La Elegida: Secretos de una Vida Oculta

Capítulo 12: SAÚL

—¿Qué fue lo que le dijiste a la chica, para ponerla asi de roja?, —miro a mi amiga con curiosidad, —y, quiero la verdad. —la sentencio.
—No le he dicho nada, —me mira con esos ojos dominantes a los que no me puedo imponer, su aura es muy poderosa.
Literal meto la cola entre las patas. Cleo es el tipo de chica que no te atreverías a tocar, es malditamente dominante. Y ahora, es imposible no notar que dentro de ella está creciendo un inmenso poder, sus ojos brillan con una determinación que te pone los pelos de punta, esta eufórica, está dejando salir comportamientos que antes no habíamos visto en ella, se ve más segura, impone poder, belleza, sensualidad, y se ve más ligera.
Caminamos por los pasillos mientras nos alejamos de la chica de ojos azules que dejo recostada contra los casillero con un color igual que al de los tomates, no evito reír a pesar de temérmele a la persona que camina delante de mí, porque nunca había visto a Cleo coquetear, con…con nadie.
—Vale, —le digo, —pero déjame decirte que no te creo, algo le dijiste, porque no por nada se puso como un tomate. Pobre chica casi se desmaya.
Cleo me mira por el rabillo del ojo y un escalofrió me recorre toda la espina dorsal, —No seas metiche. Y, camina o te quedas. —dice y acelera el paso para salir del edificio.
Nos movemos por el patio delantero del campus en busca de los estacionamientos donde están nuestros vehículos.
Nos acercamos al estacionamiento donde los chicos ya nos esperan; Tomas esta sobre la CBR en color Onix de Cleo. Ha ambos nos gustan mucho las motocicletas y los autos deportivos, como el mío que esta invadido por una pequeña hada molesta.
Esta es mi amiga Luna, todo en ella simboliza ternura, delicadeza, belleza, pureza e inocencia; su cabello de un raro color cenizo le cae en ondas por la espalda cubriéndole hasta los glúteos; fantasía de cualquier hombre.
Tienen unos ojos de muerte; grises, gélidos, iguales a una tormenta invernal, son fríos y cálidos al mismo tiempo. te hipnotizan dejándote en sueños profundos; sus labios, pequeños en forma de corazón delineados con un labial color rosa suave; provocando la desesperación tortuosa de perderse en ellos, tentación de deseo y lujuria.
No es alta, pero es perfectamente proporcional; su cuerpo esculpido y adornado con curvas, la hacen la chica mas sexi; si, lo cierto es que es una chica muy hermosa.
Lastima que sea muy, pero muy exasperante; y que solo se crea la única digna de estar junto a Cleo. No entiendo como es que logro colarse entre nosotros; Cleo es una persona muy reservada y selectiva en sus amistades, para que Tomas y yo nos hiciéramos sus amigos hicimos muchos méritos, pero ella llego y simplemente la acepto.
Mi amiga es la única que la soporta; bueno no es que nosotros no la aguantemos, pero simplemente Cleo le perdona todo y le permite todo, es como una niña mimada.
Cuando Luna logra colgarse de los brazos de Cleo no hay quien la pueda apartar de ella. Muchos han pensado que son pareja por lo juntas que siempre andan; mi hermano y yo creemos que puede ser que si este enamorada de ella, y teme confesarse. Pues, Cleo rechaza toda clase de muestras de romance. No le gustan las relaciones románticas.
Nos acercamos, —¿Esperaste mucho pequeña? —se dirige Cleo a la chica, que esta sentada en el capo de mi deportivo.
Luna levanta la mirada para ver a Cleo y se baja, se lanza a sus brazos, mi amiga la atrapa y la sostiene con fuerza, Tomas rueda los ojos y yo solo puedo reir.
Nos acercamos a la moto, y Cleo sigue sosteniendo a Luna como si nada, —Ey, yo tambien estoy aquí —reclama mi hermano, ella le lanza un mirada de fastidio, lo que me hace mucha gracias. Extraña verlos asi.
—No me importa —, lo fulmina, —Bájate de mi moto antes que te rompa el cuello —lo regaña. Tomas ignora su advertencia y sigue jugando con la cosa esa.
Ignorando la conversación de esos dos, Luna por fin habla —No, —dice con una amplia sonrisa, —llegamos hace apenas unos minutos.
—Vale —, responde Cleo. Y le regala una sutil sonrisa, algo que apenas y es perceptible en su rostros, nunca la he visto sonreír como lo hizo hace un rato.
—Y, bien Cleo. ¿A dónde nos llevaras? —pregunta Tomas curioso.
Ella nos mira a los tres con la ceja ligeramente levantada, —¿confían en mí?, —suelta la pregunta.
Los tres fruncimos el ceño, porque sinceramente nos ofende. —¡Con nuestra vida! —respondemos juntos.
