La Esperanza... Era una hacienda que se caía a pedazos, allá en medio de la nada, en México. Pero tenía algo, ¿sabes? Un no sé qué que te atrapaba. Cuando llegué, sentí como si el tiempo se hubiera detenido. Piedras cubiertas de musgo, historias susurradas por el viento... Yo, Sofía, restauradora de arte, llegaba con la misión de devolverle el brillo, pero sentía que ella me estaba restaurando a mí. Había algo melancólico, pero a la vez fascinante, en ese lugar.Mientras desempaquetaba mis pertenencias en la habitación que me habían asignado, escuché un suave golpe en la puerta. Era Ricardo, el encargado de la hacienda.—Bienvenida, Sofía. Espero que tu viaje haya sido agradable —dijo Ricardo con una sonrisa amable.—Muchas gracias, Ricardo. Estoy emocionada de comenzar a trabajar en La Esperanza —respondí, sintiendo una mezcla de entusiasmo y curiosidad.—Me alegra oír eso. Esta hacienda tiene una historia muy rica, y estoy seguro de que te encantará descubrir todos sus secretos —comentó Ricardo, con un brillo en los ojos.—Eso espero. He oído que La Esperanza tiene algo especial, algo que la hace diferente a otras haciendas —dije, intrigada.—Así es. Esta hacienda tiene un alma, una energía que te atrapa y no te deja ir. Estoy seguro de que lo sentirás tú misma —respondió Ricardo, con una sonrisa enigmática.Después de conversar un rato, Ricardo se despidió y me dejó sola para que pudiera descansar. Sin embargo, no podía conciliar el sueño. La curiosidad me carcomía por dentro, y decidí explorar la hacienda.Caminé por los pasillos oscuros y silenciosos, sintiendo la historia que impregnaba cada rincón. Las paredes estaban cubiertas de murales descoloridos, que representaban escenas de la vida cotidiana en la hacienda. Los muebles antiguos estaban cubiertos de polvo, pero aún conservaban su elegancia original.De repente, escuché un susurro en el viento, una voz suave y melancólica que parecía llamarme por mi nombre. Me estremecí de miedo, pero también sentí una extraña fascinación.—¿Quién anda ahí? —pregunté, con la voz temblorosa.El silencio fue mi única respuesta. Decidí seguir explorando, decidida a descubrir los secretos de La Esperanza.