La elegida

Entre Recuerdos y Promesas: El Vínculo Que Perdura

Ella sonríe y me deja besarla nuevamente, se acomoda entre mis brazos y me rodea con fuerza pegando su cabeza en mi pecho. Mi corazón me delata al empezar a latir con bastante fuerza.

—Lamento haber hecho que te sintieras así, he estado un poquito ocupado solamente —beso su cabeza. —. No tengo motivos para dejarte, y que hayas perdido la memoria no cambia nada.

—Claro que sí —protesta. —. No recuerdo lo nuestro.

—Pero estoy aquí para crear lindos recuerdos —aseguro, porque los del pasado, quisiera que no los recordaras, pero son tus recuerdos, no quiero quitártelos, tampoco debo ser egoísta. —. ¿Tomaste tus pastillas para el dolor de cabeza? —le pregunto.

Ella no dice nada, y su silencio es mi respuesta.

—Cari —le reclamo.

—No es bueno tomar pastillas así Leonardo —se defiende.

—No pasa nada si tu doctor lo recomienda—aclaro. —. Vamos —me paro de la cama. —. A tomar tus pastillas —tiro de su mano poniéndola de pie.

—¿Y si me la salto sólo por hoy? —insiste.

Me detengo y volteo a verla, llevo mi mano a su mejilla fijando mis ojos en los suyos.

—No quiero que te pongas mal, cuando empieces a recordar puede que tengas fuertes dolores de cabeza, es mejor evitarlas mientras —le explico.

—Está bien —asiente meneando la cabeza.

—Anda —le indico con la cabeza. —. Vamos.

Salimos de la habitación y nos dirigimos hacia la cocina en busca de sus medicamentos.

—Si tienes que trabajar yo lo entiendo, no tienes que quedarte conmigo —comenta apoyándose a la encimera.

—Vine justo para pasar tiempo contigo, no lo estoy haciendo para que no te sientas mal ni por obligación —aclaro sirviendo el agua, se la extiendo y luego las pastillas. —. ¿Te gustaría hacer algo en especial? —pregunto girando para verla a los ojos.

—¿Algo que yo sepa que me guste hacer? —se encoje de hombros, y lleva el vaso a sus labios.

—A ver, primero adiós ese ánimo —tomo el vaso de sus manos y lo dejo sobre la encimera. —. Hagamos algo —la tomo de la mano, y caminamos hacia la sala. —Ya regreso.

La dejo en el sofá y voy por uno de mis laptops, bajo con ello y lo coloco sobre su regazo por lo que ella me mira extrañada.

—Vamos a hacer un experimento —empiezo.

—¿Quieres que rastree algo o que acceda a algún sistema de seguridad? —pregunta volteando a verme completamente.

La miro un poco sorprendido pensando en lo rápido que supo sacar esa conclusión, pero de seguro era por lo que me había dicho Alessia, ya sabía acerca del tema.

—No tanto así, sólo quiero ver lo que puedes hacer —explico. —. El sistema es muy seguro, desde mi despacho puedo impedir la entrada y salida, absolutamente todo está monitoriado.

—Entiendo, bueno, intentaré apagar las luces empezando con algo sencillo —alza sus manos y río. Las posa sobre las teclas y empieza a teclear rápidamente como una profesional, la observo con detenimiento.

—¿Recuerdas como aprendiste eso? —pregunto sin apartar los ojos de sus dedos.

—No, simplemente sentí conexión con ello cuando ellos me dieron una para probarme, ¿sabes de esas líneas de muchísimos números pequeños que se mueven con rapidez? Cuando vi eso, mi cerebro como que empezó a hacer algo similar y mis dedos fueron tocando las teclas exactas —explico.

¿Y si sólo estaba acelerando su proceso de recuperación con esto? ¿Estoy listo para ese momento?

La respuesta es no, aún no, razón por la que necesito más tiempo para pasar junto a ella y completar mi misión.

Las luces de la sala se apagaron regresándome a la realidad.

—Mientras más rápido, menos posibilidades de dejar rastros —voltea a verme a los ojos.

—¿No te parece extraño que puedas hacer esto con tanta profesionalidad cuando has perdido la memoria? —pregunto frunciendo el ceño.

—Pues, la verdad no lo sé, ojalá pudiera recordar así de rápido como manejo ésta cosa —dice disgustada.

"Y ojalá tenga el tiempo suficiente para crearte bonitos recuerdos"

Me cuesta pensar si existe la posibilidad de que me perdones, y la verdad no espero que lo hagas, sólo al menos de alguna manera recompensarlo un poco, sólo un poco.

—¿Dije algo malo? —pregunta sacándome de mis pensamientos.

Niego con la cabeza.

—No —quito la latop sobre su regazo y la cierro. —. Vas a recordar —aseguro tomando su mano.

—¿Y eso te hará feliz? —pregunta pasando un mechón detrás de su oreja con su mano libre.

—Claro que sí —subo mi mano a su mejilla. —. Quiero que seas feliz, sé que no entiendes nada, tampoco espero que lo hagas, sólo quiero que estés bien, que cuentes conmigo y que me digas lo que te molesta, haré lo posible para...

—Confío en ti, Leonardo —dice interrumpiéndome.

"Y no deberías"

—Es raro, pero aunque no recuerde nuestra historia veo tu esfuerzo, sólo que por más que te esfuerces esto no dejará de ser incómodo —junta sus labios en una línea y agacha la cabeza.

Me acomodo sobre el sofá y tomo su rostro entre mis manos centrando su mirada en la mía.

—Lo sé, no tienes que sentirte mal por eso, te lo debo, aunque no lo creas ni lo entiendas ahora, haré lo posible para que te sientas bien y no pienses tanto en tus recuerdos, y cuando lo recuperes, será repentino sin siquiera esperarlo —le digo mirándola fijamente a los ojos.

"Aunque ése momento será mi perdición"

Me inclino y beso su frente levemente.

—¿Qué es lo que haces como mafioso? —pregunta subiendo sus piernas al sofá, se gira y extiende sus piernas sobre mi regazo.

No puedo evitar reír.

—En serio quieres saber eso —arqueo una ceja mirándola divertido.

Asiente. —¿Secuestras mujeres?

—¿Para qué? —pregunto riendo.

—Sólo decía —se encoje de hombros.

—No te daré razones para estar celosa.

Se echa a reír inclinándose hacia atrás.




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