La elegida

Secretos y Decisiones

POV: LEONARDO

¿Por qué rayos tiene una prueba de embarazo? No, esto tiene que ser una broma, ella no está embarazada, no puede estarlo, me odia, y yo, aunque la quiera debo quitármela de encima, y me lo está poniendo bien difícil.

Cuando salgo del trance, subo las escaleras corriendo yendo directamente a la recámara, alzo mi mano para golpear la puerta pero me retengo, bajo mi mano al pensarlo mejor. Es mejor que esté sola.

Sólo deben ser sospechas.

Pero sospechas que llevan a un resultado.

Me doy la vuelta y regreso abajo, reviso la sala y no hay nadie, cuando voy de camino hacia las habitaciones de las chicas justo va saliendo Kenia quien se asusta al verme.

—¿Qué te pidió Carina? —pregunto con seriedad.

Ella aparta la mirada abrazándose a sí misma pensando en lo que dirá, pero no encuentra las palabras.

—Señor su esposa confía en mí, no quiero violar su confianza —explica mirándome de reojo.

—Dime lo que quiero oír ahora Kenia —exijo.

—Ella no volverá a contarme sus cosas, yo... además eso es muy personal —explica sin atreverse a mirarme a los ojos.

Tiene razón, y puede que Karina no le haya contado mucho por precaución a que yo la presionara.

—Mañana, le dirán que salí para que se sienta en la libertad de poder hacerse la prueba, ¿entendido? —ella asiente con la cabeza.

POV: CARINA

Estuve muy atenta casi toda la noche, pero él nunca entró, o eso creo porque he despertado y no está dentro dela habitación, pensé que iba a insistir. Pero no estoy segura de salir.

No me haré esa prueba sin asegurarme antes de que él no esté presente, de sólo pensarlo me irrita, él no debió haberse enterado de nada, pero él muy metiche ni habiéndome lastimado otra vez me deja en paz.

Decido llamar a la casa esperando que sea una de las chicas que me contesten y me puedan confirmar que él muy desgraciado no está. Pero en eso escucho unos golpes en mi puerta.

—¿Sí? —pregunto, algo inquieta porque temo que sea él.

—Ya se fue —exclamo, con la voz débil.

—Gracias —le exclamo de vuelta.

Miro la prueba en mis manos acariciando los bordes, muerdo mi labio inferior nerviosa, estaba tan desesperada por realizarlo y ahora los nervios no me dejaban. Estoy tan asustada.

Entro al baño sintiendo que el corazón se me va a salir del pecho, porque en serio si estoy embarazada de él se acaba mi mundo, no puede pasarme algo peor. Con nerviosismo hago todo como había leído en la caja, encierro el test en mi mano izquierdo y salgo del baño para ver el resultado.

Mi corazón se detiene al verlo ahí, dejo de respirar literalmente de lo impactada que estoy. ¿Qué demonios hace él aquí? Y en un momento tan íntimo e incómodo para mí. Trato de disimular lo que me ha provocado su presencia, aprieto con más fuerza el tes bajo mi mano y desvío la mirada aún con el corazón latiéndome a mil por segundos.

—¿Lo...? —se inclina un poco hacia mí.

—No—arrojo con dureza, no me importa que aún no haya visto el resultado, tampoco de ser un sí, no creo que pensaría en decírselo. —. Y de ser un sí, me lo sacaría, no quiero un bastardo tuyo en mi vientre —escupo mirándolo asqueada y camino hasta la cama.

No lo observo, sólo siento sus pasos alejándose, cuando escucho el chillido de la puerta cerrándose abro mi palma para ver el test.

Una raya.

¿Una raya?

Suelto una sonrisa de felicidad, llevo una mano a mis labios conteniendo mis emociones. Dios gracias.

Me paro de la cama y salgo de la habitación apurada, bajo las escaleras trotando y me dirijo hacia la cocina en busca de Kenia, me encuentro con ella en el camino y de la emoción salto a abrazarla tomándola desapercibida.

—¿Qué sucede? —pregunta confundida.

Me alejo de ella y paso mechones de mi frente detrás de mi oreja con una gran sonrisa, nunca me había sentido tan aliviada.

—Salió negativa —digo chillando de la emoción.

Ella abre los ojos sorprendida, sonríe abiertamente y me envuelve en sus brazos fuertemente.

—Que buena noticia.

—Sí —me despega de su cuerpo y toma mis manos mirándome feliz. —. Que alivio.

—¿Muy felices no?

Ambas giramos al escuchar su voz, lo miro desde los pies a la cabeza y quiero rodar los ojos, es algo que su presencia me provoca mucho.

—Vamos —tiro de la mano de Kenia para terminar de llegar a la cocina.

Apoyo ambas manos a la encimera suspirando hondo, ya puedo pensar que haré, no estoy embrazada y es la mejor noticia de mi vida desde que me casé con él.

—¿Te sientes mal? —pregunta Kenia tocándome suavemente el hombro.

Me giro hacia ella y le sonrío con cariño, ella y Yuri han sido una bendición en ésta vida de infierno que me tocó.

—No, sólo que es raro, es como si tuviera algo dentro de mí que aún no termino de sacar —ella suelta una carcajada. —. Es en serio, aún sigo teniendo ganas de vomitar —digo algo confundida.

—Deberías ir al doctor —me aconseja. —. En serio, pudiste haber tomado algo, no sé —estrecha su mano y toca mi frente.

—¿Un té? —enarco una ceja mirándola sonriente.

Niega con la cabeza, acercándose más a mí.

—¿Vamos al doctor? —inquiero, no tan segura.

—Más conveniente —asegura.

Subí a cambiarme mientras ella hacía lo mismo, después salimos y fuimos al hospital con dos de los hombres de seguridad para que no le avisaran y así el león viniera a sacar sus garras sobre mí.

No pasó más de media hora y ya me habían atendido, análisis y otras cosas. Al final, era una simple intoxicación, pero ¿Por qué rayos? Ni idea, pues como estuve saliendo y comiendo fuera no sabría qué me cayó mal o si fue algo a propósito departe de alguien, y si sospecharía, únicamente sería la tal Alessia, más que estuvo ahí una vez.




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