La elegida

Entre la Familia y el Pasado

Yuri no me dejó hacer nada, preparó ella todo sola, pegó dos mesas en el jardín y preparó mucha comida, será una simple reunión familiar, no quiero globos ni nada por el estilo, de hecho acepté hacer esto porque siempre lo hemos celebrado en familia y no sé si los próximos serán junto a ellos.

—De verdad puedo ayudar Yuri, mira que Kenia no está aquí —insisto.

—No falta casi nada, quédese tranquila —me pide. —. Mire que el señor le hizo caso, no he visto a la muchacha.

—Le conviene —respondo pensativa. De hecho al parecer sí me hizo caso. Anoche quise preguntarle si iba a estar presente, pero no me atreví, tampoco es que sea una buena idea. —. Deja la comida aquí, la sirves cuando lleguen.

—¿No va a invitar al señor? —me pregunta curiosa.

La miro apenada, él ni siquiera sabe que celebramos mi familia y yo, además, como siempre salió muy temprano, sé que está empeñado en encontrar quien está detrás de todo esto, pero ni siquiera se detuvo a preguntarme, ¿Qué vienen a hacer tus padres aquí?

—No lo sé —encojo los hombros desinteresada. —. No le haré perder el tiempo, me voy a cambiar, mi hermana me avisó que están en camino.

—Está bien.

Después de darme un baño me cambio, opto por un vestido verde de una sola manga, me cubre las rodillas y tiene un abierto en mi pierna derecha que llega hasta mi muslo, la manga es larga y cerrada al final, ver mi estómago plano sólo me hace pensar en el susto de embarazo.

Como puedo yo sola me hago ondas con el cabello, no me quedan tan mal al final, me pongo unos pendientes circulares y me maquillo un poco. Uso unas zapatillas no tan altas, simplemente saldré al jardín.

Bajo a la sala para estar atenta a la puerta mientras espero, pero me encuentro con mi hermana allí, me sonríe ampliamente con felicidad y abre sus brazos mientras se para y viene hacia mí a abrazarme.

—Pero que bien te ves —dice apretándome contra ella. Se aleja y me mira mejor. —. Estás hermosa —halaga.

—Gracias, tú también —le digo con un poco de timidez.

—Ya no eres la chiquilla Cari, ya eres toda una mujer —en eso sí tenía razón.

—Pues sí—me encojo de hombros sonriéndole con cariño.

—Felicidades —vuelve a abrazarme. —. Te traje algo, pero lo abres después ¿vale?

Asiento con la cabeza y justo se escucha el timbre.

—Deben ser ellos —comento señalando detrás de mí. —. Abriré —digo dándome la vuelta para dirigirme hacia la puerta.

Nerviosa paso mis palmas sobre mi vestido y luego me lamento porque podría ensuciarlo, abro la puerta con una sonrisa para recibirlos. Con la primera persona que se encuentran mis ojos es con mi madre quien se emociona a tal grado que sus ojos se cristalizan.

—Pero mira que hermosa estás —exclama enredándome entre sus brazos. Besa mi cabeza y me toca con mucho cariño. —. Feliz cumpleaños mi niña —se aleja y besa mi frente.

—Gracias mamá —contesto con una sonrisa de labios sellados.

Me sonríe y se aleja dándole paso a mi padre, lo miro inquieta pero no digo nada, sólo dejo que me abrace en silencio, a pesar de todo yo lo quiero, y siempre lo querré.

Pienso cerrar la puerta pero entra uno de los hombres de mi padre con dos bolsas, me hago a un lado dejándolo pasar, cierro la puerta y les pido que avancen hacia la sala. Mi hermana y mi padre se dan una mirada rápida pero no se saludan, el rostro de mi hermana cambió radicalmente con su presencia.

—No tenían que traer regalos —rompo el silencio.

—¿Cómo crees? Hoy es tu día —reclama mi madre.

—Gracias—murmuro apoyándome de espaldas al sofá donde está mi madre.

—¿Y Leonardo?—pregunta mi madre, y mi padre la mira de golpe.

—Como siempre está ocupado, tampoco no...

—Señora —Yuri entra a la cocina haciendo una reverencia. —. Buenas tardes —saluda a mi familia. —. Está todo listo.

Asiento y me despego del sofá para avanzar hacia ella.

—Cámbiate después que los lleves —le pido.

—¿Para qué? —pregunta en un susurro.

—Sólo hazlo —toco su hombro ligeramente.

—Ok —asiente. —. Síganme señores —pide.

Yo me dirijo a la cocina a tomar un poco de aire y calmar mis nervios, es sólo una visita de mi familia, no me puedo alterar de esa manera. Tomo un hondo respiro y salgo al patio donde están, gracias a la vibra de mi madre todo transcurre bien y logramos hablar abiertamente de temas triviales y de cosas de cuando éramos pequeñas.

Yuri con la mirada me señala la puerta y yo giro a ver de que se trata encontrándome con Leonardo allí. Trago saliva.

—Disculpen —me retiro y avanzo hacia él. —. ¿Puedes venir? Como siempre estás ocupado pensé que no podrías estar.

—Tu padre me odia, no podemos estar en el mismo lugar sin armar una guerra —arroja sin pensar.

Suspiro y volteo a ver hacia mi familia.

—Bueno, no importa, es un almuerzo familiar —digo restándole importancia.

—Ujum —dice cortando la distancia entre nosotros. —. Y también tu cumpleaños ¿no? —aleja todo mi cabello de mis hombros.

—No es gran cosa —aclaro.

Entre sus dedos logro ver su rosario, seguido siento el frío dije sobre mi piel, me lo está poniendo.

—Quiero que lo tengas —dice al terminar de ponérmelo.

—¿Por qué? —pregunto confusa.

—Sólo quiero que lo tengas.

—Pero me dirás el misterio —lo miro a los ojos.

—Es como un ángel de la guarda, me hicieron prometer que no me lo quitaría, tienes que prometerme lo mismo.

Tomo el rosario y lo toco pensativa, no entiendo, pero si eso él quiere.

—Está bien —murmuro al fin.

No dice nada, sólo pretende irse.

—¿En serio no vas a venir? —inquiero mirándolo apenada.

Vuelve a cortar distancia entre nosotros y toca mi cabeza.

—Tu papá está loco por matarme, y lo entiendo —dice jugando con mi cabello. —. Debemos darle un nieto para que no me persiga toda la vida.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.