La Elegida: Secretos de una Vida Oculta

CLEO

Al día siguiente, me desperté con una sensación de pesadez en todo mi cuerpo. cada musculo me dolía, recordándome el encuentro del día anterior. La herida en mi pierna, aunque vendada, seguía ardiendo con dolor sordo. Al abrir los ojos, la luz del sol que se filtraba por las cortinas me pareció demasiado brillante, obligándome a entrecerrarlos.

Emocionalmente, estaba en conflicto. Por un lado, sentía una profunda tristeza y rabia por la traición de los guardianes convertidos en cazadores. Por otro lado, había una chispa de esperanza y determinación. Sabía que mi destino como alfa implicaba enfrentar estos desafíos y proteger a mi manada. La experiencia del día anterior había fortalecido mi resolución de aceptar mi verdadera naturaleza y luchar por mi legado.

Me incorporo de la cama, con el ligero dolor aun presente en mi pierna, eso me recuerda que tengo decisiones que tomar. Investigar a los cazadores es una de las cosas principales, y con ella la leyenda que no deja de rondar en mi cabeza. Talvez, ya se su significado, pero me cuesta aceptar que ese es el final.

Me visto y me voy a la universidad. Sigo herida, asi que voy con Paul en una de las camionetas de la mansión. Al llegar al campus, las miradas de asombro son protagonistas del momento. El auto negro no pasa desapercibido y menos cuando soy yo la que desciende de él.

Ignoro todo a mi paso y solo camino en dirección a la cafetería donde seguramente ya esperan, mis tres amigos. Entro en el lugar y me cuesta disimular el dolor en la pierna cuando todas la mirada se concentran en mí, ¿me abre puesto la ropa al revés, o porque me miran tanto?, busco entre todos los olores el de ella, ese único aroma que me mantienen en control, que me da paz y que me llena de tranquilidad, antes que me vuelva loca con todas las miradas que ahora tengo encima.

Aspiro profundamente mientras mis sentidos recorren cada centímetro del campus, y, ahí está, el olor de mi flores favoritas, tan sutil pero al mismo tiempo fragante, ella es todo lo que necesito, la persona favorita y la que todo mi cuerpo, raciocinio y sentidos aclaman por tener en sus brazos. Mi chica. Mi mujer. Mi compañera. Mi destinada.

Con su olor en mi sistema, saludo a los chicos.

—¿Estás bien? — Saul se sentó a mi lado, sin dejar de mirarme.

—Estoy bien — intento sonar convincente.

—¿Segura? Me pareció ver que co…— lo interrumpo antes que su bocotá revele lo que no quiero, pero me sorprende que se haya dado cuanta.

—Sí, estoy segura. — le respondo, antes de levantar la llamada que entra en mi móvil.

Atiendo la llamada de mi madre, donde me informa que ha contratado una tutora para darme clases de economía, ya que soy un completo fracaso en la empresa. Gracias a eso, no he podido presentarme con la manada para hacer el ritual de iniciación. Asi que, aunque no esté muy feliz con el asunto, debo de aceptar porque debo poner mis asuntos empresariales en orden ante de ir con mi manada y ponerme a la orden de ella.

—¿Cómo se llama la persona? — le pregunto.

—Su nombre es Akira Collins, todo lo que quieras saber de ella y de sus capacidades en el tema, lo tiene tu secretaria, pide que te lo manden a la mansión. — me informa.

—¿Cómo que me lo mande a la mansión, donde estas?, — interrogo.

— Estoy con tu abuelo. —me dice. En el fondo escucho la voz de un hombre que grita algo que no descifro, — cuando supo que habías vuelto a casa, pidió que viniera a verle, no puedo negarme.

—¿Cuándo vuelves?

—No lo se. Talvez dentro de algunos días. — me dice, — cuídate y trata bien a la chica. — termina de hablar y cuelga el teléfono antes de que pueda decir algo.

«Todo sea por mi manada», pienso cuando sé que tengo que ver a una persona ajena a mi todos los días.

Me giro, para volver a mi salón. La exquisita fragancia de flores de edelweiss golpea mis sentidos, cuando un pequeño cuerpo se choca conmigo, nuevamente la torpeza de la chica, la hace caer en mis brazos.

—¿Otra vez corriendo por los pasillos? — me dirijo a la chica que aun rodeo con mis largos brazos. La necesidad de tenerla cerca de mi crece al sentir con más claridad su olor, mezclado con perfume de olor a fresa.

—¡Cleo, hola! —, grita. Su cuerpo se estremece entre mis brazos, dejo escapar mi olor por instinto para rodearla y creo que en los diarios de mi padre decir algo de marcar territorio. Ella es mía, por instinto debía marcarla. Sentía la necesidad de hacerlo.

Los nervios la traccionan, sus pupilas se dilatan, pero no está tensa, solo nerviosa, su corazón late demasiado fuerte cuando la pego más a mi pecho, «¿Cómo puede ser tan hermosa?», pienso mientras la miro entre mis brazos. No se puede ver más hermosa que estando asi, temblando y estremeciéndose.

—¿No dejaras de ser torpe cierto, chica torpe? — le levando el rostro con el pulgar, para mirar esos hermoso ojos azules. Sus labios están ligeramente abiertos, ya que intenta tomar iré. Su corazón es un potro salvaje, trotando desbocadamente por territorios desconocidos.

Ella me mira, —¡Discúlpame! — exclama. Se aparata ligeramente, y mi lado posesivo gruñe al sentir su separación de mi cuerpo, «¡Dios, si asi es por tenerla unos segundo entre mis brazos, no me quiero imaginar que sentiré cuando nos unamos, esto me va a matar!».




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