La elegida

Después de la Tormenta

—Masacradme, haz lo que quieras conmigo, mientras seas tú —tira de mi cintura pegando nuestros cuerpos completamente y estampa sus labios contra los míos. Me quedo tiesa sin procesar lo que está haciendo hasta segundos después, alguien puede estar viéndonos, y se supone que todos saben que somos pareja.

"Muy buen momento para besarme Lombardi"

Trato de alejarlo disumuladamente, pero el muy descarado me sostiene detrás de la cabeza comiéndome la boca completamente. Éstas cosas no se hacen en público, esto me recuerda a mi padre.

Ahora mismo deseo tomar a éste hombre por las orejas, ésta sacando mi lado eufórica y lo va a pagar.

Cuando al fin suelta mis labios no lo dejo acercarse nuevamente, lo tomo de la mano y lo arrastro detrás de mí, dejo la copa en la mesita en frente del sofá donde estaba sentada. En éstas condiciones para que le digo lo de Franco.

Salimos del lugar, y suspiro al no ver reporteros afuera, nos dirigimos hacia la limusina, a regañadientes lo hago entrar y le pido al chófer que nos lleve a casa.

—¿Qué te pasa Leonardo? —ya puedo regañarlo sin censura. —. ¿Por qué te comportaste así? Tú no eres así, eres un maldito fino mafioso de clase, ¿Qué fue eso? —farfullo inclinando mi rostro hacia el suyo.

—Estás realmente hermosa...

Estampo mi palma contra su mejilla fuertemente, repito lo mismo con su otra mejilla.

—Reacciona —chasqueo los dedos frente a sus ojos. —. O te daré más bofetadas.

—No pierda su tiempo —escucho la voz del chófer. —. Es como un niño cuando se emborracha, y recuerde los borrachos no mienten.

Eso está definitivamente comprobado, es peor que un niño.

—¿Ya ha pasado por esto? —pregunto.

—La primera vez el señor Franco me lo pidió, él no paraba de repetir "ella recordó" usted sabe como es él por lo que es raro haberlo visto tan roto, y la segunda pues, fue muy reciente.

Giro la cabeza para observarlo y está apoyado a la ventanilla. Estaba tomando tanto sin preocuparse ni nada, tan seguro se siente, ¿y si nos hacían algo allí? Bueno, supongo que tenía hombres por todos lados.

Cuando llegamos a casa, lo acompaño a la recámara, pero no, él quiere ir a su despacho para seguir tomando.

Lo empujo hacia la cama y cae sentado, pero al instante se para y empieza a desvestirse, me paro frente a él y hago que me vea a lo ojos.

—Mira Leonardo, eres un tipo muy importante y peligroso, si cometes un error mi vida está en peligro, y la tuya también —aunque dudo que le importe. —. Porque pensaran que soy importante para ti ya que soy tu esposa y soy la primera en ser atacada.

—¿No lo ves? —pregunta tomando mi rostro entre sus manos. —. ¿No ves que estoy completamente enamorado hasta los huesos? Como nunca antes, y que si a ti te pasa algo yo pierdo la cabeza —dice, clavándome sus ojos.

"La mitad de tu cabeza será, ya perdiste la otra mitad"

Esto es serio Carina, debes concentrarte, el maldito loco de tu esposo, Leonardo Lombardi te está diciendo que está enamorado de ti, eso no es normal, ni debería estar pasando, pero aquí estás, con él en frente.

"Los borrachos no mienten"

Carajo.

No sé que hacer, ni que pensar, si en algún momento quise que él cayera rendido ante mí, fue con fines de venganza, pero yo no soy capaz, además yo estaba segura de que sólo eran hormonas revueltas, ninguno de los dos puede querer.

—¿En qué idioma te lo digo? Non so nemmeno come, solo quello, in che lingua ti dico che ti amo...

—No, no, no —farfullo. —. No tienes que hablar en italiano, no entiendo nada —explico.

Eleva su mano y toca mi cabello suavemente, se acerca y huele mi cabello, besa mi frente, mi mejilla y mi cuello. Definitivamente éste hombre me volverá loca.

Besa mi barbilla y termina en mis labios, rodea sus brazos con fuerza alrededor de mi cintura mientras devora mis labios. Y yo, como la débil que no puede resistir a él carnalmente, rodeo su cuello devolviéndole el beso.

Gira conmigo poniéndome a mí de espaldas a la cama, baja sus manos lentamente de mi cintura y aprieta mi trasero con fuerza provocando que gima dentro de su boca. Continua bajando su mano hasta dar con el final de mi vestido y colar sus manos debajo, cuando siento sus dedos en mis bragas vuelvo a la realidad.

Quito sus manos debajo de mi vestido y corto el beso.

—Deberías dormir, estás mal —digo colocando mis manos sobre sus hombros.

—¿Mal? —inquiere. Claro, él nunca se rinde, ni borracho deja de ser así. —.Dime que tú no quieres, y aunque lo hagas, tú cuerpo no dice lo mismo —asegura colando nuevamente su mano debajo de mi vestido, acaricia mi muslo subiendo lentamente.

—Estás borracho —cambio de posición y lo lanzo hacia la cama. Me agacho y le quito los zapatos, paso al lado de la cama para subirme y terminar de quitarle la camisa, cosa que él había empezado.

—No tienes que vengarte de mí, ya recibí mi castigo, enamorarme de ti, y yo sé que tú nunca vas a perdonarme, porque lo que te hice no lo merece, lo supe cuando hicimos el amor salvajemente, pero para ti sólo fue un deseo carnal, y solía escuchar que una mujer no lo disfruta si no tiene sentimientos por la persona y...

Yo demostré que no fue así.

Dejo la camisa sobre la mesa que está al lado del armario, bajo de la cama decida a cambiarme mientras él se queda dormido, veamos como despierta mañana. Me coloco un sencillo vestido color crema muy transparente y me acuesto a su lado. Lo observo dormir, pequeños flequillos de su cabello caen en su frente, se ve bien, pero es un bastardo y eso nada lo cambia.

Cierro los ojos apoyando una mano bajo mi cabeza decidida a dormir ya, hoy fue un día muy agitado.

[...]

POV: LEONARDO

Lo primero que hago es tocar mi cabeza al despertar, me giro de lado y me encuentro con ella dormida a mi lado, no recuerdo haber regresado a casa, ay maldita sea. ¿Qué hice anoche?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.