La Elegida (en Edición)

Capitulo 44

POV. Alice Camberleck.

¿Porqué las personas tienden a pensar en aquello que le hace daño?

Aquello me estaba sucediendo, recuerdos de los chicos atormentaban mi mente, creando fuertes dagas que se clavaban en mi corazón una y otra vez, queriendo que suplicase piedad.

¿Porqué no dejar ir a todo lo que les hace daño?

La mayor parte del tiempo posamos nuestra confianza en aquéllas personas en la cual pensamos que nunca podrán decepcionarnos.

Nos cegamos tanto que no vemos nuestro alrededor, pensamos qué esa persona estará eternamente a nuestro lado, qué siempre podremos contar con su presencia, pero en el fondo sabemos que nada es para siempre.

Entonces..¿Porqué dejar que sus acciones nos destruyan?

No dejaría que ellos me destruyan, no dejaría que borraran mis recuerdos, no se los permitiría.

Es increíble como todo puede cambiar en tan poco tiempo, como las personas que más querías se vuelven desconocidos en tu vida, y como todo en ti puede cambiar.

-¿Hacía donde nos dirigimos?- pregunte por décima vez, al notar como nuestro alrededor estaba repleto de árboles. 

-Muy pronto lo sabrás- la voz irritada de Mercy se escucho en ecos por todo el lugar.

Suspire resignada al no obtener información adecuada.

El tiempo pasaba y aún nos encontrábamos dentro un auto dirigiéndonos en una dirección completamente desconocida ante mis ojos, habíamos dejado la cuidad atrás hacía unas horas y en este momento todo a nuestro alrededor estaba repleto de árboles y pequeñas montañas.

Mis ojos pesaban luego de estar horas sin cerrarse para poder descansar, aquél pequeño camino lleno de pequeñas piedras no permitía que descansara, cada vez que me concentraba intentando descansar el auto se movía bruscamente haciendo que sea imposible que descansara.

-¿Porqué Ethan estaba junto a ti en la sala?- pregunté luego de minutos en silencio, aquella pregunta rondaba en mi mente desde que los vi.

Mi vista se dirigió hacía esta quien se encontraba levemente ruborizada ante mi pregunta, podía sentir como cada poro de su cuerpo desprendía unos incontrolables nervios.

-No lose- sus mejillas de enrojecieron dejando en evidencia que algo había sucedido y no quisiera contarme.

-¿No me dirás?- la observe ofendida.

-No- respondió mirándome por un breve instante con diversión en sus palabras.

-Esta bien- conteste completamente ofendida.

Luego de finalizar la conversación nuestro alrededor quedo en un completo silencio, a medida que los minutos pasaban el enojo crecía en mi interior haciendo que pequeñas nubes comenzaran a formarse sobre el cielo, oscureciendo todo a nuestro alrededor.

Podía sentir como algo quemara en mi interior, desgarrando todo a su paso, queriendo que lo dejara salir. Cada extremidad de mi cuerpo comenzó a temblar inconscientemente, no podía parar aquello, sentía como algo en mi interior tuviera el control de mi misma y no me permitiera que accediera a tener el control nuevamente.

Pero no estaba enfadada por la pequeña conversación con Mercy, me encontraba enfadada al recordar nuevamente todo lo que había sucedido horas atrás, creando mucha rabia en mi interior. 

Una sensación de querer dañarlos crecía en mi lentamente, alimentándose de mi dolor, disfrutando de cada emoción que intentaba reprimir. 

-Alice- escuche la voz horrorizada de mi acompañante. 

Mis ojos se cerraron ejerciendo presión sobre estos, intentaba luchar contra lo que comenzaba a crecer en mi interior, queriendo parar todo aquello y poder volver a la normalidad nuevamente, sabía que si no lograba controlar mi cuerpo quizás podría ocasionar mucho daño a mi alrededor y eso no lo podía permitir, no permitiría que lo que habitara en mi hiciera daño a personas inocentes, no lo permitiría.

-Debes controlarte- mi cuerpo no reacciono ante su grito- ya casi llegamos a nuestro destino- sentí un tacto sobre mi brazo para luego ser retirado rápidamente.

-Joder Alice, estás ardiendo- jadeo asustada- ¡Contrólate!- grito nuevamente, pero esto no causo ninguna reacción en mi.

No luches contra nosotros. 

Mi garganta dolía, podía sentir como estos rasguñaban mi interior.

Somos uno mismo, recuérdalo.

Cada parte de mi cuerpo dolía, podía sentir como la sangre dejaba de fluir por mis venas.

Nosotros somos tu. 

Mis ojos se abrieron abruptamente, entonces los sentí.

Debes alejarte de ahí, aléjate si no quieres lastimarla.

-Para el auto- gruñí desesperada a causa del ardor que comenzaba a sentir en mi garganta.

-¿Qué?- preguntó observándome atónita.

¡Aléjate!

-¡Para el auto, ahora!- grité nuevamente, sintiendo como este se estacionaba bruscamente sobre un costado del camino.

¡Ahora!

Un fuerte gruñido broto de lo más profundo de mi ser, creando pequeños relámpagos sobre el cielo.

Entonces lo sentí, cada parte de mi comenzaba a desprender un aura oscura. Obligándome a salir rápidamente de aquel pequeño espacio, mientras comenzaba a correr desesperadamente.




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