La Era

3. El Lord

Reng no se lo esperaba, pero cuando La Sombra le agarró del cuello a una velocidad mayor que la luz, ni se inmutó. Teiang seguía suspendida en el aire, observando la escena tan terriblemente fascinante que tenía ante sus ojos.

“Dime, Sombra. ¿A qué se debe esta visita?” La hermana mayor hablaba con normalidad, aunque para un mortal esa cantidad de presión en la tráquea hubiera sido un final fatal.

“Me habían dicho que las Diablas eran pretenciosas, pero no sabía que tanto” Su dulce pero mortificante voz hizo que se desmayara más de un ser vivo.

“Está bien” Se zafó Reng con su teletransportación tan rápido como le había acorralado las manos-sombras de La Sombra. “¿Qué quiere El Lord?”

La Sombra otorgó silencio.

“No vamos a ir a Koh. Estamos bien aquí” Respondió Teiang por su hermana.

“Son órdenes”

“Nadie nos ordena más que nosotras mismas” Reng estaba preparada para quitarle su despreciable vida.

“Aunque seáis las hijas malditas de Dios, recordad que este mundo no os pertenece” Se colocó de nuevo la capucha sin manos ni gestos que interviniesen, como una brisa intencionada y sumisa a sus poderes.

Las niñas santas no pronunciaron ni una palabra más. No hacía falta. Aunque lo supieran todo porque eran todo, la única interferencia era El Lord.

Cuando desapareció La Sombra, sabiendo que las gemelas cumplirían la orden, la luna y las estrellas no sabían bien si esconderse para dar lugar el amanecer o seguir su curso natural, por lo que rezaron como mortales ignorantes ante una entidad mayor existente y no existente.

-----

En un lugar de Koh, donde no era reino, ni pueblo, ni ciudad, se encontraba El Lord.

Una presencia tan maligna como las Diablas, aunque con posibles carencias de sangre divina. Su única virtud fue la de ser bendecido por una de las siete hermanas de antaño, ahora asesinadas por sí mismas y las que dieron lugar a las malditas. 7 poderes concentrados en 2.

“Vhiende” Saludó en su lengua.

Las gemelas, nunca había escuchado aquel dialecto, pero lo entendían.

La Sombra aguardó en la zona más oscura que cabría imaginar.

El silencio era tan espeso que no se podía respirar.

“Akernan” Acercaos.

Ellas no se movieron, no respiraron, no pestañearon.

“Está bien” Desistió la entidad que se encontraba en todas partes y por todas partes “Quería hablar con vosotras de algo sumamente importante. Espero que seáis receptivas a mi comunicado” Inhaló oxígeno que no necesitaba para subsistir “Yo, El Lord, os tengo una propuesta sumamente jugosa. Se trata de un desafío, un juego que quiero experimentar con vosotras”

“Nos negamos” Dijeron al unísono, como un cantico funerario.

“No podéis”

Las hijas de la misma furia se abalanzaron sobre el ente sin cuerpo físico ni psíquico, pero que incluso las 2 hermanas podían dañar. Desataron su gran poder sin escrúpulos, aunque eso significase eliminar aquel mundo indeseable. Pero nada de todo aquello sirvió. Desaparecieron sin más. No estaban muertas, pero podrían estarlo. El Ente se rio con su no-boca. Dos pequeñas luces que eran tan oscuras y brillantes a la vez se postraron ante El Ente.

“A jugar”




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.