La Elegida: Secretos de una Vida Oculta

AKIRA

(Dia en el que conocio a Cleo)

El choche se movía ágilmente por las calles de Moor, mi amiga manejaba con una desestresa descomunal, su concentración estaba estrictamente enfocada a la carretera que se desplegaba enfrente de nosotros, la calefacción en el interior del auto nos mantenía calientitas, y fuera de los límites del helado viento que había en el exterior.

La ciudad está siempre en un constante invierno, las otras estaciones no tienen ningún espacio en este pequeño gran pueblo del mundo, el frio es nuestro despertar y nuestro anochecer, no hay rayos de sol que duren más de un día, no hay primaveras que nos regalen colores, no hay veranos que nos calienten el alma, no hay otoño que anuncien un nuevo invierno, porque simplemente es un invierno eterno.

Aun así, disfruto ver los prados blancos, los pinos a lo alto de la montaña cubiertos de una densa nieve, los bosques que salvaguardan al pueblo escondiendo enormes misterios, y cada pequeño e insignificantes detalle de esta ciudad, me encanta, me llenan de vida, de ganas por recorrer cada manzana, cada colonia, cada rinconcito apartado para descubrir que más me puede ofrecer.

Y, mientras el carro corría, un par de ojos color miel volvieron a mi mente, y el corazón me latía desbocadamente, amenazándome con salirse de mi pecho. Recordar el suave tacto de su piel, el pequeño destello de electricidad que cruzo por mis dedos y el aroma a prados de lavanda que invadieron mis sentidos, me atontaban de una forma que me desconcertaba totalmente.

Los sentimientos que me acorralaron en una burbuja de emociones me tenían distraída, mareada, sin aliento, casi sin pulso, el pensar en sus ojos me dejaba sin aliento, el recordar su aroma me aceleraba el corazón y mi cerebro ya no coordinaba entre si debía respirar para no perder mis sentido y dejarme llevar por las emociones que me invadieron desde el momento en el que su ojos se cruzaron con los míos.

¿Cómo es que una persona puede enamorarse a primera vista?, no lo entiendo si lo pienso un poco, en todos los años que llevo de vida el único amor verdadero que he conocido es el de mis padres, y en mi vida nunca experimente esa sensación de mariposas en el estómago, dicen que cuando ellas llegan a revolver todo en tu interior, pueden hacer estragos irreparables en tus sentidos.

Y, si esto que me carcome el alma, el hormigueo que siento en mi interior es algo irreparable, al menos debería de hacer que los estragos y las complicaciones por las que ahora estoy pasando valgan la maldita pena, porque fueron segundos en los que nos miramos y se clavó en mi mente como el inmenso invierno que vive esta hermosa ciudad.

—Akira, ¿ocurre algo? —Lea interrumpió mi pensamientos.

—La verdad es que me pasan muchas cosas en estos momentos, no estoy segura de que es en realidad, algo da vueltas y vueltas en mi cabeza y no le encuentro ni los pies, ni la cabeza. —le respondo.

—Pues sácalo Akira, si sientes que no le encuentras un punto de inicio o de final, deberías de decirlo en voz alta, para que al menos lo dejes salir de tu sistema, —No cabe duda que sus estudios en Psicología dan sus frutos y hablar con Lea muchas veces me ayuda.

—Tienes razón, ¿pero cómo le hago, si no sé qué decir primero?, —le digo confundida.

—Tranquila pequeña, empieza por decir que es lo que causa tus preocupaciones, —me mira pensativa, —pero como por suerte eres mi amiga, creo saber qué es lo que te tienen preocupada.

—¿Qué crees que me tienen asi?, —indago para saber si de verdad me conoce como ella dice.

—Pues, estoy segura que la causante de que estes tan distraída, tan pensativa, y confundida, es la chica aquella que conociste en la plaza, ¿cierto?

¿Tan obvio era que ella me tenía tan distraída?, pero la sensación que tengo de estar con ella, de querer verla, de ir y encontrarla, de saber quién es, como es, y por qué es que siento tanto por ella, me atormentaban todos los días. Estaba casi muriendo con la incertidumbre de no saber por dónde empezar a buscarla, esperar que el destino se apiade de mí no es un lujo que me quiero dar, porque cómo es posible que nos encontremos mañana, también puede ser en años, y no quiero eso, deseo verla ahora.

—Es verdad, —le digo, —ella es la causante de que me encuentre de esta forma.

—¿Ves?, sabía que era ella, —me dice, —desde que te escuche platicarnos su pequeño encuentro, un brillo en tus ojos me dijo que no era una historia más de las aventuras que has tenido.

—La verdad Lea, que no sé qué pasa. —me sincero, —tengo una fuertes ganas de ir y buscarla, lo deseo tanto. Creo que me estoy volviendo loca amiga.

—No estas loca Akira, estas enamorada. —me sonríe, —y aun que muchos en el mundo dicen que el amor a primera vista no es posible, yo creo que si lo es.

—Igual creo que es posible enamorarse, mírame amiga, —me remuevo en el asiento del auto con frustración, —solo mírame, esa persona me tiene que ni yo misma me reconozco.

—Tranquila, ¿vale?, tienes que pensar que es lo que realmente quieres hacer.

—¿Lo que quiero hacer? —me pregunto con sarcasmo, —¿acaso no es obvio que deseo encontrarla?

—Tranquila Ki, dale tiempo al tiempo y déjalo que él se encargue de darte la respuesta —me dice.




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