-Te propongo algo- alzó su voz, llamando mi atención de manera inmediata.
-¿Qué propones?- reí.
-Debes aguantar mi mirada por mucho tiempo- respondió, confundiendome- Tienes que demostrarme qué mi mirada no te logrará intimidar en lo absoluto- me observó divertido.
-¿Qué clase de juego es éste?- reí sin poder evitarlo, aquéllo sería más fácil de lo imaginado.
-Un juego realmente divertido, querida- se encogió de hombros, riéndose ante su extraña idea.
-Esta bien- accedí- acepto.
Nuestras miradas se encontraron inmediatamente creando una conexión entre nuestros ojos, siendo imposible apartar la mirada.
Acelerando mi corazón ante su intensa mirada, creando nervios en mi interior, comprimiendo mi pecho al divisar el deseo a nuestro alrededor. Teniendo la necesidad de tocar su rostro con mis manos, llevandome a un sin fin de emociones, confundiendome, arrastrándome hacía lo más profundo de su ser. Queriendo encontrar cada uno de sus secretos para guardarlos en mi.
Fuertes punzadas atacaban sin piedad mi corazón, expandiéndose entre descargas eléctricas sobre mi cuerpo, envolviendome entre miles de sensaciones, mezclándose entre si, creando pensamientos nuevos, temblando ante su tacto.
Abrumada, aquélla era la palabra que me definía en aquél momento, todo era tan abrumador en mi interior. Creando batallas sin fin, deseando encontrar una respuesta ante todo lo que estaba sintiendo, era sorprendente lo que una persona desconocida podría hacerte sentir.
Me sentía tocar el infierno con mis manos, tan aterrador, pero sumamente adictivo. Mis labios quemaban, sus besos curaban, mis recuerdos me alejaban, volviendo fría cada extremidad de mi cuerpo, apagando el deseo qué crecía en mí, desconectando mi mirada, frustrada.
-Perdiste- rió de forma victoriosa.
Lo miré enfadada.
-Te diré un secreto- murmure en su oído- Yo nunca pierdo, al contrario, siempre gano- reí suavemente al observar su rostro perplejo ante mi atrevimiento.
-Juegas con fuego- habló acercando su cuerpo hacía mi dirección- te quemaras- sonrió.
Suspire nerviosa al notar el calor que emanaba su cuerpo ante nuestra cercanía.
-Lo prohibido es tentador- respondí- un sentimiento jodidamente provocador.
-¿Prohibido?- preguntó confuso.
Una fuerte carcajado se escapo de mis labios al notar su confusión.
-Lo prohibido siempre conlleva una consecuencia, querido- murmure- y la consecuencia seria sentir, pero no caeré en ese juego- sonreí foraz, alejandome a una distancia considerable de su cuerpo.
-Alice- murmuró mi nombre, creando pequeños cosquilleos en mi pecho.
-Alexander- murmure de igual manera, queriendo entender el porque de su actitud.
-Eres como el fuego- anunció- tan peligrosa pero a su vez cálida, logrando entrar en ti para luego quemarte como si del mismísimo infierno se tratase.- finalizó, acercándose lentamente, acariciando mi rostro con sus ojos celestes, tan oscuros por el deseo y la confusión que habitan en ellos, extaciando mi alma.
Mi garganta se encontraba seca ante su cercanía, podía sentir su respiración mezclandose junto a la mía.
-No deberías acercarte- susurre observando sus labios, queriendo acariciarlo con la yema de mis dedos.
-Me arriesgare- respondió antes de conectar nuestros labios, sorprendiendome.
Cada extremidad de mi cuerpo se encontraba paralizada, podía sentir las palpitaciones qué ejercía mi corazón; sucumbiendo mi cuerpo de sensaciones ya conocidas, pero algo realmente extraño ocurría en mi interior. Algo diferente, mucho más fuerte que antes..
Mis labios correspondieron a sus movimientos, de manera dulce, tan suave y a su vez apasionada, mis movimientos eran torpes a causa de la sorpresa que aún habitaba en mi.
Presa ante mis emociones, completamente atontada ante el dulce sabor de su saliva, sus manos rodeando mi cintura de forma protectora, mis manos envolviendose en su cuello formando un abrazo; dejando qué los sentimientos hablaran por si solos, entregandome a ellos.
Y es en ese mismo instante en el que algo en ti se enciende nuevamente, irradeando emociones que alguna vez creiste ocultas, entonces el miedo se hace presente en ti.
El miedo a sufrir, decepcionarte, el miedo a enamorarte nuevamente, inclusive miedo de amar..
Ese mismo instante en el que piensas si aquéllo valdra la pena, esos nuevos sentimientos reenaciendo en tu interior con más fuerza, haciéndote creer en cada uno de ellos.
Besame por toda la eternidad..
Envolviendote en cada fibra del amor, presa ante tus emociones. Viviendo el momento en el que un simple beso crea una batalla en tu interior, desarmando y arrmando cada pedazo de ti; como si de piezas de rompe cabezas se tratase.
Guiando mi mente hacía un sin fin de pensamientos, desconctandome de la realidad. Su tibia lengua hacia contacto junto a la mia, creando una danza tenue, tímida.
Encontrandose, envolviendose y sintiéndose entré si. Sintiendo la humedad de sus bocas, prometiendo un sin fin de promesas entre sus labios, olvidándose completamente de las pequeñas curvas de sus labios, expresando una sonrisa que amenazaba por escapar.