Observaba mi cuerpo ante el largo espejo que se hallaba en un extremo de mi habitación.
Mis pensamientos divagaban hacía diferentes extremos de mi mente.
La confusión se creaba en mi interior, comprimiendo mi estómago de forma inmediata.
-Esto no esta bien- rogue por que mi voz se notara clara.
-¿Estás segura?- preguntó observando mi cuerpo por completo.
-Deberías alejarte- advertí en susurros, su presencia creaba nervios en mi.
-¿Y que si quiero tocarte?- preguntó sonriendo- ¿Si quiero posar mis manos sobre ti de manera que me ruegues por más?- comenzó a acercarse lentamente- ¿Qué si quisiera hacerte el amor una y otra vez sin piedad?- trague saliva antes sus palabras.
-Alexander- ahogue un gemido al notar su cercanía.
-¿Qué sucedería, princesa?- murmuró con voz ronca- ¿Me dejarías llevarte hacía lo más profundo del placer?- le miré a los ojos sorprendida ante su descaro.
Acepta, princesa.
-Acepto- accedí, sorprendiendole.
-Debes de saber que una vez que aceptes, no parare hasta observar tu cuerpo temblando bajo de mi- su aliento chocaba sobre mis labios, erizando mi piel por completo.
Una pequeña contracción en mi entrepierna advirtió lo que sus palabras habían provocado en mi.
Mis muslos se tensaron al notar sus manos posarse sobre mi espalda, recorriendo cada poro de mi piel hasta llegar hacía la parte baja de mi cintura. Mi entrepierna se humedecia cada vez más al notar como sus manos tentaban mis sentidos.
Suaves suspiros se escapaban de mis labios en forma de protesta al necesitar aún más de sus caricias.
-¡Alexander!- me exalte al sentir mi cuerpo alzarse sobre el suyo, sus manos sostenían mis muslos mientras se dirigía hacía la gran cama que yacia inerte ante el tan esperado momento en el cual nuestros cuerpos se sintieran por completo.
-Eres una maravilla, mi perfecta flor- susurró posando su cuerpo suavemente ante el mio- Eres la mismísima esperanza ante cada uno de mis demonios, tu aura vuelve loco a mis sentidos. Eres la luz que ilumina mi oscuridad, me atraes hacía ti como un simple imán. Me es imposible no pensarte, me haces sentir- suspire al sentir sus labios sobre mi cuello, dejando besos humedos sobre éste.
-¿Qué está sucediendo?- gemi al sentir una fuerte punzada sobre mi pecho, provocando que mi espalda se curvara violentamente. Sus dientes moridan suavemente mi piel, creando pequeños choques de electricidad sobre mi cuerpo.
Sus brazos me envolvieron con fuerza sobre su pecho, las punzadas aumentaban, nuestros cuerpos se juntaban como si fueran un imán y sus piezas fueran destinadas a encontrarse.
-No lo se, princesa- jadeo recorriendo mis piernas con sus manos.
Eramos dos piezas destrozadas, nuestro destino era encontrarnos.. Y ahora que estábamos unidos, nos sería imposible alejarnos.
Sus labios besaban mi cuello con suavidad, sus manos recorrieron mi cintura, mis muslos se contraian con cada una de sus caricias.
-Necesito más de ti- gemi al sentir sus manos sujetando con fuerza mi cintura. Sus besos bajaban lentamente sobre mi clavícula, su lengua trazaba pequeñas figuras sobre mi tersa piel.
Mis párpados se cerraron con fuerza al sentir su lengua entre mis pechos, disfrutando del sabor que emanaba mi cuerpo.
El sudor comenzaba a ser presente sobre nuestra anatomía. Tiré suavemente de su cabello disfrutando del movimiento que otorgaba a mis caderas. Su cuerpo se encontraba sobre el mio, apricionandolo sobre su gran erección; delirando mis pensamientos.
El pequeño vaivén de sus caderas, provocaba que fuertes gemidos se escaparan de mis labios al sentirlo sobre mi.
Mis manos fueron hacia su camiseta para abrir paso sobre su piel, mis uñas se deslizaban sobre esta mientras quitaba rápidamente su prenda. Dejando en contacto ante mi torso su tersa piel.
Mi garganta se seco al notar el ejercitado físico qué este tenía.
-Tocame, princesa- murmuró sobre mi piel, sus manos se dirigieron de manera repentina ante mi sujetador, quitandolo ante una rapidez sobre humana.
Mi respiración se incrementaba a medida que su lengua atacaba sin piedad mis pezones, mi se mi centro se humedecia al sentir sus labios posarse suavemente sobre uno de mis pezones para jugar con este.
Sus dientes tiraban suavemente para luego posar su lengua en forma de círculos, como si se tratara de un apetecible helado.
Mis uñas recorrían su espaciosa espalda, aferrandome a éste. Sus caderas ejercían presión sobre mi centro, haciéndome delirar.
Mi pelvis se elevaba levemente a la espera de encontrar más contacto junto a el. Sus manos sujetaban con fuerza mis senos, besando cada extremo de estos.
Sus pantalones comenzaban a estorbar mis movimientos, ansiaba que estos desaparecieran de mi vista.
Este al sentir mis manos sobre el inicio de estos, se incorporó rápidamente antes de retirarlos de el, dejando su erección entre sus boxers.
Humedeci mis labios antes de morderlos sensualemente al observar su cuerpo con solo una diminuta prenda, ante mi.
Sus ojos observaban mi cuerpo de igual manera, sus pupilas se encontraban dilatadas, el deseo culminaba en nuestros cuerpos.
-Eres hermosa, tan perfecta- murmuró antes de atacar nuevamente mis labios, besandome con cariño, sus manos recorrían mi torso sin prisa, dirigiéndose hacía un destino en contrecto; mi intimidad.