La Era

9. Renacer

El castillo del rey Gan era tan enorme como cualquier otro. Era de un tono
blanquecino, con jardines privados y un sinfín de habitaciones, cocinas y todo lo que
pudieras imaginar. En el sótano tenia a los rebeldes, que después de las torturas que
recibían los ahorcaban, prendían en piras o directamente les cortaban la cabeza. Ahí
es donde se encontraban las gemelas, en la parte más profunda para los más
peligrosos.
Reng se despertó sola en una celda tan pequeña que ni podía estirar las piernas. Olía
a humedad y algo rancio. Le habían esposado de la pared con unas cadenas tan
pesadas y apretadas que la herían. Si hubiera acabado en esta situación en el
comienzo de su mortalidad, no le habría hecho ninguna gracia. Pero ahora, se burlaba
de estas situaciones. Como había dicho antes, se estaba divirtiendo con este
acontecimiento nuevo. No supo cuánto tiempo estuvo en esa situación, pero de vez en
cuando venían unas guardias para llevarle un vaso de agua y pan duro. Otras veces,
le servían unas palizas tan brutales que estaba días sin despertar.
Por otra parte, Teiang estaba en la otra punta de donde se encontraba su gemela con
las mismas condiciones que Reng. Ella estaba también sola, pero acompañada con
cánticos de las otras celdas y golpes continuos. Se sentó como pudo. Ya estaba
acostumbrada a la sensación del dolor, cansancio y hambre de ese cuerpo mortal.
Aunque era un inconveniente sentirse así, lo toleraba más que antes. Se puso de pie,
temblándole las piernas. Le habían quitado la ropa robada por un trapo largo y sucio y
estaba encadenada igual que su gemela. Sus pies tocaban la paja del suelo, a veces
clavándosele. Observó el ambiente fúnebre que tenía alrededor. Olía mal y la única
iluminación eran unas antorchas colgadas del techo. Ella no preguntó dónde estaba ni
dónde se encontraba su hermana. Esperó y esperó hasta que un guardia le abrió la
puerta y se la llevó encadenada. Debido a la luminosidad de golpe, estuvo obligada a
cerrar los ojos por un momento. Se encontraba en una azotea donde le esperaba el
rey y su hermana escoltada, con los mismos ropajes que ella.
“Llegó el momento, bandidas” El rey estaba más que satisfecho de saber cómo
acabaría todo aquello, igual que las gemelas de ver el mundo arder si pudieran
provocarlo “He cambiado un poco la ejecución de una de vosotras. Ahora, mientras
una ardera hasta los huesos, la otra se congelará para la eternidad”
Las empujaron para ver desde la azotea su cercana muerte: una pira y un tanque de
agua congelada al lado.
Las gemelas se miraron a los ojos marrones que ya tanto se habían acostumbrado a
ver, pero no tuvieron tiempo de nada más. Las dejaron en un elevador de madera y
comenzaron a bajar a la arena. Comenzaron los vítores y gritos de júbilo del público.
Ellas no tenían miedo, pero deberían. Ellas eran el mal encarnado, pero ya no tenían
ese poder. Si ese de verdad era el final de su destino verdadero, lo abrazarían sin
más.
A Reng la subieron al tanque de agua congelada. Sentía el frio desde antes de
acercarse a él. La ataron de manos y pies y esperaron la señal para lanzarla y tapar
con una enorme madera el tanque.
A Teiang la ataron en la pira también de manos y pies con suficiente fuerza para
hacerla sangrar las anteriores heridas de los grilletes.

El rey dió un discurso que ninguna de las dos muchachas se dignó a escuchar.
Estaban observando el público, que las miraban con odio y desdén. Decirles cosas
horribles y demás insultos. Entonces las dos se percataron de una figura oscura entre
todas ellas. La Sombra. Observaría el final de las infinitas vidas de ambas. Un
acontecimiento único sin duda.
El rey terminó su discurso y todos aplaudieron, expectantes por ver el espectáculo
comenzar. A la de tres, prendieron la pira y empujaron a la muchacha en una perfecta
sincronización.
El fuego se expandió a la velocidad de la luz y a Teiang solo le quedaba gritar, cosa
que no hizo ni ella ni su hermana. El cabello se le quemó enseguida, y la piel era puro
músculo carbonizado. Se quedó observando el nublado cielo hasta que su no alma
salió del cuerpo y perdió la vida.
El agua estaba a más de -10 bajo cero, aparte de que, al cerrar el tanque con la
pesada madera, la respiración de Reng iba a acabarse en menos de 1 minuto mientras
notaba que sus extremidades se dormían poco a poco hasta no notar que tuviera
cuerpo. Cerró los ojos, preparada para irse.
La Sombra quedó expectante, observando. Los abucheos no esperaron en aparecer,
reclamando espectáculo, cosa que las ahora idas gemelas no les dieron. La Sombra
desapareció para moverse más cerca del escenario y no volvió a su forma humana-
sombra.
Todo parecía que había acabado: la pira hecha cenizas y el tanque con el cuerpo de la
muchacha queriendo flotar en la superficie.
Pero comenzó el desdichado milagro.
Desde las cenizas aun flameantes, surgió poco a poco un montículo, luego se agrandó
hasta cierta altura y se convirtió en la figura de una persona. Esa ceniza se fue
cayendo para dar lugar a una transparente y derretida agua como cuerpo. El cabello
creció hasta casi el suelo y absorbió la ceniza que quedaba para que se impregnase
de ese color y aspecto. Por último, se reconstruyó la cara y unos ojos en llamas
literalmente se abrieron de par en par.
Teiang, la llama infernal.
El tanque de agua tembló cada vez más hasta que estalló en mil pedazos, lanzando
por los aires la tapa de madera. El cuerpo empapado y sin vida se comenzó a mover.
Primero los dedos de las manos, después los brazos y por último las piernas. La piel
se transformó en mitad blanca y mitad negra y un cabello de cobre se alargó hasta el
suelo y comenzó a brillar con débiles tintineos. Por último, unos ojos blancos como la
nieve y luminosos como el sol se abrieron.
Reng, la cegadora oscuridad.
Las ahora renacidas Diablas se reían y me miraban entre sí como si nunca hubieran
estado en otro plano, pero la audiencia, cuando supieron que estaba sucediendo,
comenzó el pánico.
La Sombra, aun en forma de sombra, se quedaría realmente conmocionado si fuera
mortal, pero como no lo era, solo se teletransportó a una zona oscura más alta y
observo la masacre de las nuevas renacidas Diosas del Infierno.




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