La elegida

Renacer: Decisiones Difíciles

No fue fácil convencer a Leonardo de que quería estar ahí, pero al final no tuvo de otra que acceder, de todos modos yo no me iba a rendir tan fácil.

—¿Qué esperabas? Tu padre se apoderó de todo lo que era mío y me mandó lejos —dice entre dientes.

La miro no sólo sintiendo rabia, me da pena, pero no logro entender como es que busca justificar sus actos sabiendo el tipo de padre que tenía. Me muevo de mi lugar y entro en el salón donde está encerrada.

—¿Me elegiste a mí ya que soy la hija del hombre que te quitó la herencia de tu padre? Y como por su culpa te hicieron mucho daño buscaste hacer lo mismo conmigo, pero nunca te detuviste a penar en que todo esto lo provocó tu padre —le escupo con rabia, mirándola asqueada.

—No tienes derecho a hablar de eso —masculla.

—¿Ah no? —ni siquiera lo pienso, sólo de la nada no soporté la furia y empecé a golpearla. —. ¿Sabes en qué nos parecemos? Quisimos a la persona equivocada, y la diferencia es que tú si eres capaz de destruir, pero tú me uniste a él —meneo la cabeza. —. ¿Actuaste por estúpida o inteligente? ¿Qué tenía que ver él en eso? Fu justo que su madre matara a tu padre, bueno y que su hermana el resto de tu familia, tu padre lo provocó.

—¿La estás justificando? —intenta apartarme de encima de ella pero no puede.

—Así como tú lo haces con tu padre —aclaro.

—¡El la amaba!

Le pego una fuerte bofetada provocando que un hilo de sangre corra por la comisura de sus labios.

—¿La amaba? ¿Eso es amor? ¿Cómo puedes decir eso? ¿Pensaste que te amaban esos tipos que abusaron de ti?

—Era su mujer.

—Le pegaba, ella nunca se atrevió a denunciarlo, y cuando lo hizo la encerraron por haberse defendido, estaba a la fuerza con ése desgraciado, estás enferma, ella era tu media hermana, inculpaste a mi padre para que me tomaran a mí y así matabas a dos pájaros de un tiro —la tomo del cuello de su blusa haciendo que me vea a los ojos.

POV: LEONARDO

Observo a Carina sobre ella, y sólo logro pensar que sus razones no son razonables, pero sí suficientes para entablar una venganza, pero tampoco justificados.

Mi hermana le quitó a su familia porque el bastardo de su padre nos quitó a la nuestra, imagina tener una familia inestable, pero te conformas porque al menos tienes una familia, y que al final la pierdas, que lo único que tengas se desvanezca frente a tus ojos, todo por un bastardo que se encaprichó con mi madre y que casi la mató a golpes al saber que yo no era su hijo, tenía una familia perfecta, razón por la que me juré que arruinaría su familia de la peor manera, pero no contaba con que mi madre lo había asesinado, y mi hermana el resto de lo que quedaba de su perfecta familia.

Contado con esas informaciones, ella me hizo creer que el padre de Carina era quien yo buscaba lo que convertía a Carina en mi presa ideal. ¿Cómo lo hizo? Pues fue fácil ya que no quedó rastros de ellos y nadie contaba con que quedara un sobreviviente de esa familia.

—La matará a golpes —interviene Franco sacándome de mis pensamientos.

—Deja que se divierta—digo restándole importancia.

La risa siniestra de Alessia capta mi atención.

—Nunca serán felices, esto continuará porque tu padre querrá venganza —escupe.

Tiene razón, pero no pienso dejar que se arme otra guerra, no cuando sé ya que la venganza no es la solución al dolor que nos deja la vida.

—¿Qué crees? —Carina sonríe divertida. —. Estoy embarazada, ése bebé establecerá la paz, perra —le escupe encima y se levanta para salir de ahí.

Me quedo ido observando el salón, es como si el tiempo se hubiese detenido.

—¿Escuchaste eso? —pregunta Franco en shock.

No logro reaccionar, no hasta que siento las manos de Carina intentando sacar mi pistola de mi cintura, la miro confundido, pero luego salgo de mi trance, me impulso hacia ella que pretendía alejarse y sostengo sus manos.

—¿Qué haces? —pregunto abriendo los ojos más de la cuenta.

—Voy a terminar con esto —declara sacudiéndose, pero no la suelto. —. Suéltame —pide.

—Creo que ninguno de los dos debería hacer esto —comenta Franco colocándose frente a ella y pidiéndole con la mano que le entregue la pistola.

—No merece una muerte rápida —reprocha.

Franco me mira y nos sonreímos con complicidad.

—¿Y quién dice que será una muerte rápida? —inquiero divertido. —. Vamos, dale la pistola —le ordeno.

Entrega la pistola a regañadientes.

—Resultaste más cabrona de lo que esperaba —comento soltando sus muñecas.

—No me gusta la gente que justifica sus asquerosos actos, y sabes que desde hace mucho le tenía ganas a tu amiga —mira hacia ella y se da la vuelta.

Rodeo su cintura y le hago señas con los dedos a Franco antes de avanzar hacia la salida.

—¿Por qué vengar la muerte de alguien tan ruin? —pregunta mientras salimos del local.

—Muchas veces nuestros padres son nuestros ídolos, y nos dan la mejor versión de ellos, y así como tu padre te mantenía lejos de todo eso, es lo mismo que hacen muchos —le explico.

Inclino mi mano para abrirle la puerta del auto pero me detengo en seco.

"¿Escuchaste eso?"

—Espera, dijiste que... —la señalo pensativo. —. ¿Fue para...?

—No —se apresura en decir. —. Es verdad —aclara.

Me señalo, la señalo, y no logro objetar nada, es indigerible, peor en estos momentos, ¿así se da tal noticia?

—La gente normal se emociona y abraza a su pareja, no se queda en shock —apoya una mano al auto.

—Sabes que no soy normal —digo tirando de mi mechón.

—Sí, pero necesito saber si te parece bien o mal —explica.

No encuentro que decir, ni de bromeas hubiese yo pensado en algo así, pero es simplemente una realidad. Al no encontrar que decir la abrazo, según ella es lo que hace la gente normal.




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