— ¡Demian, Demian! —, grito el chico, quien no recibió respuesta de mi parte.
Con lo pensativo que estaba, su voz se oía tan distante, tan lejana que apenas era perceptible. Cleo me estaba matando de una forma muy cruel, estaba tan enamorado de ella que siempre soporte sus rechazos sus desplantes, el que me ignorara durante la universidad, el que nunca me dirigiera la palabra, que no respondiera mis saludos.
Pero no podía darme por vencido, algo en mi me decía que debía de estar a su lado, que tenía como sea posible permanecer cerca de ella.
— ¿Oh, qué paso? — respondí cansado. — Oyes Demian, ¿qué pasa amigo?, te ves muy pensativo —. El chico que había llegado me miró fijamente, su mirada me dijo que entendía el por qué estaba en ese estado; antes de salir de casa le comenté a donde me dirigía y con quien estaría, asi que no le puedo ocultar nada.
— Creo que ya sabes que es lo que pasa, — le digo, el asiente y me toca el hombro dando golpecitos, — mejor dime, ¿Por qué están todos aquí?
— ¿Cómo que, que hacemos aquí? Deberías de saber que esta semana tenemos el evento que prepara tu padre año con año, y al que espera que su hijo asista sin protestar, — hablo solo para los dos.
— Alex, no quiero ir a la cacería, y ustedes deberían de estarse preparando para el evento, ¿por qué pierden el tiempo viniendo por mí?
— ¿Cres que estamos aquí porque queremos? Tu padre nos ha enviado a buscarte, dijo que debemos llevarte como sea posible, asi lo tengamos que hacer la fuerza. Eres mi amigo pero tu padre es mi jefe y sabes a quien debo de obedecer. — me mira directamente a los ojos. Y sus ojos brillaron con una decisión que me hizo plantearme si negarme otra vez a ir con ellos o no.
— Alex, ahora no. Le puedes decir a papá que no me encontraste. Cúbreme por esta vez sí, no quiero ver a nadie, no m…—, el chico me interrumpe.
— Ojalá pudiera hacer algo como eso. Pero tu padre está enterado de cada paso que das en la ciudad Demian, eres su único hijo, el heredero, ¿crees que te dejaría andar por la ciudad sin saber hacia dónde vas, o con quien lo haces? — Alex suspira, tira su cabeza hacia atrás y me vuelve a mirar, — él me ha dicho donde podíamos encontrarte, claro está que yo ya lo sabía, pero no esperaba que él también lo hiciera.
Alex es muy leal a mi familia, y respeta mucho a mi padre. Si mi progenitor da una orden es de los primero que obedece cada palabra al pie de la letra, aun asi es mi mejor amigo, y el ponerle las cosas difíciles es algo que no me gusta.
Lo que es increíble es confirmar lo que ya sospechaba. Me padre me mantiene vigilado, es como si toda la ciudad trabajara para él, a veces creo que es parte de algo turbio, que pertenece a la mafia, a una secta o algo asi. Él parece saberlo todo, aun antes de que las noticias salgan a la luz, el ya tienen la primicia.
Debo de prestar más atención a lo que sucede dentro de la mansión Harvey, el haberme escapado de la jaula desde pequeño, me tienen fuera de juego, no conozco del todo a mi familia, sé que mis padres me aman, de eso no tengo duda, pero muchas ocasiones he sentido que me ocultan cosas.
Intercambié mirada con los chicos, solté todo el aire que estaba conteniendo y me puse en marcha, salí del restaurante seguido por el sequito de guardia que ahora me seguían, Alex a mi derecha y los demás nos seguían desde atrás, un poco más y papá manda a todo Moor, para llevarme a casa.
— ¿No crees que esto es demasiado llamativo? —, me acerco al chico que camina a mi lado y ambos giramos un poco la cabeza donde vemos a los siete hombres vestidos de negro que nos sigues desde atrás.
— Sí, es demasiado. Pero el jefe lo ordeno.
— Al menos da la orden que se dispersen en diferentes punto para que no nos veamos como unos malditos mafiosos, — le ordeno y veo que hablaba por el intercomunicado que lleva en la oreja, comunicando mis órdenes a los sujetos que nos acompañan.
Los hombre vestidos de negro se empieza a mezclar con el gentío y eso me da más paz y tranquilidad, ahora ya no parezco un gánster, custodiado por tanta gente. Caminamos fuera de la plaza central de Moor, y me voy en busca de mi auto, un BMW negro. Alex se sube conmigo y los demás se dividen en las dos camionetas en las que llegaron.
Conduzco por toda la ciudad mientras el motor del coche ruge en lo que avanzo por las calles congestionadas de la ciudad. A mi alrededor, las montañas se alzaban majestuosas, sus cumbres cubiertas por un manto de nieve que brillaba tenuemente bajo el cielo gris. Las densas nubes parecían presagiar que una tormenta se avecinaba, lo que le añadía al ambiente un aire de misterio y melancolía.
Los coches avanzaban lentamente, formando una serpiente interminable de luces rojas y blancas. Con las manos firmemente sujetas al volante, miraba de reojo el reloj del tablero, consciente de que cada minuto que pasaba me acercaba a mi destino. La mansión de mis padres, que esta oculta en el corazón del bosque, me estaba esperando.
Al salir de la ciudad, el tráfico comenzó a disminuir y el camino se volvió más sinuoso. Los árboles, altos y oscuros, se cerraban sobre la carretera, creando un túnel natural que parecía absorber toda la luz que quedaba. Encendí los faros, para iluminar el camino que se extendía ante el como una cinta de asfalto negro.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, divise la entrada de la mansión.
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Editado: 05.02.2025