

¿Puro? Por favor, mis sentimientos murieron, puedo ayudar pero no significa que pueda llegar a amar a alguien.

—No lo creo.

—¿Cuándo fue eso? —me pregunta.

—El día que salimos.

—Carina, sólo sé tú, demuéstrale que en medio de monstruos hay ángeles, así tocarás una fibra en él, no le demuestres que está ganando, no te convertirá en la misma mierda que él, tú si tienes corazón.

Ella se empeña tanto en la moral y esas cosas, pero Leonardo no tiene conciencia ni corazón.

—Sé que te parecer estúpido pero si él no recibe odio de tu parte, si ve que eres fuerte y que aún existe amor en ti se sorprenderá, se enojará y hasta puede que llegue a sentirse mal.

Me río. No puedo evitarlo.

—¿Sentirse mal?

—Sólo inténtalo, y por favor no intentes nada contra tu vida, pelea en silencio, trata de removerle la conciencia hasta que él mismo sienta la necesidad de dejarte en paz, libre.

—¿Y que pasa con mis papás? Debo permanecer aquí si quiero que vivan y que nadie intente contra ellos —explico. —. Mi vida está arruinada, Kenia, ya lo acepté —me paro de la cama.

—¿Y crees que con esas pastillas vas a sobrevivir? Sí lo disfrutas, pero ¿y luego del efecto? ¿acaso no sientes lo mismo? La misma rabia regresa —insiste.

—No, yo ya no siento nada —aclaro. —. Tengo que satisfacer a mi esposo.

—Estás dejando que él logre su objetivo, volverte alguien fría y peor que él ¿quién sabe?

—Me está entrenando, pues así es la vida en el negocio, a fin de cuentas soy la elegida ¿no? —volteo a verla.

—Sólo te pido que si aparece la oportunidad tómala antes de que él consiga su objetivo —me dice y se marcha de la habitación.

Abro el armario y me cambio, ya no importa nada. Salgo de la habitación y voy a su despacho.

—Hola —saludo cerrando detrás de mí.

Observo alrededor, hay dos estantes de libros, su escritorio y una pequeña mesa a lado de los libros, supongo que es para leer, pero dudo mucho que él lea.

—¿Qué quieres? —pregunta.

Me acerco a su escritorio y lo miro.

—¿Me dejas llamar a mi hermana, pro favor? —pido.

—¿Para? —levanta la cabeza y me mira.

—Desde que me sacaste de mi casa no los veo, es un favor Leonardo.

—Todo tiene un precio —se inclina hacia atrás sobre su asiento.

—Claro, lo sé, de mi esposo no puedo recibir nada gratis —bajo los hombros de mi vestido, estos se quedan en mi ante brazo.

—Cada —se para de su asiento. —. Día. Estás mejor —se coloca frente a mí y sonríe satisfecho mientras empieza a desabotonar su camisa. Me atrae a su cuerpo de golpe. —. No sólo vas a acostumbrarte sino que te gustará que te coja —me besa salvajemente, como si estuviese hambriento de mí.

Si tanto le gusta tenerme, puedo usar eso para obtener algunas cosas que quiero, aunque sé que no podré manipularlo. En cuestión de minutos se arranca la ropa y seguido arranca mi vestido teniéndome expuesta ante él.

—Tócalo —ordena.

Miro hacia abajo y veo mi mano en su abdomen, retiro mi mano pero éste la lleva a su miembro, es grueso y gigante, él sonríe por mi cara, hago lo que me pide mientras pienso en aquellos libros que leí.

Detiene mi mano repentinamente y lo miro a los ojos. —No quiera venirme fuera de ti —dice con la voz melosa. —. Voltéate y apóyate a la mesa —ordena y obedezco.

Se pega de espaldas a mí y juega con su miembro en mi intimidad, jadeo, no puedo tapar mi boca ya que estoy apoyada a la mesa, irrumpe dentro de mí hasta el fondo robándome un gemido.

—Es tan relajante estar aquí —gime moviéndose dentro de mí.

Aumenta sus embestidas haciéndome gritar, sin me suelto caeré por lo que dejo de intentar controlar mis gemidos.

Gimoteo su nombre, siempre logra marearme cuando me toca.

—Leonardo, para —pongo los ojos en blanco jadeando agitada.

—Vente conmigo nena —pide sosteniéndome fuerte de las caderas mientras se hunde dentro de mí.

Mi cuerpo se debilita pero éste me sostiene, me voltea apoyando mi espalda a la mesa, no se hace esperar y me besa.

—¿Otra vez? —pregunto contra sus labios.

—¿Está usted cansada esposa mía? —pregunta y niego con la cabeza.

Suspiro sin que lo note.

[...]

—Hola Mariella —hablo mirando a Leonardo de reojo.

—¡Carina! Te voy a sacar de ahí, ya tengo un plan —me farfulla. —. No sabía como hacértelo saber.

—Oh wow, me alegra, ¿Cómo están papá y mamá? ¿Todo bien entre ellos? —pregunto.




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