—¿Qué fue lo que le dijiste a la chica, para ponerla asi de roja?, — miro a mi amiga con curiosidad, — y, quiero la verdad. — la sentencio.
—No le he dicho nada, — me mira con esos ojos dominantes a los que no me puedo imponer, su aura es muy poderosa.
Literal meto la cola entre las patas. Cleo es el tipo de chica que no te atreverías a tocar, es malditamente dominante. Y ahora, es imposible no notar que dentro de ella está creciendo un inmenso poder, sus ojos brillan con una determinación que te pone los pelos de punta, esta eufórica, está dejando salir comportamientos que antes no habíamos visto en ella, se ve más segura, impone poder, belleza, sensualidad, y se ve más ligera.
Caminamos por los pasillos mientras nos alejamos de la chica de ojos azules que dejo recostada contra los casillero con un color igual que al de los tomates, no evito reír a pesar de temérmele a la persona que camina delante de mí, porque nunca había visto a Cleo coquetear, con…con nadie.
—Vale, — le digo, — pero déjame decirte que no te creo, algo le dijiste, porque no por nada se puso como un tomate. Pobre chica casi se desmaya.
Cleo me mira por el rabillo del ojo y un escalofrió me recorre toda la espina dorsal, —No seas metiche. Y, camina o te quedas. — dice y acelera el paso para salir del edificio.
Nos movemos por el patio delantero del campus en busca de los estacionamientos donde está mi auto y la motocicleta de Cleo. Cuando nos acercamos al lugar, vemos a los chicos que ya nos esperan junto a los dos vehículos, mi hermano Tom esta sobre la CRB de Cleo, al igual que a ella, a ambos nos gustan muchos las motocicletas y los autos deportivos el cual esta invadido por la chica para hermosa que han visto mis ojos, claro sin contar a Cleo, que es una diosa.
Pero, Luna, es símbolo de ternura, delicadeza, belleza pura e inocente, su cabello de un raro color cenizo le cae en ondas por la espalda cubriéndole los glúteos, fantasía de cualquier hombre; sus ojos grises igual que una tormenta de invierno, son fríos y al mismo tiempo cálidos, te hipnotizan dejándote en sueños profundos, sus labios pequeños en forma de corazón delineado con un labial color rosa suave, te provocan el desespero tortuoso de perderte en ellos, son una tentación de deseo y lujuria, y su cuerpo pequeño, porque no mide más de 1, 60, perfectamente esculpido, dotado de curvas en los lugares indicados, la hacen la chica más…bueno debo admitirlo, la chica más sexi; es muy hermosa.
Lo que es una pena que sea la chica más costrosa y mimada de todo el maldito mundo, además de que a nadie del campus ve digno de ser su pareja, y nosotros solo somos sus amigos, gracias a ella y a Cleo, somos un grupo destacado en el campus, nuestra presencia no pasa desapercibida, somos hermosos, porque déjenme decirles que soy malditamente guapo y sexi.
En cuanto a Luna, somos los únicos que la aguantamos, aunque mi hermano y yo, muchas veces perdemos los estribos y la poca paciencia que tenemos con ella, ahora la que si le doy un diez, es más le doy un mil por aguantarla y soportarla con mucha paciencia es Cleo. Cuando Luna logra atraparla, no la suelta, se le pega como un chicle, lo que a veces me hace creer que le gusta nuestra amiga, pero teme confesárselo, porque hemos sido testigos de todos los rechazos que Cleo ha dado a casi la mitad del campus que se le ha confesado.
—¿Esperaste mucho pequeña? — le pregunta Cleo a la chica que está sentada en el capote de mi deportivo rojo.
Luna se levanta del capo y se cuelga del brazo de Cleo. Lo que es su costumbre. A Cleo no le importa y sigue caminando como si nada hasta acercarse a su moto.
—Ey, yo también estoy aquí, — le reclama mi hermano, y ella le tira una mirada de fastidio, lo que me hace soltar una risilla.
—No me importa, — lo fulmina, —¡Bájate de mí moto antes que te rompa el cuello!, — lo regaña. Y, Tom la ignora, ya que sigue muy fresco sobre la moto.
—No, — responde con una amplia sonrisa la chica de cabello gris, — llegamos hace unos minutos.
—Vale, — le sonríe. Es la única capaz de hacer que el Iceberg sonría sinceramente…, bueno era la única capaz.
—Y, bien. ¿Dónde nos llevaras? — pregunta Tom curioso.
Ella nos mira a los tres con una ceja ligeramente levantada, — ¿confían en mí?, — nos suelta la pregunta.
Los tres fruncimos el ceño, porque la pregunta ofende. —¡Con nuestra vida! — respondemos juntos.
—Bien, entonces solo tendrán que seguirme hasta donde yo me dirija, sin preguntar y cuestionar. Cuando estemos en el lugar, responderé lo que quieran preguntar, siempre y cuando la respuesta se las pueda dar. ¿están de acuerdo?
Los tres asentimos.
Cleo camina quita a Tom del vehículo, y mira a la chica que cuelga de su brazo, pero esta no la suelta. «que fastidio de chica».
—¿Pequeña te montaras en la moto conmigo? — le habla cariñosa, y la chica solo menea la cabeza de un lado a otro en negación, ¡Dios es como una niña!
—Vamos en el carro de los chicos, —le señala el auto con el índice, mientras hace pucheros con los labios, — y que Tom se lleve tu moto. — le pide con ojitos de gatitos; verla me recuerda al gato que sale en shuerk. Hasta yo quiero decirle que está bien.
—Vamos Cleo acepta, o hará su berrinche hasta que lo hagas, — intervengo, cuando veo que Cleo duda en darle la llave a mi hermano.
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Editado: 22.02.2025