v
CAPÍTULO 1
Salió de su casa en busca de un nuevo alquiler. Julia cerró la puerta con llave y caminó hasta su auto. La dirección a donde iba, quedaba a unas ocho cuadras. Julia subió al auto, lo encendió y se colocó el cinturón de seguridad. Era su día de descanso. Julia comenzó a manejar concentrada, el lugar quedaba digamos cerca. Cuando el semáforo se puso en rojo, Julia pensó en cuánto podría costarle el alquiler. La luz verde se encendió y Julia siguió su recorrido. Vio una casa de color celeste y detuvo el auto. Sacó el papel del bolsillo donde había anotado la dirección, para confirmar el número de casa. Bajó y golpeó la puerta. Un hombre de unos 50 años la atendió.
—Buen día en que puedo ayudarla.
—Buen día, estoy buscando alquiler. Vi el aviso por Linkedln.
—Tiene suerte porque todavía no le he alquilado. Pase que le voy a mostrar la casa.
—Está bien, paso a verla.
El hombre caminó hasta la casa de al lado y Julia lo siguió. Metió la mano en el bolsillo y sacó las llaves de la casa. Y cuando abrió la puerta, Julia se encontró con un lindo lugar.
—Bueno, esta es la cocina.
Julia la observó bien. Y se fijó en la marca de la cocina. Luego en el color de las cortinas. Se quedó unos minutos mirando todo el lugar.
—¿Te muestro el comedor?
—Claro, quiero verlo.
Julia miró el comedor y lo notó grande.
—¿Le gusta?
—Sí es grande.
—En la casa hay una sola habitación.
—Está bien, es para mí sola.
El dueño de la casa le mostró la habitación. Julia la notó ideal, ni tan chica ni tan grande.
—¿Cuánto está pidiendo por el alquiler?
—30000 pesos por mes.
De pronto a Julia le suena el celular.
—Como estás.
—Julia, soy Mariela. Tengo una mala noticia que darte. No sé si estás preparada para oírla.
—En este momento estoy buscando alquiler. ¿Cuál es la mala noticia que me tenes que darme?
—Lamento decirte que tu abuela falleció.
Julia se quedó en silencio por un momento, y luego comenzó a llorar. Para Julia su abuela era como su segunda madre.
—¿Qué pasó se siente bien?
—Recibí una mala noticia.
—¿Con quién estas Julia? —preguntó su hermana.
—Estoy en el barrio Centro, buscando alquiler.
—Bueno. ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a venir al velatorio?
—¿A qué hora la velan?
—A las once de la mañana.
—Ya voy a ir para allá.
—Bueno, te esperamos.
—Me voy a tener que ir, mi hermana me dijo que mi abuela murió.
—Lo siento mucho.
—Gracias, está bien. Otro día vuelvo y le digo si voy a alquilar la casa.
—Está bien, necesita ir al velatorio. Otro día vuelva.