POV. Alexander Vincent.
¿Qué sucedería si tu alma gemela estuviera frente a ti, pero no lo sabes, lo sientes y ese sentimiento es tan confuso, tan adictivo qué hipnotiza tus sentidos?
Aquéllo era lo qué sentía en mi pecho al observarla a tan solo unos metros de mí, podía sentir el dulce calor que emanaba cada poro de su cuerpo.
Algo en aquélla joven lograba captar mi completa atención, hipnotizando mis sentidos ante sus ojos.
¿Qué sucedería al acoplarse dos almas gemelas, sintiéndose la una a la otra?
Pequeñas sensaciones se adueñaban de mi cuerpo, volviendome débil ante su atenta mirada, sensaciones desconocidas, jamás encontradas en mí interior.
Su mirada expresaba misterio, tan oscura, feroz, intimidante. Esperando a su presa para casarla de un solo bocado, haciéndole delirar entre sus labios, dejándole inconsciente ante su feroz agresividad.
Cuánto deseaba ser su presa..
¿Qué sucedería al conectar sus miradas?
Sus ojos brillantes ante la preciosa Luna, creando una perfecta sincronía entre el color gris perla de sus ojos, junto aquél rojo, formando una perfecta obra de arte. En donde su presencia era partícipe, creando el perfecto paraíso en sus ojos, delirante ante mi mirada, sucumbiendo mis sentidos sobre su perfecto cuerpo, dejándome a la deriva entre las curvas de sus labios, sonriendome.
Oh preciosa Luna, perdonadme, ¿Aquélla no era una perfecta obra de arte?
Peligro, misterio, protección, frialdad, aquéllo era lo que emanaba su presencia, tentando tus sentidos, incitando a cometer los más atroces pecados entre su cuerpo, convirtiéndose en tu adicción, malditamente adictiva.
Oh preciosa Luna, dadme fuerzas ante mis pecados...
No comprendía qué me sucedía, por qué mi cuerpo actuaba de aquélla manera, por qué cada uno de mis sentidos se descontrolaba al estar frente a ella...
Desde mis dos siglos de edad, nunca había sentido aquéllas emociones tan revolucionadas en mí.
Gran parte de mi vida había soñado con mi alma gemela, encontrarla y poder ser felices juntos, pero no todo es tan fácil, algunos de nosotros nunca la encuentra, se dice que su destino es pasar la eternidad en soledad, sufriendo por la perdida de su amor..
Hace un siglo había emprendido una búsqueda sobre ésta, intentando encontrarla, buscando por los lugares más remotos del mundo, cada ciudad, cada país, pero nunca hallé ningún rastro de ella.
Siempre he tenido la esperanza de encontrarla, podía sentirla.
Constantemente mis sueños se veían afectados por una joven, pero su rostro no era visible ante mis ojos, parecía esconderse, negándose a que la encontrara.
¿Porqué te escondes, dulce dama?
***
POV. Alice Camberleck.
La cena transcurría en silencio, un aura agradable se instalaba al rededor de cada uno de los presentes, podía percibir pequeños murmullos que provenían de los niños qué se encontraban junto a sus seres queridos, felices por aquél momento agradable en donde el sufrimiento no se encontraba, aliviandolos.
¿Cuánto sufrimiento podría guardar una persona?
¿Cuánto dolor sería capaz de cargar su alma?
El sufrimiento es inevitable, llega como una tormenta, de manera repentina, deteriorandote en el camino, intoxicandote con su fuerza, intimidando tus sentidos con su feroz agresividad, arrastrando cada uno de tus problemas hacía ti, envolviendote en una nube de dolor, en dónde sientes que te ahogas, qué te debilitas, una y otra vez, sin parar, regonado piedad..
El tiempo pasa y aquél dolor comienza a ser parte de tu vida, crees acostumbrarte a éste, intentas convencerte de qué así es, intentando ocultar el dolor que nace en tu interior, intentando sacarlo de ti, pero éste se niega a dejarte ir.
Entonces sientes qué no puedes más, rindiendote ante toda clase de emociones qué estén en tu interior, dejando qué el sufrimiento tan atroz te consuma, llevandote con él, destrozando tu alma lentamente, sin piedad.
Tu rostro comienza a perder color, tus ojos pierden aquél brillo característico en ti, tu cuerpo comienza a debilitarse, adoptando aquélla postura rígida, dejandote vencer ante éste..
-¿Cuánto tiempo estará posada la luna sobre el cielo?- alze la voz, llamando la atención de los presentes.
-Un mes estará posada sobre el cielo- respondió Alexander, queriendo atravesar mi alma con sus ojos, asenti en silencio.
-¿Cuánto tiempo te quedaras aquí?- la voz de una pequeña niña se escuchó creando pequeños ecos a mi al rededor, la observé, encontrandome con la niña qué había estado anteriormente.
-El tiempo que sea necesario, cariño- sonreí observando como su rostro adoptaba un color carmesí.
-¿El tiempo que sea necesario?- pregunto Alisson, brevemente enfadada.
-El tiempo que sea necesario, querida- volví a repetir frustrada, sus ojos eran amenazantes, pero no causaban nada en mi.
-No puedes quedarte en éste lugar- alzó su voz, creando un silencio expectante a nuestro alrededor.