La elegida

Extra 1- La elegida

Extra 1- La elegida.

Leonardo sostiene mi mano con firmeza mientras avanzamos hacia la casa, no sé ni cómo sentirme, son personas distintas a mí en todos los sentidos, pero ya estoy aquí, y sé que él está emocionado. Sé que no son sus verdaderos padres, pero representan esa familia que le arrebataron.


—¿Les puedo decir del embarazo? —pregunta, y giro la cabeza para verlo a los ojos. Está nervioso.


—¿Por qué preguntas eso? —pregunto sonriendo.


Ladea la cabeza pensando y aplana los labios. —Es que bueno, tal vez no es algo que quieras revelar —trata de explicar.


Sonrío divertida, lo miro fijamente a los ojos y niego con la cabeza, no puedo creer que esté pensando en eso.


—¿Por qué no? No creo que en unos meses pueda ocultarlo.


Sonríe abiertamente al captar mis palabras, el brillo en sus ojos es impresionante, son pequeños gestos suyos los que me sorprenden, es que son cosas que pensé que nunca vería en él.


—Ya quiero ver eso —dice con emoción. Se acerca y besa mi mejilla con cariño es un hábito que ha tomado.


Las puertas de la casa se abren solas al colocarnos en frente, entramos y desde lejos vemos a una pareja esperándonos, ¿tan emocionados están que no nos pudieran esperar dentro? La mujer es una rubia voluptuosa, tiene un cuerpo de guitarra muy representable, el hombre que la acompaña tampoco se queda atrás, ambos se ven muy bien para ser ya de unos cincuenta.


—No me dijiste que tus padres parecían de la realeza —murmuro, su estilo es muy anti-moderno.


Sonríe con el ceño fruncido. —¿Bromeas?


Ambos sonríen emocionados cuando nos ven cada vez más cerca, bajan las gradas de la entrada y completamos la caminata.


—Hola querida —me saluda la mujer con un acento muy marcado. Me abraza brevemente mientras escucho a Leonardo y su padre.


El señor se acerca a mí, intercambiamos ya que la mujer se acerca a su hijo.


—Es un placer poder concerte Carina —expresa con una sonrisa.


—Igualmente —respondo.


—Me alegra poder ofrecerte mis disculpas personalmente, lo mismo me gustaría hacer con tu padre.


—Descuide —sabía a que se refería, aunque no terminaba de entender como es que mi padre tenía negocios con él y todo esto sucedió.


—¿¡Es en serio!? —ambos apartamos la mirada para ponerla sobre madre e hijo.


Los ojos de Leonardo me comunican todo, ya se lo dijo, no esperé que fuera a ser tan rápido, pero al parecer sí está emocionado. Menea la cabeza sonriendo y yo niego.


—Mi esposa ha estado practicando ruso desde que supo que venían, hasta está tomando un curso —me dice el padre de Leonardo con una sonrisa.


¿En serio? ¿Tan emocionados estaban? Miro a Leonardo con cariño, ellos lo adoran como si fuera su verdadero hijo, Dios es que nadie podría decir que no lo es, aunque sé que eso no cambia lo cruel que es no tener a su verdadera familia. Regreo mi mirada hacia la mujer desconcertada al escucharla hablar frenéticamente con su esposo emocionada en su idioma.


Su esposo voltea a verme sorprendido, también ya lo sabe, no tenía que ser así, pero mi esposo no pudo soportar la emoción, no puedo juzgarlo, son cosas nuevas para él.


—Estás encargada —murmura impresionado. No entiendo porque la gente mayor se refiere así al embrazo.


Antes de que pueda comentar algo la rubia me toma de la mano y entra a la casa conmigo, me lleva a la sala y hace que me sienta, el salón es muy amplio, ella se va apresurada no sé a donde y yo me pierdo en alrededor. Esto será algo incómodo. De la nada me siento nostálgica, ellos han recibido la noticia de la manera en la que deseaba que mi familia lo supiera, pero no, creo que mi hermana de seguro no tiene idea, yo no quiero que éste bebé esté lejos de sus abuelos, de mi hermana.


—Querida —la voz de la mujer me hace reaccionar, su acento es tan bonito. Me entrega un vaso de agua y lo tomo confundida. —. ¿Cansada?


Niego con la cabeza.


—Estoy bien.


—Bien —asiento y ella sonríe.


La risa de Leonardo y su padre nos interrumpe, ambos pasan a tomar asiento, y él se sienta a mi lado. Su hijo le explica algo lo que al parecer la deja satisfecha, pero me hace señas de tomarme el agua antes de dirigirse hacia su esposo.


—No puedo creer que haya hecho eso sólo porque venía —digo dejando el vaso sobre la mesita a mi lado.


—Es como un algodón de azúcar —dice rodeando mis hombros. —. Va a querer que descanses todo el día.


Las tres personas estaban al pendiente de cada movimiento mío, es como si esperaban que en algún momento me pusiera mal para atenderme al instante, aunque los comprendo, ellos no pueden tener hijos y están emocionados.


Después de un rato charlando, con algunas traducciones de por medio, la madre de Leonardo le dice algo y éste me acompaña a una habitación.


—No quiero descansar —digo haciendo un puchero.


Cierra la puerta y se acerca, toma mi rostro entre sus manos y peina mi cabello hacia atrás. —Aunque hayas estado muy cómoda debes reposar, igual el viaje fue algo largo.


—Pero tus padres están muy emocionados y yo quiero pasar más tiempo con ellos, mira lo que hizo tu madre con tal de poder comunicarse conmigo —refuto.


—Sí —acaricia con sus pulgares mi mejilla. —. Pero hay tiempo de sobra preciosa, en un momento ya ni la soportarás —río por ese comentario. Besa mis labios cortamente sin soltar mi rostro.


—¿Tú crees que mi padre logre aceptarlo? —le pregunto mirándolo a los ojos, no puedo evitar sentir ese miedo y preocupación. —. Es que yo quiero que nuestro bebé esté con toda su familia y que estemos bien.


No debería de preguntarle eso, tal vez lo haré sentir mal y la que estará preocupada seré yo, pero estar aquí con su familia me ha puesto bastante nostálgica.




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