La elegida

El Encuentro Posterior al Recuerdo

Me quedo dentro de la camioneta mientras el hombre que me llevará habla por teléfono averiguando acerca de la dirección de mi hermana.

—Disculpe, ya tengo la dirección —dice montándose.

—Descuide —murmuro sin mirarlo. Apoyo mi brazo a la ventanilla y llevo mi mano a mi cabeza, todo estaba bien hasta que un recuerdo me invade, sacudo la cabeza sacándolo de mi memoria y me concentro en las ganas que tengo de ver a Mariella.

No conozco el camino que veo que el chófer está tomando, pero no digo nada, tal vez mis padres se han mudado, porque recuerdo perfectamente el camino a casa aunque no sé muy bien a donde me llevo a vivir Leonardo.

En medio camino me pregunta si quiere algo de tomar y niego, no quiero nada, si supiera el gran esfuerzo que estoy haciendo por mantenerme de pie, y no derrumbarme, no paro de crearme escenas de cuando vuelva a verlo, ¿cómo reaccionaré? ¿Lo soportaré? ¿Seré capaz de verlo a los ojos y actuar como si nada? Espero que sí.

—Es aquí —dice, mientras estaciona frente a una gran mansión.

Frunzo el ceño confundida, ¿Por qué se habrán mudado? Suspiro sin decir nada y bajo dela camioneta, me acerco al asiento copiloto al ver que pretende bajar.

—Estaré bien —aclaro.

Camino hacia la entrada y toque el timbre, un guardia me abre la puerta, no lo conozco, esto es muy extraño, ¿acaso también cambiaron de hombres?

—Soy la hermana de Mariella —digo pasando. —. No entiendo esto —murmuro mientras avanzo hasta la casa.

Al tocar el timbre una chica me abre, tampoco la conozco, me recibe amablemente y me guía hasta la sala del inmenso lugar, de espaldas veo la cabellera imposible de no reconocer de mi hermana y una sonrisa se asoma en mis labios. No ha cambiado mucho, su porte es el mismo.

—Mariella... —mi voz sale más baja de lo que esperaba.

Ella voltea confundida, su cabellera se mueve cayendo sobre sus hombros, abre los ojos impresionada al verme, tanto que el jarro con flores que tiene en manos resbalan de estas.

—Carina —emite asombrada.

—Ujum —asiento, sonriendo como una niña pequeña.

Brinca el desastre y se acerca a mí, me lanzo a sus brazos a abrazarla con fuerza.

—Te extrañé muchísimo —cierro los ojos con fuerza, siento unas ganas de llorar pero no lo haré.

Ella se aleja de mí y me mira confundida.

—Sí —respondo a su duda. —. Ya recordé —y me estoy arrepintiendo de haber deseado tanto recordar, ojos que no ven, corazón que no siente. —. ¿Dónde está papá y mamá? ¿Por qué ahora viven aquí?

Ella se frisa con mis preguntas, me mira algo desconcertada pero a la vez preocupada. Algo pasa.

—¿Qué sucedió Mariella? —pregunto empezando a asustarme.

Ella no encuentra como abordarme, sólo se queda callada, estancada en sus pensamientos.

—Mariella —insisto tocando su hombro.

—Car —me toma de las manos con una sonrisa. —. Ya no vivo con papá y mamá —me dice en un hilo de voz, mirándome a los ojos preocupada por mi reacción.

—No entiendo —objeto confundida.

—Ven, siéntate —comenta más animada, me toma de la mano y me guía hacia uno de los sofás de la casa.

Antes de regresar al tema llama a una chica que empieza a limpiar el desastre que se hizo.

—¿Te mudaste sola? —pregunto frunciendo el ceño. —. No recuerdo que hayas tenido tantas hombres a tu disposición —comento mirando alrededor, junto mis manos entre mis piernas acomodándome.

—No —contesta, captando mi atención.

Giro el rostro hacia ella para prestarle atención.

—Me casé —suelta.

Mi rostro palidece de la impresión, Mariella ¿casada? Sus ojos no me transmiten lo que quiero ver, de haber sido algo de felicidad me lo habría contado animad, no así.

—¿Con Nikolay? —inquiero temiendo por la respuesta. Y ella no tiene que decirme nada, sus ojos bastan para responderme, no ha sido Nikolay, esa es la razón de esto—. ¿Qué sucedió? —pregunto escaneando sus ojos, sin lograr entender nada, ¿de tanto me perdí por estar sin mis recuerdos?

¿Por qué? ¿Por qué casarse con un hombre que no amaba? Cuando ella siempre fue libre—tal vez no tanto como yo pensaba.

—No se dio —alza los hombros formando una línea con sus labios —resignación. —. Y es lo mejor, no más daño. A ver —se mueve hacia mí y toma una de mis manos. —. Cuéntame, ¿cómo recordaste?

—Se trata de ti —reprocho mirándola mal.

Niega con la cabeza.

—No, más de ti. Estoy bien —asegura, pero no me lo creo, pero también sé que es fuerte, muy fuerte.

—¿Por qué me dejaste con ese desgraciado? —suelto, aceptando cambiar el tema, sino quiere hablarlo lo respetaré.

Suspira hondo y fija sus ojos en un punto de la casa antes de empezara a hablar.

—Su castigo será tenerte que verte a los ojos, sufrirá con tan sólo escuchar tu voz —asegura. —. Lo siento, pero sabía que él no iba a hacerte daño otra vez, y además no te acordabas de mí, ¿y qué mejor castigo que dormir junto al karma y despertar junto a ella?

—Como si él sintiera eso —mofo sarcástica.

Ella sonríe divertida.

—No tienes ni idea, dela nada se puso como loco, está arrepentido.

Apoyo mi brazo al respaldo del sofá y fijo mis ojos en el ventanal del fondo, a través de ella puede ver una piscina detrás.

—Él no sabe que recuperé la memoria —suelto al fin,dejándola sin palabras. —. Está de viaje, y no sé que hacer, sólo estoy pensando en que pagará por todo lo que me hizo.

—Ése no es un buen camino, mira como terminó él, ¿quieres ser así? La venganza sólo trae desgracias, tú no te metas en esas cosas, si quieres que lo mate puedo hacerlo —sonrío.

—Eso no —niego. —. No le diré.

—Sé lo que está pasando por tu cabeza pero ten cuidado, no cruces el límite, ya él está recibiendo su castigo.

Río sonoramente negando con la cabeza, no, él no está recibiendo ningún castigo, eso sólo lo puedo decidir yo.




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