La elegida

En las Sombras del Olvido: Entre el Entrenamiento y la Incertidumbre

Por ahora no había nada que se pudiera hacer que esperar, ¿esperar? Eso suena tan ridículo para mí en estos momentos, estoy que no sé ni siquiera quien soy y el doctor ni esperanzas me da, sino todo lo contrario.

¿Cuándo iba a recordar? Puedo estar corriendo peligro y ni idea, ¿habrán casos en los que alguien nunca llegó a recordar?

Frunciendo el ceño llevo mi mano debajo de mi cabeza mientras miro por la ventana distraída.

—Oye, relájate —la voz de la rubia me saca de mis pensamientos. —. No es el fin del mundo y vas a recordar —asegura, tiene más fe que yo.

No puedo hacer mucho, sólo le asiento con una falsa sonrisa que pensé que me saldría como una mueca pero lo he logrado.

Desanimada espero pacientemente que lleguemos a casa, si bien esto que me está pasando es terriblemente desagradable tengo que saber llevarlo, no me queda de otra.

Inmediatamente que la camioneta se detiene frente a la casa, me bajo y me adentro a la casa y subo algo apresurada hacia la habitación que ocupo. No saber quien soy es lo que me tiene al borde de la locura, pero también debo tratar de sobrellevar eso.

Me lanzo a la cama y observo el techo con la mente vacía, casi como siempre.

"Quiero salir de eso, lo necesito, no puedo vivir así"

Tomo un respiro hondo y me siento sobre la cama moviendo mis pies de delante hacia atrás, que aburrida vida, ¿acaso no tendré estudios que continuar? Lo que sea, dudo mucho que mi vida fuera despertar y estar en casa todo el día ¿o sí? Imposible.

Escucho el chillido de la puerta por lo que giro mi cabeza para ver de quien se trata.

—Hola —saluda la castaña con una sonrisa. —. ¿Cómo estás? —pregunta con amabilidad.

Me encojo de hombros. —Pues bien —murmuro.

Ella pasa a sentarse a mi lado sobre la cama, yo me mantengo quieta.

—Sabemos como te sientes, y queremos que sepas que estamos aquí como siempre —asegura.

Quisiera, quisiera poder creer pero ¿Cómo? Si no sé nada de nada y no recuerdo nada de nada.

—Me siento como una bebé que no sabe nada —confieso.

—Lo entiendo —pasa su mano sobre mis hombros. —. Mañana empezarás tu entrenamiento, así que no estarás tan aburrida aquí.

—¿Entrenamiento? —giro mi cabeza para verla a los ojos.

—Sí, te vamos a enseñar a defenderte y a usar armas —explica. —. En cualquier momento pueden atacarnos.

Alcé ambas cejas suspirando, sé a que viene eso.

—Esas cosas de mafia ¿no? —ella asiente. —. ¿Y quién es el enemigo? —pregunto.

—Aparte de muchos, cualquiera.

Wow, sumándole a mi problema también está esto. Si bien no me dijeron mucho al inicio, supongo que eso de mafia viene de nuestras familias y que esto va más allá que un para de jóvenes que quieran ser el héroe.

—Ya veo —murmuro.

[...]

Con un pantalón deportivo y una blusa de tiras negra al igual que el pantalón bajo, ya he desayunado y pues estoy lista para el entrenamiento. Me detengo a unos pasos de la sala al ver a los tres sentados allí, se supone que vamos a entrenar ¿no?

—Ven Car —me anima el moreno y lo obedezco.

A pasos lentos camino hasta ellos y me siento en medio del moreno y la rubia, confundida los miro a los tres uno tras otro.

—Queremos ver que sabes —el moreno me pasa la laptop que tenía sobre sus piernas.

—¿Qué? —inquiero más confundida.

—Tienes los sistemas de seguridad frente a ti, intenta desactivar las cámaras o algo, lo que sea —me dice el moreno, un poco cerca.

Giro mi cabeza de lado para verlo, me brinda una sonrisa y yo sólo junto mis labios en una línea y regreso mis ojos a la laptop. Observo las líneas rojas y toda esa letra de blanco moviéndose, no sé pero se me familiarizan todo eso, sin saber siquiera lo que estoy haciendo empiezo a teclear y la laptop se vuelve como un imán que me jala, no me puedo detener.

Mientras más tecleo, algo en mí va cambiando, como si mi cabeza procesara la información y se topara con que ya la sabía.

—Ah —suelto un jadeo al sentir un dolor en mi cien.

—¿Estás bien? —me preguntan los chicos alarmados.

Continúo hasta que empiezo a sentir dolor en mis cienes, despego mis manos del teclado, cierro mis ojos con fuerza apretando el sofá con fuerza.

—Ten —escucho la voz de la rubia lejana.

Abro los ojos y la veo extendiéndome un vaso de agua, lo tomo casi temblando y llevo el vaso a mis labios, me bebo todo el contenido y le agradezco regresandole el vaso.

Siento como el moreno quita la laptop sobre mis piernas y giro completamente para verlo, aún siento un pequeño dolor. Él busca la mirada de las chicas confundido y luego regresa sus ojos a la pantalla.

—¿Qué sucede? —pregunto confundida y a la vez con algo de preocupación.

—Te preguntaría si se daba mucho eso de los aparatos pero no recuerdas nada —me dice, mirándome como si fuese un bicho raro. —. ¿En serio no recuerdas nada?

Niego con la cabeza frunciendo el ceño, miro a las chicas y éstas están igual de confundidas que yo.

—Entonces no entiendo como bloqueaste las cámaras de seguridad —comenta el moreno robándole un jadeo a las chicas.

—P... pudo haber sido por error, tal vez le dio a algo y pasó —comenta la castaña señalando la laptop.

—Imposible —declara el moreno. —. Es mucho trabajo para que haya sido un error, yo sólo puedo detener las cámaras por unos minutos, no bloquearlas por Dios —exclama pasando su mirada en cada una.

Si ellos no entienden, yo menos.

—Puede que sea el motivo del dolor que te dio, es mejor no hacerte pasar por esto —habla la rubia al fin mirándome con preocupación.

—Bueno —el suspiro del moreno me hace buscarlo con la mirada. —. A entrenar —exclama parándose del sofá, le entrega la laptop a la castaña quien está más cerca de él.

Empieza a avanzar hacia la puerta que nos lleva al jardín y las chicas con la cabeza me incitan a seguirle, asiento aún con la mente confundida y lo sigo. Espero que no sea duro conmigo.




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