La elegida

Capítulo 19

El estómago de Skandi era un lago verduzco enorme, como si fuera un pantano lleno de líquenes y demás hongos. Giovanna se encontraba en medio, usaba el esqueleto en descomposición y agusanado de una vaca para sostenerse. El lugar era oscuro, pero estaba segura de que no había ninguna orilla en ningún sitio. La dragona era de digestión lenta, los ácidos estomacales todavía no la habían disuelto, y su armadura todavía se mantenía intacta. Giovanna había perdido toda esperanza, solo deseaba que su muerte fuera rápida y sin dolor.

Giovanna iba a morir en cualquier momento, dentro de la panza de un monstruo. Punto por la originalidad, pensó con cinismo. Ella jamás esperó una muerte digna como una princesa que muere de anciana en los caros aposentos de su castillo, o como un caballero que muere tras una espectacular batalla. Tiene una muerte digna y feliz, después de haberse sacrificado por su reino y las personas a las que ama.

Pero no Giovanna.

Ella había aceptado que iba a morir de la misma forma que morían todos los ladrones que ella y Marc habían conocido: asesinados por sus propios compañeros (eso jamás iba a pasar, Giovanna estaba convencida que Marc nunca la iba a traccionar. De hecho había más posibilidades que ella lo traicionara primero), o en la cárcel. Ya sea pudriéndose literalmente; o siendo asesinada y su cadáver, profanado de distintas formas.

Eran muertes adecuadas para alguien de su estilo. La vida de un ladrón jamás había sido una vida de lujos y estatus, ¿Por qué empezar ahora? Giovanna había pensado en cambiar, seguir otra carrera, crear su propio destino y cosas por el estilo. Pero no sabía que otras cosas hacer. El robo siempre había estado con ella, desde que era niña.

El olor nauseabundo del bovino le trajo unos recuerdos de su niñez.

— La vaca — susurró Giovanna.

Uno de los variados sueños que tenía Giovanna de niña era fundar un restaurante de carnes y parrillas llamado “La vaca”. Hasta tenía la idea para un logo: Una vaca excesivamente manchada.

Giovanna miró en todos lados de su prisión orgánica. Lo único que podía ver eran las paredes rosadas que la envolvían. Estas no dejaban de latir. Giovanna se preguntó a si misma: ¿Cómo se llama este tipo de muerte?

Respuesta corta: Disuelta hasta morir.

Respuesta larga: Una suma de factores que consistían en estar en el lugar y el momento equivocados, mezclado con la ingenuidad de creer que podía salir victoriosa de este enfrentamiento. Las posibilidades eran mínimas, microscópicas.

Giovanna miró arriba y vio como las paredes segregaban una sustancia verde. Esto solo la hizo recordar que no estaba en una iglesia o en la comodidad de su casa. Tomó algo de aire antes de hablar:

— Si alguien aquí escuchándome, aunque lo dudo mucho, tengo una pregunta que hacer antes de morir: ¿Por qué yo? ¿Por qué me eligieron a mí?

“Esas son dos preguntas, ¿Cuál quieres que responda?”

Giovanna lanzó un grito de terror tan fuerte que estaba segura que Skandi la escuchó. Giovanna miró a todos lados. Las paredes rosadas latían recordándole constantemente que estaba dentro de una entidad viviente, hacía un calor insoportable y la oscuridad la rodeaba por completo. No vio a ningún alma viva aparte de ella dentro de la dragona.

— ¿Quién dijo es? ¿Quién anda ahí? Si hay alguien por aquí que se muestre porque no quiero morir sola.

“Y dale con el exceso de preguntas. Soy la espada que te estuvo acompañando durante todo este viaje. No tengo lo que uno llamaría un nombre y tampoco es que me interese tenerlo. Si quieres puedes llamarme “La serpiente de fuego””.

— Eres la espada, ¿Por qué recién me estás hablando? — preguntó Giovanna quien ya empezaba a entender las cosas.

“Antes no veía ninguna razón para hablar contigo. Creo que el caballero había hecho un estupendo trabajo a la hora de explicarte todo lo que tenías que hacer”.

Giovanna tenía muchas más preguntas por hacerle, pero se dio cuenta que el tiempo se le estaba acabando. La armadura gruesa que llevaba puesto comenzaba a disolverse.

— Disculpa, ¿Tienes alguna manera de sacarme de aquí o solo has venido a conversar para hacerme sentir mejor ante mi inminente muerte? Siéndote honesta no tengo ningún problema al respecto. Como dije antes: Prefiero no morir sola.

“Eso depende de ti. Si quieres salir solo tienes que levantar la mano derecha y gritar: “Serpiente de fuego ven a mi” y vendré a ayudarte”. Serpiente de fuego, Serpiente de fuego, Serpiente de fuego… Giovanna se repetía esas palabras varias veces. Era una combinación de palabras que estaba dispuesta a mantener en su cabeza por el resto de su vida.

“Una cosa más: Tú fuiste elegida por una razón. Los dioses jamás se equivocan. Solo tienes que creer más en ti”.

Giovanna no le prestó mucha atención al discurso final. El metal de su armadura estaba casi disuelto, dejando solo algunos trozos inservibles. Su piel y su carne serán más fáciles de derretir. No podía perder más tiempo. Tenía que salir de ahí inmediatamente. Levantó la mano derecha y gritó:

— ¡Serpiente de fuego. Ven a mí!

La espada destrozó el cinturón de Marc, que seguía atrapado por las espadas en su ropa. Marc vio con asombro como la espada flotaba frente a él para luego irse volando a toda velocidad en dirección a la dragona. Skandi no se dio cuenta de su existencia. Estaba más enfocada en agitar la jaula que contenía a Arton para obligarlo a cantar, el caballero se aferraba a los barrotes con todas sus fuerzas para evitar caer y unirse al pandemonio que se había convertido su mundo. El cadáver del antiguo ocupante de la jaula chocó contra él. Arton veía doble, tripe, cuádruple. Estaba tan mareado que podría vomitar en cualquier momento.




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