Paso días enteros, eternos, buscando la solución, hasta que un día de improvisto dio con ella. Pero necesitaría personas, decenas y decenas de personas, para poner su plan en marcha. Sin embargo, no permitió que eso le desanimara después de haber llegado tan lejos... Y empezó a correr la voz.
__ Creemos un cielo de estrellas -le decía a los conocidos y desconocidos por igual en la calle, en el colegio, en el polideportivo, en el hospital-
Así llegó la noche indicada y para su sorpresa llegaron... Primero 10, después 20, luego 30. Más, más y más personas y Zara comprendió que todas ellas querían ver estrellas en el cielo. Los había de todas las formas y edades: niños, jóvenes, adultos, ancianos... Obreros y empresarios... Casados y solteros... Padres, hijos, abuelos... Todos allí para devolverle a la noche sus estrellas.
Se pusieron manos a la obra, creando lámparas de papel de colores y escribiendo sus deseos con tinta que arrastraba la esencia de sus sueños.
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Editado: 15.11.2019