La Elegida (en Edición)

Capitulo 33

Me desperté a causa de un fuerte golpe, mi corazón se encontraba bombardeando velozmente, mientras mi respiración estaba acelerada.

Mis ojos examinaron cada rincón de mi habitación, pero en esta no se encontraba nada.

Rápidamente me levanté de la cama, con un poco de movimientos torpes, pues no me había despertado del todo.

Un escalofrío cruzó por todo mi cuerpo al entrar en contactó con el frío suelo bajo mis pies descalzos.

Mis sentidos se pusieron alerta cuando nuevamente pude oír otro golpe, pero esta vez se escuchaba disminuido. Mis pasos avanzaron lentamente con cuidado de no hacer ningún ruido, no sabía de donde provenía este, ya que era poco probable que alguien pudiera entrar en mi casa.

Gire la perilla de la puerta procurando no hacer ruido.

Mi respiración se encontraba levemente alterada, podía sentir el fuego rodeando cada parte de mi cuerpo, fluyendo sobre mis venas a una velocidad impresionante, queriendo salir, queriendo convertirme en uno.

Pero no podía permitirlo, no cuando recién estaba logrando controlarlos, no podría ponerme en riesgo a ser vista por alguien.

Mis pasos eran lentos, procurando no ser descubierta.

A medida que bajaba las escaleras, el ruido se escuchaba cada vez más cerca. 

Lo cuál comenzaba a confundirme, no creía que alguien entrara en casa, al menos no en la mía. Esta siempre estaba protegida por alarmas, y si alguien quisiera entrar ya me hubiese enterado.

Un exquisito olor a flores inundó mis fosas nasales, entonces mi pulso se normalizo, mi cuerpo se tranquilizó dejando una sensación de paz en este.

Pero había algo que me confundía.

¿Cómo podía haber percibido aquel olor de tan lejos?

A pesar de la confusión no pude evitar sonreír al sentirlo cada vez más fuerte.

-Rose- susurre de manera audible, una sonrisa se fue formando en mi rostro. 

Mis pasos avanzaron rápidamente hacía donde provenía aquél exquisito olor. 

Mi sonrisa se ensancho al encontrar frente a mi, una chica rubia a espaldas preparando el desayuno.

-¿¡Cómo entraste a mi casa!?- grité logrando asustarla.

Rápidamente dio vuelta con una mano sobre su pecho, su ceño se encontraba levemente fruncido.

-¿¡Que te sucede!?- respondió gritando de la misma manera.

Reí fuertemente, mientras me acercaba para abrazarla.

-Lo siento- me disculpe envolviendola entre mis brazos- no podía desaprovechar la oportunidad- sonreí.

-Casi me matas del susto- río- no te salvaras de esta- beso mi frente.

Amaba estar de aquélla forma junto a ella, me hacía sentir en casa, protegida, y todos los problemas desaparecían al estar juntas.

¿Qué estabas cocinando?- pregunté ansiosa.

-Tu plato favorito- río, colocando dos platos sobre la mesa.

Sonreí al observar sobre el plato panqueques con jarabe de arándanos, y al lado pequeños trozos de tocino.

-¡Qué delicia!- grité feliz- eres la mejor cocinera, chica- reí.

-Espero que no te escuche Ethan decir eso- soltó una carcajada.

Reí asintiendo. 

Ambas sabíamos que Ethan era el que mejor cocinaba de nosotros, y cada vez que alguien lo intentaba subestimar esté rápidamente lo retaba para que vea quien es el mejor.

Y siempre ganaba el, haciendo que su ego subiera, es por eso que siempre bromeamos de aquéllo junto a Rose.

-¿Como has estado estos días?- pregunto derrepente.

-Bien, normal- carraspe- ¿y tú?- pregunté.

Memiro dudosa, sabía que sospechaba algo, pero no podía decirle, no aún

-Bien supongo- contestó nerviosa.

Frunci el ceño.

-¿Supones?- pregunté confundida.

-Sí, estuve preocupada por ti- me miró- por lo de aquél día- carraspeo.

Entonces todos los recuerdos llegaron a mi como pequeños flashback.

Un escalofrío me recorrió al recordar sus miradas de miedo, miedo hacía mí.

Pero había algo que no comprendía, la actitud de Ethan.
Este actuó de manera insignificante, como si supiera todo lo que estaba por pasar.

Me preguntaba si el podría contarme lo que estaba sucediendo entre ellos.

¿Qué era lo que me ocultaban?

Debía de ser algo serio, me pregunto, ¿Qué tanto ocultaran?

Un silencio incómodo se instaló entre nosotras, ninguna hablaba, el aire cada vez era más tenso.

Las palabras no querian salir de mi boca, mi cerebro se negaba a cooperar, haciendo que no supiera que hacer.

Rose siempre estuvo acompañandome, nunca me dejo caer
Es una de esas personas que no quieres que se vaya de tu vida, y eso era lo que yo no quería.

Me dolía ocultarle cosas, claro que me dolía.

El ruido de un teléfono me saco de mis pensamientos, frunci el ceño al obervar a mi amiga mirando fijamente su celular.

Había algo raro en su rostro, se encontraba completamente sería.

-¿Qué sucede?- pregunté al verla de aquella forma.

-Alice- murmuró desconcertada.




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