La elegida

Trazos de Lealtad y Traición

Antes de que pudiera moverme, él apunta hacia Carina, lo sabe, sabe que no me importa mi vida, pero que la de ella sí.

—¿Te preocupa no? No quieres que muera sin que te perdone —él está empeñado en hacer que nuestras emociones nos confundan, pero yo no soy de esos, el dolor es tan natural como tomar alcohol para mí, nada de lo que siento me hace ver diferente las cosas, ni perturba lo que hago, sólo una cosa, y es eso que siento por ella.

Eso que es enfermizo, pero que no lo puedo evitar, es como si me hubiera imprimado de ella, de la nada no quiero que nadie la toque, que nadie le haga daño, y la quiero sólo para mí.

—Voy a disfrutar matarte maldito desgraciado —escupo lleno de rabia.

—¿Ah sí? Es lo que sabes hacer ¿no? Tanto que le provocaste la muerta a tu madre —saborea la sangre que corre e la comisura de sus labios.

—Conmigo no funciona, ¿no te lo dijeron?

Carina se inclina hacia atrás y con sus piernas atadas lo patea hacia un lado, corro hacia él y le quito la pistola en un cerrar de ojos y empiezo a pegarle sin detenerme.

—¡Leonardo! ¡Leonardo!

Él me patea hacia un lado haciendo que la pistola cayera de mis manos, al impulsarse sobre mí, tomo de sus hombros con fuerza y le pego con mi cabeza. Otra vez empiezo a molerlo a golpes.

—¡Lo vas a matar! ¡Leonardo para!

Escupo la sangre que siento en mi boca sobre él y me alejo para ir hacia ella, me hinco ante ella para quitar las cuerdas de sus pies y luego manos.

—Sólo tócame un momento —pide con la voz débil.

La miro confundido, sus mejillas están rojas, me inclino hacia ella y tomo de su rostro entre mis manos sintiendo su piel caliente. Eso era todo, era el gesto, sus ojos se clavan en los míos mientras su respiración se normaliza.

—Ella sólo quería que cuidara de ti —me dice con una sonrisa, con más lágrimas brotando de sus mejillas. —. Ella lo sabía, Leo.

"Leo"

Sé que éste momento jamás lo podré sacar de mi cabeza.

—No ves a través de mis ojos, ves a alguien en ellos, no es el mejor momento, pero es nuestro destino y no voy a arriesgarme a morir sin decirte esto...

—No —farfullo rápidamente. —. No digas eso, no lo hagas —le pido. Estás esperando un bebé, pero como te lo digo en ésta condición.

—Shh — me pide. —. Sólo escúchame —pide sorbiendo su nariz. —. La...

Unas sirenas se empiezan a escuchar y me alarmo, miro hacia el cuerpo de Lenin pero no está, me paro de golpe en busca de él pero justo entra un par de policías.

Él no pudo ir muy lejos.

—¿Se encuentra bien señorita? —pregunta uno de ellos acercándose a Carina.

No confío en los malditos policías, son una mierda con uniforme barato.

—¡No la toques! —grito avanzando hacia él pero uno de ellos me apresa de espaldas colocándome unas esposas, estaba muy preparado.

—¿Qué hacen? —pregunta Carina en shock. —. Déjenlo, el tipo que me secuestró debe estar aquí, ¿Por qué lo toman a él? —mira alrededor preocupada, intenta acercarse pero el oficial no la deja.

La miro a los ojos para que se calme, pero ella no lo entiende.

—¿¡Por qué no buscan a ése loco!? —grita desesperada, intenta correr hacia mí pero el oficial la sostiene con fuerza.

—Déjenla —ordeno. —. Si me van a llevar, hagan lo ahora.

—Señor, cálmese —susurra el supuesto oficial en mi oreja.

Miro a Carina confundido, y empiezo a entender todo, Carina mira hacia un punto detrás de nosotros y no se mueve.

—Carina —la llamo.

Siento algo frotar contra mi brazo por lo que gimo del dolor cerrando los ojos con fuerza, cuando abro los ojos, todo sucede lentamente, los ojos de Carina están en mí mientras que una bala atraviesa su hombro.

No tuve tiempo de gritar cuando disparos empezaron a escucharse por todas partes, los policías se lanzan al suelo con nosotros y yo sólo trato de encontrar la forma de verla.

[...]

Con el brazo vendado me siento en la dura cama de hierro de la celda, aunque éste fue mi plan, tengo tantas ganas de estorbarlo, sólo por verla y saber que está bien.

La próxima vez que vea al maldito de Lenin, lo mataré sin pensar, aunque él se merece una buena tortura, de las que no querrá acordarse pero que tampoco podrá hacerlo ya que no vivirá para contarlo.

Miro alrededor de la celda asqueado, las celdas de mi país son más limpias, prefiero caer apresado allá que aquí. Escucho un ruido y levanto la cabeza.

—Es su abogado —dice el guardia seriamente.

Levanto la cabeza encontrándome con Franco nos brindamos un cálida sonrisa de complicidad llena de maldad levemente.

—Buenas tardes señor —saluda como todo un profesional y se adentra a la celda.

—No me digas nada que no sea bueno —declaro. —. ¿Y usted? Piensa quedarse ahí stupido cattiva posizione —le digo al guardia.

—Mi dispiace —dice alejándose.

—Oh, al fin alguien que habla mi idioma —exclamo alzando los brazos, pero no me dura por el dolor.

—Es uno de los hombres de tu padre —me susurra Franco.

—¿Qué? No metas a todos mis hombres aquí —reclamo.

—Si te hago caso nada va a funcionar maldito loco —dice impaciente. —. Bien, es todo una locura que el hijo del gran mafioso reconocido de Italia esté en una cárcel de russia por lo que aquí no eres Leonardo.

—Leonardo también es un nombre falso —le digo con cara de da igual.

—Pero es necesario, sólo escúchame —masculla molesto. —. Sólo déjate llevar —pasa su mano detrás de mi cabeza dejando algo entre mi cabello.

—Quiero ver a Carina —digo como un niño pidiendo dulce.

Él niega con la cabeza apenado.

—La única manera es que ella venga aquí, y tú no quieres eso —me mira apenado leyendo mis ojos. —. Ella está bien, y no está embrazada, al parecer también fue parte de un plan, no hay rastros de Lenin, la persona que buscamos quiere que sospechemos de él, pero gracias a él, sé que es una mujer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.