—Bien, entonces solo tendrán que seguirme hasta donde yo me dirija, sin preguntar y cuestionar nada. Cuando estemos en el lugar, responderé lo que quieran preguntar, siempre y cuando la respuesta se las pueda dar. ¿Están de acuerdo?
Los tres asentimos.
Cleo camina hacia su vehículo y quita a Tom del ella, y mira a la chica que cuelga de su brazo, pero esta no la suelta. «Que fastidio de chica».
—¿Pequeña te montaras en la moto conmigo? —le habla cariñosa, y la chica solo mueve la cabeza de un lado a otro en negación, ¡Dios es como una niña!
—Vamos en el carro de los chicos, —le señala el auto con el índice, mientras hace pucheros con los labios, —y que Tom se lleve tu moto. —le pide con ojitos de gatito; verla me recuerda al gato que sale en Shuerk. Hasta yo quiero decirle que está bien.
—Vamos Cleo, acepta, o hará su berrinche hasta que lo hagas, —intervengo, cuando veo que Cleo duda en darle la llave a mi hermano.
—Vale, —contesta resignada, aunque al final aceptaría, la consiente demasiado. —Pero yo conduzco.
Le entrega la llave a Tom, quien también pone cara de emoción, es la primera vez que Cleo le da la llave de su preciada moto a alguien más para que la conduzca y mi hermano moría por ser el primero, «menudo suertudo».
—Si la rayas, juro que lo que vivirás será pero que recibir mil disparos en el culo, pedazo de imbécil. —sentencia Cleo a mi hermano. Él, solo asiente y se trepa en la moto, el motor ruge como un enorme león cuando la enciende, es una belleza, ya que ella le ha hecho modificaciones a su gusto.
Dejamos de mirar a mi hermano, le entrego la llave a Cleo que se sube de lado del piloto, Luna a su lado y yo me voy a la parte trasera del auto, mi amiga quita la capota del auto; antes de tomar la carretera le pone su chaqueta a Luna, para amenguar el frio. Enciende el auto, y debería de sentirme ansioso y nervioso por el lugar a donde nos dirige mi amiga, pero, se perfectamente hacía donde vamos.
Cleo pisa el acelerador y nos adentramos a la gran serpiente de asfalto, donde los autos van y vienen, viento frio golpea nuestros rostros y el paisaje del bosque nos envuelve cuando dejamos atrás el bullicio de la ciudad y continuamos adentrándonos por el espeso bosque, miro hacia atrás y veo a mi hermano que nos sigue el paso de cerca con la motocicleta de mi amiga.
Luna lleva el ceño fruncido, ya que es claro que este no es el camino que nos lleva a la casa donde vive nuestra amiga, donde se imaginaba que Cleo nos llevaría, en cambio nuestra amiga va concentrada en el camino, aferrada con las dos manos al volante y en su rostro la mirada seria que estamos a costumbrados a mirar.
No hay algo como expresiones, emociones o algún indicio que nos diga hacia donde vamos, solo avanzamos en silencio, con la música de Adele sonando en los altavoces de mi auto.
Treinta minutos después, un enorme portón de acero sólido, se abre ante nosotros, Cleo aminora la velocidad y avanza lentamente sobre el camino que nos conduce hasta la vista de una enorme mansión, inhalo profundamente y me lleno de todos los olores que son familiares para mí por breves segundo, para luego poner cara de estar perturbadamente asombrado.
Mi amiga a lado de Cleo tiene el rostro desencajado por el asombro al menos creo es eso, nunca la había visto poner esa expresión. Y mi hermano se estaciona a un lado del auto. Cuando se quita el casco puedo ver la misma cara de asombro y satisfacción.
Los tres nos bajamos del auto, y Cleo le pide la llave de su moto a mi hermano, y a mí me entrega las de mi auto, en la entrada de la mansión las enormes puerta de madera fina se abren de par en par, y en el umbral un hombre extrañamente conocido se acerca.
—Vamos, —nos dice mi amiga mientras sube por los escalones. Los tres la seguimos sin decir una palabra. —Pide que la guarden por favor. ¿Preparaste lo que te pedí? —habla con el hombre.
—Sí, joven. Está todo listo. —responde él.
Ella le agradece, y sigue hasta el interior de la mansión. Cuando entramos en el lugar es imposible no admirar la estructura de todo el espacio, es una exquisita mezcla de elegancia con estilo clásico, en la entrada un enorme cuadro nos recibe, en el cual una pareja son los protagonistas de la obra. Cleo nos conduce hasta donde hay un quiosco, lleno de flores, en el centro de este una mesilla esta puesta llena de aperitivos, vino, jugo y otras cosas que lucen apetitosas, en el suelo enormes cojines están acomodados.
Nos invita a pasar y los tres nos movemos al mismo tiempo hasta el interior del lugar.




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