La elegida

Obedezco

Obedezco a lo que ella me dice, pero los disparos se siguen escuchando.

—Tranquila y por nada mires por la ventana —me advierte y regresa hacia la puerta,

La escucho hablar con Nikolay, mejor dicho están discutiendo algo. Aprovecho y me acerco a la ventana.

—¡Seguiré matando hasta que te dé la gana de bajar, amor! —empieza a disparar como loco.

Tiene a varias personas en frente y uno a uno los va matando.

Lo sabía.

Corro hacia la puerta pero mi hermana me empuja.

—¡Déjame! Personas están muriendo por mi culpa —grito agitando los brazos.

—No voy a perderte otra vez —dice con seguridad.

—Va a seguir matando, gracias, sabes que te quiero pero no más, yo quiero ir con él —la empujo hacia un lado y corro para bajar las escaleras.

—¡Carina!

Corro hacia la salida sin detenerme hasta no estar frente a él.

—No más, Leonardo, no más, ya por favor, vayámonos a casa ¿sí? —me acerco a él despacio, con miedo a su reacción, me va a matar, me va a matar, sólo eso puedo pensar. —. Vamos —le inclino mi mano.

Éste baja su pistola y toma mi mano, volteo a ver a mi hermana y le sonrío con cariño.

Subimos a la camioneta y nos vamos a casa. Lo dije una vez y es seguro, no tengo escapatoria. Frotando mis manos bajo de la camioneta y entramos a la mansión.

—No vas a lastimar a mi familia ¿verdad? —pregunto a medio camino.

—Tengo un trato con tu padre —me dice sin detenerse.

—Estoy dispuesta a recibir mi castigo —digo caminando a la par de él.

—Sólo no hagas nada estúpido —me espeta y sube las escaleras trotando.

Camino hacia el sofá y me siento allí, estaba dispuesto a seguir matando si no bajaba, ¿Qué le pasa a ése maldito loco conmigo? Subo mis piernas al sofá y me quedo quieta ahí, ¿a quién debía odiar más? ¿a mi padre por entregarme o a él por hacerme sufrir?

—¡Señorita! —Yuri viene corriendo hacia mí y sonrío al ver lo emocionada que ésta por verme.

Cuando está cerca me abraza. —Dios, nos diste un susto, el señor se puso como loco cuando no la encontrábamos en ningún lado, ¿no le hizo nada? —niego con la cabeza. —. Que bueno, estaba tan furioso que creí que le haría mucho daño.

—Yo también creí lo mismo —murmuro.

—Pero ¿Qué fue lo que pasó? —pregunta.

Le explico que fue mi hermana la que lo hizo todo.

—Dios, tu hermana es grandiosa, te sacó en un abrir y cerrar de ojos de aquí sin sospechas ni nada —dice sorprendida.

—Es una Ivanov, una santa diabla —digo riendo.

—Sé que aquí es un infierno para ti, pero me alegra que estés aquí sana y salva —me dice con una sonrisa amplia.

—No pasa nada, entiendo tu punto —toco suavemente su cabeza y subo a mi recámara.

[...]

Y volví a estar en la prisión mansión, pero extrañamente ya no me jodía tanto y no entendía su comportamiento. ¿Qué habrá pasado? Ni idea.

—El señor quiere que le acompañes a un lugar —me avisa Yuri.

—Dile que no tengo ganas de ir a ninguna parte con él, no insistas, dilo así como te he dicho —aclaro y sigo acostada con las piernas cruzadas. Aún me siento mal, odio que me duela una semana antes de venir mi regla, es terrible.

—Levántate y vístete que saldremos —lo escucho mandar desde la puerta.

—No iré a ningún lado —declaro.

—¡No estoy jugando Carina! Mueve tu trasero de esa cama —exclama.

—He dicho que no —digo sin inmutarme.

—Bien —gruñe, me toma del brazo y baja conmigo hasta la sala. —. Recuerda que la vida de las chicas están en tus manos.

—Ujum —murmuro y paso a sentarme en el sofá.

—¡Yuri! —grita.

Ella viene corriendo, él pide que se arrodille y saca su pistola apuntándola.

—Contaré hasta tres para que subas y te cambies —ordena.

—Te ayudaré a contar —me inclino hacia delante y junto mis manos. —. Uno, dos, tres —río. —. ¿Qué pasó amor?

—¡No me jodas Cari!

¿CARI? Me ha dicho Cari, raro.

Miro a Yuri a los ojos para que deje de temblar, muevo mis labios y busco la mirada de mi esposo.

—Mátala —le ordeno. —. Hazlo y ni así me muevo de aquí, mata a quien te de la gana, cuántas personas quieras, recuerda que buscabas moldearme a tu manera, pues ahí lo tienes.

Quita el seguro de la pistola y Yuri suelta un grito del susto.

—Déjala, ya te dije que no voy a ir —sentencio. —. Vete Yuri —le ordeno parándome, ella mira de reojo a Leonardo y se va. —. Tú querías que yo fuera como tú o algo parecido, ahora somos dos personas que no sienten pena, ni nada, y te aseguro que así como estás empeñado en hacer que viva un infierno, pues el infierno será mutuo amor.

—Me estás colmando la paciencia —me toma de la muñeca con fuerza.

—No voy a ir a ninguna parte a menos que me lo pidas como se debe, como tu esposa, ¿me vas a llevar a la fuerza? Adelante —digo volviendo a sentarme.

—¿¡Qué te pasa!? —grita furioso.

—Pasa que ya soy la mujer que querías que fuera, haber ¿a dónde quieres ir cariño? —pregunto tocando debajo de mi cabeza.

Suelta una ligera risa frustrado.

—Amor, ¿me acompañas a algún lugar? ¿Eso esperas que haga?

—Es exactamente lo que esperaba —digo señalándolo con mi dedo. —. Claro amor, ¿Qué tan importante es?

—Muy importante —dice entre dientes con rabia.

Me paro y subo a la recámara, me cambio rápidamente y luego bajo. Éste me mira de pies a cabeza y espero a que diga algo pero no lo hace, visto un sencillo vestido sobre las rodillas, tiene mangas y es de color blanco.

—¿A dónde vamos? No iré si no me dices —advierto.

—Al hospital —tira de mi brazo para avanzar hacia la salida.

—Ey, mucho cuidado, al parecer me necesitas así que compórtate —le digo molesta. Se que de no ser importante no estuviera así de loco ni me aceptaría el repentino comportamiento.




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