POV. Cassandra.
Deberías escucharla antes de perderla por siempre.
Aquéllas palabras habían causado un extraño dolor en mi, causando una revolución en mis pensamientos.
¿Por qué dolía pensar en perder a Alice?
Mi pecho se comprimia al imaginar que aquéllo sucediese, pero me negaba a comprender mis sentimientos.
-Aún sigues negando tus emociones, mi pequeña- se oyó una voz formando ecos en la habitación.
-Padre- gire mi rostro sorprendida por su presencia- ¿Cuando haz llegado?- pregunté abrazandolo.
-No hace mucho tiempo, cariño- respondió- Pero no ignores mis palabras- me regaño causando una sonrisa en mi rostro.
-No comprendo a que te refieres, padre- negué sin éxito.
-Algo sucede, te conozco hija. Se cuando algo en ti se torna diferente, puedo observar en tus ojos como tu interior se encuentra batallando ante tus sentimientos; pero dejame darte un consejo..
-¿Cual?
-No permitas que tu mente gane, deja que el corazón hable por ti; por que el amor siempre sera nuestra mejor medicina, cuentame que sucede.
-No sucede nada, padre- suspire- ¡Absolutamente nada!- mi pecho se movía errático ante mi respiración.
-Tranquilizate, princesa- me observó preocupado.
Mi respiración pesaba, el aire comezaba a asfixiarme lentamente.
Un fuerte mareo acecho mi cuerpo alejandome de la realidad..
Una jóven mujer se encontraba recostada sobre una espaciosa cama a punto de dar a luz.
Personas entraban y salían de la habitación con prisas, los minutos pasaban y los jadeos desesperantes se hacían presentes con continuidad, la hora había llegado.
Dos jóvenes muchachas se dirigieron a su lado tratando de tranquilizarle.
-Es hora, reina- avisó una de las mujeres que se encontraba frente a esta- Debe de respirar, ha llegado la hora de conocer a la princesa- sonrió con nervios.
Cientos de personas se encontraban fuera del Palacio, incluso fuera de la habitación se encontraba absolutamente repleta de personas a la espera de la dulce princesa, los nervios se hacían presentes en cada uno y la felicidad era palpable en aquél lugar.
Pasaron algunos segundos a tardar antes que se escucharán pequeños gritos acompañados con gemidos de dolor, los minutos pasaban y estos no cesaban, las murmullos adornaban el enorme salón quien era protagonico de aquélla situación.
Luego de largas horas en espera el silencio se hizo presente colmando la desesperación de los presentes. El murmullo acabó y tras este se oyó un suave llanto.
Dentro de la habitación se encontraba la joven reina observando con fascinación a su pequeña hija, esta era su verdadera copia, las lágrimas se resbalaban de sus mejillas; lagrimas de felicidad.
Las jovenes muchachas se encargaron de avisar la llegada de la princesa a los presentes, teniendo como respuestas sus risas y gritos de alegría, celebrando la llegada de su luz.
El rostro de la mujer comenzaba a aclararse ante aquél recuerdo, sus labios, nariz incluso ojos, absolutamente cada facción de esta..
Todo pareció paralizarse al observarle..
Aquélla mujer, aquélla niña, Cassandra
El escenario cambio y otro recuerdo hizo aparición, esta vez brevemente corto.
-¿Qué nombre quieres para nuestra hija, mi Rey?- murmuró la joven entre los brazos de su amado.
-Quiero que se llame Alice- respondió el mayor observando el atardecer con su rostro pacífico.
-¿Alice?- contestó intrigada- Es un precioso nombre, cariño- beso su mandíbula- Pero..¿Por que lo haz elegido?
-Por que sera una mujer fuerte, defendera a cada persona inocente y lo más importante; tendra un corazón tan noble repleto de paz, ella sera la salvación ante el dolor.
-Ella sera nuestra felicidad, cariño.
-Lo es, Reina..
Nuevamente los recuerdos cambiaron dejando sus imagenes ante una pequeña niña de tan solo 5 años.
-¿Qué sucede pequeña?- murmuró la anciana acariciando el cabello rubio de la pequeña.
-Nuevamente he soñado con aquélla mujer, abuela. Tengo miedo- respondió la niña, su voz sonaba afligida.
-¿Ha que le tienes miedo, princesa?
-Tengo miedo de sufrir por ella.
-¿Quien es ella?- la anciana fruncio su ceño.
-Mi verdadera madre- respondió triste.
Y absolutamente todo a mi alrededor se volvió negro, alejandome de todos aquellos recuerdos que atacaban mis pensamientos con brutalidad.
Podía escuchar la voz de mi padre llamar pero las palabras no salían de mis labios y mi cuerpo se rehusaba a reaccionar.
-¡Cassandra!- gritó desesperado desperandome de mi transe.
-Alice- murmure cerrando mis ojos con fuerza.
-¿Que?- preguntó sin comprender.
-¡¿En donde se encuentra Alice?!- grité sintiendo mis mejillas inundadas por mis lágrimas.