La elegida

Encuentros y Desencuentros

Llevo el aparato a mi oreja y balbuceo varias palabras antes de poder aclarar mi garganta y hablar con naturalidad.

—Hola —murmuro en forma de interrogación.

—¿Carina? Preciosa ¿por qué no contestas el celular? —farfulla, y por más que lo detesto, suena preocupado, lo que me pone a pensar si... ¿en realidad estará arrepentido? ¿Será?

¿Qué estoy haciendo? No debería estar pensando así, él me desgració la vida, ¿Qué me importa que esté arrepentido?

—Oye, linda, ¿estás ahí?

Reacciono pasando mi mano por mi cabeza.

—Sí, es que dejé mi celular en casa está sin batería —farfullo lo primero que se me ocurre. —. ¿Co-cómo va tu viaje? —tartamudeo incómoda.

—Bien, muy pronto estaré en casa —asegura. —. Tú, ¿Cómo estás? ¿Has tenido dolores de cabeza?

Trago grueso, meto una mano dentro del bolsillo trasero de mis jeans y me giro de espaldas al chófer.

—No tanto —respondo—tanto que recordé todo. —. Estoy bien, fui a ver a mi hermana, ahora regresaré a casa, adiós.

—Adiós.

No quiero darle motivos para que sospeche nada, pero sé que debió parecerle extraño mi comportamiento, pero no es tan fácil como decirlo. Me giro de frente hacia el chófer y le entrego el celular, avanzo hasta la camioneta y me monto.

Sino me puedo resistir a una llamada suya, ¿Qué será cuando lo tenga en frente? Dios mío, ¿Qué haré?

El chófer se mantiene concentrado en la ruta, no me mira siquiera por un segundo, y yo sólo me pierdo en el mundo de mis pensamientos, asustada por algo que no sé como manejaré.

Cuando llego a casa, hago lo menos ruido posible para encerrarme en la recámara, me siento de espaldas apoyando mi espalda a la cama, y fijo mi mirada en la pared.

Tú puede Carina, puedes hacerlo.

POV: LEONARDO

Quitando mis lentes de sol bajo de la camioneta, muevo mis ojos de un lugar a otro buscándola, a lo lejos la veo avanzar sonriendo, le sonrío de vuelta al ver que está bien, se ve completa.

Empieza a correr sin dejar de sonreír como una chiquilla y se lanza a mis brazos cuando me alcanza. Le devuelvo el abrazo cariñosamente.

—Pensaste que te dejaría —susurro cerca de su oído.

—Sé que nunca harías eso —dice alejándose. Quita flequillos de su frente con sus dedos mientras conecta sus ojos con los míos.

—¿Vamos a casa? —le propongo.

—¿Ya no quieres que me vaya del país? —pregunta colgándose de mi brazo.

—Ya estás segura —aclaro. Le abro la puerta de la camioneta, la dejo subir y luego hago lo mismo indicándole al chófer que lo ponga en marcha.

—¿Podrías llevarme aunque sea de paseo a Rusia? —pregunta, poniendo sus ojitos de perro abandonado.

—No trates de manipularme —retiro su brazo del mío. —. Haz algo productivo con tu vida, ¿quieres?

—Deja de decirme eso —dice molesta, pone distancia entre no

Otros y se cruza de brazos.

—Como quieras —digo restándole importancia, me encuentro muy preocupado por lo que esté pasando con Carina como para preocuparme por estupideces como esas, ella no cambiará, lo haga o no, no es mi problema y no tengo que ver, pero siempre estaré ahí para salvarle el pellejo siempre que sea necesario, a fin de cuentas, es como mi hermana. Y la quiero.

—¿Me acompañarás a casa de mis padres? —pregunto girando a verla.

—No creo que sea necesario que te acompañe, sólo sé causar problemas —se baja del auto inmediatamente que el chófer se detiene y tira de la puerta un portazo.

Bufo alzando las manos, ésta mujer es incomprensible Dios, debe ser la etapa de la juventud.

—Carajo —mascullo irritado.

Miro por la ventanilla y veo la mansión de mis padres, bajo de la camioneta al chófer estacionarse y me adentro al lugar, no hay muchos cambios, de hecho no ha pasado mucho tiempo desde que me fui, subo los escalones de la entrada de la casa y empujo la puerta hacia dentro para entrar.

—¿Hay alguien en casa? —exclamo avanzando hacia la sala.

Escucho un ruidoso jadeo de impresión y seguido el sonido de un objeto de cristal estamparse contra el suelo, detengo mis pasos abruptamente esperando que quien sea que esté en la cocina salga.

—¿Leonardo? —escucho la voz de mi madre a los lejos. Luego logro ver su silueta acercándose, sonrío y ella agranda su sonrisa, me pierdo en sus ojos tanto que ni siquiera veo cuando esta frente a mí, no hasta que siento sus brazos rodear mi cuello. —. Hijo —arrastra la última vocal mientras vacila conmigo.

—Estoy aquí —beso su nuca sin dejar de abrazarla. Desde que tengo conocimiento, fueron los primeros ojos que me miraron con amor.

Me despega de su cuerpo y me toma de los brazos.

—Sigues igual de fuerte, ¿Qué tan buena es la comida en Rusia? —río por su pregunta.

—Ahí —meneo la cabeza. —. ¿Y mi padre? —pregunto mirando hacia las escaleras.

—¿Ya no recuerdas como es? Ni por más viejo que sea deja de estar buscando hacer nuevos negocios, ¿te vas a quedar? —pregunta entusiasmada, con sus ojos brillando de la emoción.

—Sólo un rato —levanto mis manos para tocar su rostro, y para haber salid de la cocina está muy fría. —. Mañana mismo tomo mi vuelo.

Frunce el ceño mirándome mal, me reprocha con la mirada y sólo med limito a sonreírle.

—¿Qué tipo de visita es esta? De seguro viniste por algo más —me dice enojada.

—No te enojes —beso su mejilla. —. Me quedaré hasta tarde.

—Ven —tira de mi brazo. —. Acompáñame a comer mientras el don decide sin volver a casa, ese viejo me tiene harto, no descansa —se queja mientras me arrastra detrás de ella hacia la cocina.

Me siento en la mesa del comedor y ella busca servirme rápidamente, al fin comeré algo de casa, sin preocupación y lo disfrutaré.

Saco mi celular para revisar si Carina me ha llamado o si por lo menos me escribió pero nada. Muy extraño.




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