La elegida

Entre el Recuerdo y la Confusión: Un Encuentro Inesperado

La mano de Leonardo está entrelazada a la mía, mientras ambos mantenemos nuestros ojos fijos en la presentación, de alguna manera logro conectar con los bailarines, como si me supiera los pasos a la perfección, extrañamente sé lo que viene, lo que me suele pasar con cosas que me son familiar. Tal vez si algún momento decido bailar sólo para recordar puede que funcione, hay muchas cosas que he hecho que me han producido fugases recuerdos, por lo que podría ser un buen método de recuperación, no puedo estar toda mi vida esperando sin hacer nada a recuperar algo tan valioso que son mis recuerdos.

Miro a Leonardo y está tan concentrado que ni siquiera pestañea, me inclino un poco y le susurro al oído:

—Esto sólo me da ganas de bailar.

Voltea a verme frunciendo el ceño, pero luego sonríe mostrando los dientes.

—Yo no di la idea de hacer esto, es súper aburrido —palmeo su hombro y se queja.

—Es arte con el cuerpo, expresión corporal, puedo decirte muchas cosas con tan sólo movimientos —le explico.

Me pide que me acerque haciéndome señas con la cabeza, me acerco inclinando un poco mi cabeza.

—Eso ya lo sé, y también lo comprobé —sonríe divertido y se acomoda nuevamente.

—No hablaba de eso —mascullo acomodándome en mi lugar.

—Fue lo que entendí —responde serio, regresando su mirada al escenario.

—Pues entendiste mal —aclaro.

Inclina su mano buscando el mío y río, éste tipo es tan raro, pero es mi esposo.

—Esto no es fácil para mí, sostenme fuerte —murmura bajito.

—No exageres —susurro.

Cuando todo termina, Leonardo no se inmuta mientras todos aplauden emocionados y satisfechos, a él le da igual, me esperaba esto de él, a pocos hombres les gustan éste tipo de cosas.

Se para y me estrecha la mano, la acepto y nos dirigimos hacia la salida para abandonar el lugar.

—¿Recordaste algo? —pregunta de repente.

Me detengo y le hago un paso del baile, él niega con la cabeza riendo.

—No me refería a eso pero se te da bien para estar en jeans.

—Soy una bailarina profesional —halago llevando una mano a mi cintura. Frunzo el ceño confundida y él enarca una ceja. —. ¿Soy una bailarina profesional? —pregunto, esas palabras se sintieron reales aunque las dije en broma.

—Tal vez —comenta encogiéndose de hombros. Es extraño que haya tantas cosas que no sepa de mí, ¿o soy yo? —. ¿Sabes? A pesar de lo doloroso que es esto, es divertido, algo cómico que nos está creando más recuerdos, más recuerdos para tu colección cuando recuerdes —me sonríe, pero ésta vez es una sonrisa especial, de esas que vienen del corazón.

Estira su brazo apoderándose de mi cintura, pego mi cuerpo al suyo y paso mi brazo por su espalda.

—¿Leonardo?

Ambos giramos al mismo tiempo en busca de la persona, con mis dedos quito mechones de mis cachetes mirando a la mujer de enfrente, no es desconocida para mí, y mucho menos para Leonardo.

—¿Alessia?

Se acerca y le da un mini abrazo y besa su mejilla, luego me da un beso en la mejilla a mí.

—Que coincidencia —exclama animada. —. Pensé que no eras fans de esas cosas Leo.

"Leo" hasta diminutos usan, hay mucha confianza ¿eh? Miro a Leonardo y él no la mira con tan buena cara, ¿no que son amigos?

"Amigos" a menos que sea desde pequeños me lo creo—aunque puedo hacer una excepción sólo que... con mi esposo no.

—Pero mi esposa sí —Leonardo al fin dice algo, mientras aferra su agarre a mi cintura. —. ¿Tú qué haces aquí? —pregunta fijando sus ojos en los de ella.

—Vine a vencer al estrés.

—No te creo, ¿desde cuándo? De haber sido en un bar, un casino, eso es lo tuyo —suelta mi esposo muy directo.

Al parecer hay más confianza de lo que yo pensaba.

—Lo tuyo también —tira de vuelta la susodicha.

—Lo es —Leonardo gira un poco y yo lo miro. —. ¿Me das cinco minutos?

—Claro... —no me deja siquiera terminar la última letra y me roba un corto beso antes de alejarse con ella.

Los miro avanzar hasta una esquina y yo decido caminar hacia el escenario de curiosa.

POV: LEONARDO

De reojo observo los movimientos de Carina, y luego pongo mi mirada sobre la mujer que tengo en frente.

—¿Me estás siguiendo? —arrojo con arrogancia.

—¿Qué? —espeta.

—Escuchaste bien, ¿me estás siguiendo? —repito acercándome a su rostro.

Ríe sarcásticamente negando la cabeza.

—¿Para? Por favor Leonardo, ¿acaso crees que espero algo de ti? —enarca una ceja mirándome provocativamente.

Suelto una leve carcajada.

—Conociéndote, muriendo porque ya no puedes tenerme ¿o no? —me cruzo de brazos observándola con gracia. —. Pero tú y yo sabemos que es sólo por interés ¿o me equivoco reina de la mafia?

—No te estoy siguiendo Leonardo —se defiende. —. No tengo por qué —intenta marcharse pero la detengo del brazo.

La mantengo en su lugar nuevamente con un leve empujón.

—Ambos sabemos perfectamente que esto no es una coincidencia, me estás dando razones para dudar, y no quiero tener de enemiga a una mujer que ya tuve debajo de mí... —atrapo su mano en el aire al ella intentar abofetearme. —. ¿Dije alguna mentira?

—¿Por qué de la nada desconfías de mí? —reprocha alzando la voz.

—Nunca confié en ti, apareciste de la nada, supiste como iba a encontrar a mi esposa, luego me vienes con que es una máster en sistemas de seguridad, ¿de dónde rayos sacas todo eso? En tampoco tiempo y tan informada, ja, por favor.

Mueve sus ojos de un lado a otro fingiendo confusión.

—Pero... ¡yo sólo quería ayudarte!

—Pues no me ayudes, no me hace falta —volteo buscando a Carina con los ojos, espero que no esté viendo esto, no quiero dar explicaciones. Está en el escenario bailando, frunzo el ceño confundido pero me quedo embelesado al ver lo bien que lo hace, su fina cintura se mueve ligeramente y extiende sus piernas con algo de incomodidad por los jeans.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.