En el sueño, Elvira me contó que amaba a un campesino, Javier, pero su padre lo había matado para evitar la boda. Su espíritu estaba atrapado, sin poder descansar.
—Javier... mi amor... —susurró Elvira en mi sueño—. Él era mi felicidad.
Ricardo y yo decidimos ayudarla, encontrar los restos de Javier y darles un entierro digno. Era una locura, lo sé, pero sentía que era lo correcto.
—Tenemos que hacerlo, Ricardo —dije, decidida—. Elvira merece descansar en paz.
—Está bien, Sofía —respondió Ricardo, con una mirada seria—. Te ayudaré.
Después de investigar durante semanas, descubrimos la verdad sobre la historia de Elvira y Javier. Su amor había sido puro y sincero, pero su destino había sido marcado por la tragedia.
—El padre de Elvira era un hombre cruel y ambicioso, que solo se preocupaba por el poder y el dinero —contó Ricardo, con un tono sombrío.
—Él se opuso al amor de Elvira y Javier, porque Javier era un simple campesino y no era digno de su hija —dije, con indignación.
—Así es. El padre de Elvira mandó a matarlo.