Todo pasó demasiado rápido, demasiado.
En un abrir y cerrar de ojos ya no estábamos allí.
—Sube. —Gritó Marian histérica. —¡Sube! —Repitió alargando el brazo para que llegara a coger su mano y así poder subir al coche.
Estaba parada en medio de la salida de aquella gasolinera, impidiendo el paso de algunas personas, y a la misma vez creando el espectáculo que querían. Debía reaccionar, pero ¿cómo reaccionar después de aquello?
—¡Li sube! —Gritó el copiloto. Y no tenía más opciones. Eché a correr detrás del coche negro donde estaban subidos mis amigos y intenté alcalzar la mano de Marian.
—¡No puedo! —Dije sin poder aguantar el dolor que mi pierna seguía ocasionándome al correr. —Iros sin mí.
—¡Sube! —Gritaron a la vez, la escena casi pareció cómica. —¡Ahora! —Marian alargó todavía más su brazo hacía mí. Miré hacia atrás, si paraba todo se terminaría, no volvería a verlos, y al dinero menos, seguramente acabaría en la cárcel y saldría a los cuarenta años con un hijo debajo del brazo, y yo no quería eso, no quería aquella vida, no quería una vida sin él.
Así que lo hice, subí. No miré atrás, ni siquiera sé cómo lo conseguí, pero lo hice, agarré lo más fuerte que pude la mano de aquella chica que tanto conocía y salté dentro del coche color perdición.
—¿Estás bien? —Preguntó Sara mirando por el retrovisor, las sirenas de policías comenzaron a sonar. Estábamos metidos en medio de una persecución.
—¿Qué coño vamos a hacer? —Grité ignorando su pregunta. —¿Qué coño vamos a hacer si el plan se ha ido a la mierda?
—Tranquila, todo saldrá bien. —Intentó tranquilizarme Marian mientras tocaba mi herida. —Se te ha vuelto a abrir. —Dijo haciendo una mueca. La morena toqueteó mi pierna mientras en la parte delantera del coche una conversación parelela estaba teniendo lugar.
—¿Le has llamado? —Preguntó Sara sin apartar la mirada de la carretera, íbamos demasiado rápido, pero no lo suficiente para los dos coches de policías que teníamos detrás.
—Mil veces. —Resopló Caín angustiado, cuando estaba nervioso tenía una especie de tic, no podía parar de tocarse la cara y el pelo. —No lo coge.
—Es nuestra última opción. —Replicó la conductora enfadada. —¿Qué vamos a hacer ahora? Nos están alcanzando.
—¿Crees que vamos a salir de esta? —Susurré poniéndome el cinturón de seguridad. Marian me miró, y no necesité respuesta. Pero no podía terminar todo tan rápido, ¿Verdad? ¿Cuánto tiempo había pasado? Apenas un mes, no se podía terminar todo tan rápido. No. —Sara dale más velocidad.
—Saldremos por los aires. —Gritó desesperada mirando de reojo el retrovisor, pero lo hizo con una sonrisa dibujada en sus labios. —¡Joder se están acercando demasiado!
—Solo hay una manera. —Susurró Caín dejando su cabello en paz.
—¿Cuál? —Pregunté, pero yo ya me la sabía. Caín se giró, y me miró, y lo supe, y él lo supo. Asentimos a la misma vez.
Me quité el cinturón y rebusqué la mochila en el maletero.
—¿Qué coño estás haciendo Lillian? —Gritaba Marian intentando recolocarme en el asiento. —¡Te vas a matar!
Saqué las pistolas y le pasé una al copiloto. Marian dejó de hablar.
De un momento a otro ya no era yo. Podía jurar que no era yo. Saqué el arma por la ventanilla y disparé, apuntando a la ruedas del coche de policía que tenía justo a un metro de nuestro coche.
Y no era yo, pero qué bien me lo estaba pasando.
Primer disparo, no le di. Segundo disparo, se desvió hacia el cristal, creo que también al copiloto, el cual actuó lo más rápido posible apuntando directamente a mi cabeza, pero no me dió por el volantazo de Sara.
—¿Qué coño estás haciendo?
Caín entró en acción en ese mismo momento, y le dió, por supuesto que le dió, a la rueda del segundo coche. Yo me hacía cargo del conductor, un disparo y todo se quedó en silencio. O al menos en mi mente. Sonreí mirando la escena; ambos coches salidos de la carretera, el primero se desvió y se chocó contra el coche de atrás, ambos explotaron casi al segundo.
Volví a mi asiento en silencio y pude observar a Marian de reojo, parecía en shock, parecía que no estaba en ese mundo, y tal vez el siguiente.
Sonreí. Yo no era así, de verdad que yo no era así, pero sonreí. Y nadie podía quitarme esa sonrisa de mi cara.
—Viene una filera de 3 coches detrás nuestro. —Fue decirlo y sonar disparos de nuevo pero esta vez no eran nuestros. La sonrisa se me quitó rápidamente de la cara y observé el panorama mientras Marian me obligaba a agachar la cabeza. Caín volvió a sacar la pistola y comenzó a disparar sin ver nada, tenía que meter y sacar la cabeza todo el tiempo dentro del coche, tuvo suerte de que ningún disparo le rozara. Unos minutos más tarde el primer coche se desvió de la carretera tocado y hundido, pero dos más venían pegados a nuestro maletero.
Editado: 17.07.2018