La elegida

Pasión: Entre la Serenidad y el Deseo

No sé muy bien el plan, sólo sé que tenemos que asistir, sólo espero que Alessia si esté ahí, aunque dudo muchísimo que a éstas alturas tenga escapatoria.

Me acerco a Leonardo y le arreglo la corbata, él me sonríe de labios sellados y le devuelvo la sonrisa. Es extraño, se siente una paz que da miedo, nunca hemos compartido de ésta manera tan pasiva y tranquila, lo que me asusta, puede que esté cerca una tragedia, sin importar que tantas hayan pasado ya.

—¿Estamos bien? —pregunta, mirándome fijamente, con algo de miedo.

Asiento levemente con una sonrisa.

—Ya sabemos quién nos hizo de éste juego, y aunque no sé bien la historia no importa, el por qué del daño que nos hizo no cambiará el dolor.

—Tampoco cambiará el hecho de que le hará pagar —masculla con rabia, agradezco al cielo haber estado dormida cuando se enteró de que era ella.

—¿Sabes que eso no cambiará mucho verdad? ¿No revivirá a tu madre, no me sanará? ¿Lo sabes? —pregunto clavándole la mirada.

Él suspira hondo, y piensa antes de hablar.

—Lo sé, pero es algo que no puedo evitar y que me causa satisfacción —explica frustrado.

—Y lo entiendo —toma mi mano y la entrelaza con la suya para salir de la casa. Visto un vestido rosa con tiras, ajustado a la cintura con un abierto de lado, mi cuello desnudo sólo es decorado por el rosario de Leonardo.

Cuando salimos de la casa nos encontramos con Carlo, quien no puede disimular su impresión al verme, por lo que actúo rápido y hago que nos vayamos, Leonardo no comenta nada y la verdad espero que no haya notado nada.

Me concentro en el retrovisor algo asustada, pero siento la mano de Leonardo aferrarse más a la mía. Giro a verlo y le sonrío.

Aunque quiera golpear a Alessia tendré que controlarme porque aún no es el momento.

Llegamos al lugar y antes de bajar Leonardo tiene una llamada con Franco, luego bajamos y nos adentramos al lugar. Alrededor está lleno de luces, las personas que ya están presentes nos miran asombrados, lo que llama la atención de los demás que están en su mundo.

Reconozco la melena de Alessia inmediatamente que la veo, con la cabeza le hago señas a Leonardo quien sólo puede suspirar al verla. Ella gira a ver de quien se trata junto con su compañero que es Lenin, nos mantenemos en nuestro lugar mientras ella empieza a avanzar hacia nosotros.

—¿Leonardo? —exclama haciéndose la sorprendida.

—¿Tú planeaste todo eso no? —arroja inmediatamente hacia ella, sabía que no se iba a poder controlar del todo.

—¿Qué pruebas tienes? —pregunta ella a la defensiva. —. Siempre sospechaste de mí, pero nunca te di de que hablar.

Aprieto la mano de Leonardo para evitar un desastre, él se controla relajando sus músculos.

—Claro, eres muy inteligente —entro a la conversación. —. Vámonos cariño, quiero tomar algo —digo con una sonrisa.

Su cara me demuestra lo que esperaba, celos, rabia y decepción, a fin de cuentas si su plan era destruirnos, falló, aunque nos hizo mucho daño, y Leonardo perdió a su madre, aquí estamos, restregándole en cara nuestra presencia, que tanto le fastidia.

—¿Podemos hablar a solas Leo? —pregunta dándome una mirada de molestia, y sonriendo hacia Leonardo.

—Lo siento, pero debo acompañar a mi esposa a tomar un trago —pasa su mano por mi cintura y nos alejamos de ellos.

—Pensé que le saltarías encima en cualquier momento —comento divertida.

—Cualquier cosa iba atentar contra ti, y no estoy bien ¿recuerdas?

—Tonto —golpeo su hombro riendo.

Nos colocamos en una esquina y él le escribe a Franco, mientras de lejos vigilamos los pasos de ella, tenemos que quedarnos hasta que ella salga por esa puerta, o por alguna trasera, estos eventos terminan muy tarde, pero puede que ella piense irse inmediatamente que termine su trato.

—¿No sería falso el trato del señor ese con ella? —pregunto mirando alrededor.

—Sí, pero tiene que parecer creíble para mantenerla contenta y que crea que nos lleva la delantera —me explica.

—¿Por qué alguien como ella querría un trato con ése señor?

—Verás, los rangos se respetan y mientras más cerca tienes al enemigo mucho mejor, obviamente si es que sabes que es tu enemigo, si logro poner todos su socios en su contra, su clan no existe, ¿Por qué crees que Franco me obligó a hacer negocios con él? No soy de aquí, y él es uno de los mafiosos más poderosos, al igual que tu padre, tengo dos escudos, si formas parte del reino, eres respetado por el resto.

—Interesante.

Unas personas vienen a saludar, Leo me presenta a algunos tipos, pero no nos perdemos de nuestro objetivo, mientras ellos hablan yo mantengo mis ojos en el fondo y es ahí cuando veo su espalda marchándose apurada y Lenin la sigue diciéndole algo.

Tiro despacio del saco de Leonardo y él capta mi movimiento rápidamente, se disculpa de ellos y nos alejamos.

—Iré por atrás —le aviso señalándole con la cabeza.

—¡NO! —tira de mi brazo. —. Ni siquiera sé el plan de Franco, no te expondrás a tal peligro.

—Pero... —esa loca me debe algo, y no lo pienso dejar pasar.

—Vamos —ambos nos dirigimos hacia la parte trasera del local, nos detenemos al dar con ellos, están rodeados por varios hombres y al parecer pensaban volver a entrar.

Me separo de Leonardo, éste tarda en soltarme pero lo hace, camino hacia Alessia con una sonrisa de oreja a oreja, me paro en frente de ella observándola pensativa.

Lanzo el primer puñetazo contra su hermosa cara y sin esperar a nada me lanzo encima de ella, la tomo del pelo y la obligo a verme a los ojos.

—No sabes cuánto esperé por esto desde el día que casi me matas en el hospital —tiro de su cabeza hacia atrás.

—¡Leonardo! ¡Estás equivocado! ¡Geronimo es testigo! —grita pataleando.

—Todo fue una trampa, usamos tus trucos para atraparte —lanzo otro puñetazo contra su cara, me paro de encima de ella y me encuentro con la mirada de shock de Franco, le sonrío de labios sellados y camino hasta Leonardo con mi mejor cara.




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