Me congelo en el lugar con el corazón desbocado, casi sintiéndome cerca de la muerte. Estoy genuinamente sin palabras lo que es raro en mí, que nunca dejó de hablar. Me quede sin aliento y no me explico como una persona pueda robarte la vida en un suspiro, enamorarte con una simple mirada y llevarte al borde de la locura con su exquisita y sensual voz.
No soy capaz no de quitar la mirada mientras se pierde entre los pasillos, y tampoco dejo de pensar en cómo es que alguien como ella, tan malditamente hermosa y celestial, pueda tener un rostro tan fríos como ese. Las palabras que dijo antes de marcharse sonaron distintas a los que reflejaba en su cara.
«¿Al menos me habrá reconocido?» pienso, y entre más lo hago más surgen las preguntas. El temblor en mis manos no me deja, por que ella sigue tan presente en mi memoria que todavía puedo sentir su cercanía.
Ella, ¿me llamo torpe? Ni si quiera es tan amable para recordarme y se atreve a decirme torpe, cuando claramente fue ella la que causo nuestro accidente otra vez. Siempre esta tan distraída que no se da cuenta de lo que tienen enfrente. Y casualmente estoy enamorada de la chica que ni siquiera me recuerda.
—Akira —la molesta voz de Demian me saca de mis pensamiento cuando grita mi nombre.
Lo miro confundida, al descubrir la expresión en sus rostro, y darme cuenta que es la primera vez que alza la voz delante de mí. ¿Qué le sucede? —Oyes —suelto ofendida, —No vuelvas a gritarme, ¿Qué hice?
—¿Qué, que hiciste? —responde con reproche, y mirada severa, —¿Te parece poco haberte puesto en ridículo frente a ella?, —recrimina, —te dije claramente que te comportaras, esta no es tu otra escuela, ¿lo entiendes? Aquí todo es diferente, las personas son diferentes. —me regaña, —y para terminar de complicarte la vida, tenía que ser con ella, con la chica que odia, el que otros la toquen.
—Ya basta —le grito casi en la cara, —no me regañes mas. Ya entendí, pero sabes perfectamente que asi es como soy. ¿Qué hay de malo en mostrarme como soy? —suspiro hondo como si eso ayudara a calmarme, lo miro y mejor pregunto lo que cosquillea en la punta de mi lengua, —y... —dudo un poco, el me lanza otra mirada severa, pero no dice nada, —en cuanto a esa chica, ¿Cómo se llama? —suelto.
—¿Enserio solo preguntaras eso? —, dice, y la arruga que se le adorna entre las cejas me dice que esta aun mas furioso, pero me da igual, —Vaya que eres increíble, trencitas. Realmente increíble. —suelta y se va, con la respuesta que espero, dejándome perpleja en el mismo sitio.
Me hecho a correr cuando me doy cuenta que no se detendrá y esperarme y sigue avanzando hacia nuestro destino, —Vamos dime —, grito mientras corro detrás de él.
Ya no detienen el ritmo para ir a la par, sus zancadas son tan grandes que ahora tengo casi que correr para seguirle el paso. Es lo que pasa cuando es mucho mas alto que tu y sus piernas nos hermosamente largas.
—¿A caso no lo escuchaste hace un rato? —responde al fin cuando solo estamos a unos metros de la oficina del director y tiene que bajar la velocidad de sus pasos.
—No, ¿si no por que estaría preguntando? —contesto con sarcasmo, y en mi rostro una sonrisilla maliciosa, —¿Cómo se llama? —vuelvo a preguntar.
Demian me mira con ojos entrecerrados, intentando descifrar mi curiosidad por aquella chica, eleva la mirada un poco, antes de lanzar la pregunta. —¿Por qué tanto afán por saber cuál es su nombre?
—¿Ah? —me muevo nerviosa y esquivo sus filosa mirada enjuiciadora.
Es la ultima persona a la que conefesaria mis sentimientos, en primer lugar por que ni yo misma se como explicarlo y en segundo, pues… por que no es sano para ninguno de los dos.
Esta obsesión va delatarme si no me controlo mejor. Pero, ese cosquilleo que sube por mi cuerpo y me dice que corra y vaya en su búsqueda, me hace sentir tan ansiosa que siento como tiembla todo mi cuerpo.
Es como si estuvieras luchando por dejar de consumir drogas, como si la abstinencia no te diera respiro porque lo único que ansias es tener eso que le falta a tu cuerpo, eso que te eleva y te transporta a otro mundo, eso que sientes que necesitas en cada gramo de tu cuerpo, ellas es esa droga para mí.
La necesito.
La deseo.
La quiero para mí.
La quiero mía.
Me detengo frente a la puerta que tienen la placa donde dice: “Dirección”, me debato entre si entrar o regrear por donde llegue para ir por lo que quiero, aprieto los puños con mucha fuerza y, «a la mierda» me digo a mi misma mientras me giro sobre mi propio eje para regresar, avanzo un paso y luego otro, y otro hasta que Demian vuelve a elevar la voz, y hace que me detenga —¿Dónde crees que vas? Te esperan en la oficina del director, ¿acaso no lo recuerdas chiquilla?
No le doy la cara, pero si que esto me da una oportunidad para obtener lo que quiero, —Regreso, si me dices el nombre de la chica. —sentencio, y puedo sentir como clava la mirada furiosa sobre mí.
Me rio internamente al pensar en todas las canas verdes que le sacare a Demian, estando en la misma universidad.
—Eres malditamente exasperante, Akira. —dice y su tono suena cansado, pero eso me dice que se ha rendido ye que me dará lo que quiero, «Sí», me giro y lo veo llevarse las manos a la cintura, —No vas a dejar de insistir, ¿cierto?
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Editado: 22.07.2025