La Elegida (en Edición)

Capitulo 62

La dulce melodía del canto de las aves a mi alrededor, la sensación de paz al estar alejada de todo, mis pensamientos divagaban hacia mi pasado.

¿Qué era enamorarse?

Aquélla fue la primera vez que supe su respuesta al momento que su mirada se poso sobre la mía, envolviendome en un sin fin de emociones jamás encontradas, llevándose todo de mi con tan solo su sonrisa, aquélla sonrisa qué lograba traer luz a mi vida.

Él..

El era la tempestad ante el caos que reinaba a mi alrededor, él era el sol luego de que terminase la tormenta, tan frío y tan cálido a su vez.

Sus labios eran la puerta hacía un mundo de emociones desconocidas, delirando mis sentidos ante su su tibio tacto, sintiendome desnuda ante su mirada, querida ante su sublime sonrisa y absolutamente perdida entre sus caricias.

Aquél sentimiento inexplicable qué se instalaba en mi pecho comprimiendolo, al observarlo a mi lado, sonriendome, dejando a la vista mis sentimientos.

Eres una perfecta obra de arte, Alice. 

Nunca lo olvides.

Aquéllas últimas palabras eran presentes constantemente en mi mente, sucumbiendo cada uno de nuestros recuerdos, aquéllas noches observando el infinito cielo inundado de perfectas estrellas, sus labios besando cada extremidad de mi cuerpo, explorando con su tibia lengua cada lugar recognito de éste, envolviendome entre su peligro, convirtiéndose en mi adicción.

No confíes en nadie, Alice, ni siquiera en mí.

Sus palabras aún lograban causar escalofríos en mi piel, su voz gruesa contrastaba con el sabor agrio de sus palabras, aquéllas palabras eran tan ciertas, absolutamente dolorosas.

Enamorarse conlleva de tantas sensaciones, tan maravilloso, tan malditamente único. El miedo, dolor, inclusive la propia felicidad se mezclan entre si logrando una combinación adictiva, peligrosa.

El miedo se hace presente, miedo a sentir, miedo de aquéllas emociones tan nuevas en ti, miedo de equivocarte, de sufrir.

Millones de sensaciones atacan sin piedad tu interior, asegurándose de qué las sientas, tus sentidos se desconcontrolan, tus nervios florecen, tu corazón recobra vida y en ese instante que tus ojos se posan sobre los de esa persona, lo sientes, te sientes en casa.

Él me hacía sentir en casa, segura, protegida, el era peligro, el cuál se me hacía completamente adictivo.

Eres adictiva cariño, enamorarse de ti conlleva al peligro.

Sus caricias trazaban miles de emociones en mi piel, quemaban como el fuego, su risa creaba millones de espasmos de ternura en mi interior, cuando sus brazos me rodeaban podía sentir qué todo a nuestro alrededor se tornaba tenue.

Se felíz, Alice. Se feliz lejos de mí, vive.

El era una dulce tentación, tan destructiva y a su vez adictiva. Sus recuerdos se amoldeaban en mi interior incrustrandose en mi corazón, perforando mi alma.

-El amor- murmuró una voz a mi lado, sobresaltandome- aquélla sensación tan única, queriendo escapar para incrustrarse entre tantos corazones, llenando de luz su alma, tantas personas a la deriva de éste, soñando con encontrarlo, sentirlo, y otras- sus ojos se encontraron con los míos, brillando ante la tenue luz del sol- desperdiciando cada oportunidad que le brinda éste, rompiendo corazones, desechando sentimientos a la basura, burlandose de emociones, disfrazandose de odio, repulsión.- suspiró observando el suave movimiento del agua, su mandíbula se encontraba tensa, podía observar cada facción de su rostro.

Mi corazón palpitaba de manera sofocante, mi mirada no podía apartarse de su rostro, sus ojos brillaban como dos faroles a la deriva, sus labios incitaban al pecado comprimiendo mi estómago, pensamientos extraños atacaban mi mente, el era un imán y yo era su presa...

Cuándo encuentras a tu alma gemela, lo sientes, esa extraña sensación que invade tu cuerpo, tus ojos brillan ante su presencia.

-¿Cómo encontraste éste lugar?- pregunté aún con la mirada perdida en su rostro.

Su rostro giró, sus ojos me observaban apreciandome, había algo en estos que lograba llamar mi atención, podía observar como éstos ocultaban algo, secretos ocultos a la deriva de un sin fin de emociones.

-Solía pasar la mayor parte del tiempo aquí- murmuró sin apartar su mirada de la mía- admirando el hermoso espectáculo que me brindaba la naturaleza, alejando mis pensamientos, disfrutando de la soledad- finalizó formando una leve sonrisa en su rostro.

Alexander..

Un suspiro cargado de tranquilidad se escapo de mis labios, admirando todo a mi alrededor, la suave frescura del viento soplaba con delicadeza mi rostro, trazando caricias imaginarias.

Un extraño sentimiento se instaló en mi pecho, podía sentir cómo el calor invadía cada célula de mi cuerpo, extraños pensamientos se hacían presente; las almas gemelas..

-¿Te has enamorado alguna vez?- pregunté curiosa por su respuesta, su mandíbula se tenso levemente mientras un leve suspiro se escapo de sus labios.

-No- murmuró con la mirada pérdida, aquélla respuesta había ocasionado una extraña sensación de alivio en mi interior- nunca he sentido nada que conlleve al amor, quizá mi destino es vacío, sin nadie a mi lado- me observó confundido, extrañamente aquéllas palabras habían logrado crear un vacío en mí, haciendo temblar mi cuerpo ante nuevas emociones.




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