La esposa de Saturno

Capítulo 4

Dione llegó al edificio y se detuvo para finalmente ver a Silvain cara a cara.

—¿Asi que tú eres el sujeto que me ha seguido desde niña?

—Guardián suena mejor —dijo el hombre —¡Recuerda! Hoy por la tarde en los límites de la ciudad. Estaré ahí por si las cosas llegan a salirse de control.

Dione no pronunció una sola palabra, solo veía fijamente al extraño sujeto frente a ella. Al ver que iba tres minutos tarde, ingresó rápidamente al edificio. Por otro lado, Silvain, se alejó y caminó hasta el pie de la torre Eiffel permaneciendo en el lugar por varias horas.

Cuando el reloj marcó las dos de la tarde, Dione recibió una llamada de Constantin. Aquel sujeto le pidió encontrarse en los límites de la ciudad, Dione sabía que Silvain estaría ahí asi que aceptó a pesar de que era algo que iba en contra de su moral.

La periodista terminó con su jornada y salió rumbo al Boulevard Périphérique, lugar en que Constantin la estaba esperando.

—Voy en camino, nadie me acompaña.

—Perfecto —dijo el hombre — Te espero en el Square de la Paix. Busca un auto modelo Peugeot 3008 de color rojo.

—¡Qué coincidencia! Yo llevo una blusa del mismo color.

Al llegar al lugar, Constantin pudo ver que a lo lejos una mujer con blusa roja se acercaba a él.  

—Dione, que bueno que llegas. Creí que no vendrías al tratarse de mí —comentó el hombre mientras Dione se acercaba. —¿Vamos a un lugar más solitario? Pueden vernos aquí.

—¡No! Hablemos aquí, y que sea rápido. Estoy muy cansada y quiero ir a casa.  

—Bien, entonces hablemos al interior del auto —propuso Constantin ante la mirada de desconfianza de la periodista.  

Dione no era tan tonta como para creerle al sujeto frente a ella. La mujer aceptó hablar con Constantin al interior del vehículo con una condición —Dame las llaves —dijo extendiendo la mano para que aquel hombre le entregara las llaves del auto.

—No has cambiado, preciosa. —dijo Constantin mientras sonreía y le entregaba las llaves a la periodista.

Ambos subieron al auto y allí Constantin inició la conversación.

—Sé que todos sospechan de mí por el asesinato del sacerdote, pero tienes que saber que no tengo nada que ver.

—¿De verdad esperas a que te crea? No sabes mentir.

—Vi la noticia y ese auto no me pertenece. Fue un obsequio que mi padre le dio a mi hermana menor. —habló Constantin descaradamente.

En ese momento Dione se percató de la presencia de Silvain y recordó que la noche anterior le advirtió que culparían a un inocente de un crimen que no cometió.  

—¿Por qué eres tan hipócrita? Culpas a tu hermana de un crimen en el que ella no tiene nada que ver ¡Maldito!

—¿Me crees capaz de hacer algo asi? Vamos, Dione… creí que eras más inteligente.

—¡Y lo soy! Todo lo contrario a ti.

—Mi hermana no es el ángel que muchos creen que es. Ella es la responsable del crimen, yo no tuve nada que ver.

—Pruebas, Constantin… necesito pruebas para creer en lo que dices. Has causado estragos en todo París, sería pan comido para ti involucrar a tu hermana y asi tú quedar libre de toda culpa. —dijo Dione firmemente mientras se cruzaba de brazos.

—Escucha, preciosa… Yo a ti jamás te mentiría.

—Entonces pruébame que tu hermana fue la responsable de los hechos, de lo contrario, vete al demonio tú y tus hombres. —Dione arrojó las llaves al rostro de aquel sujeto y bajó del auto muy enfadada caminando rápidamente en busca de un taxi, ignorando que Laurine, la secretaria de Antoine la observaba desde la distancia.

Constantin bajó del auto y le gritó a Dione — No me hables de esa manera, Dione ¡No sabes lo que te puede pasar!

—¡Sacrebleu! —Laurine sacó su celular y le envió un mensaje de texto a su jefe diciendo lo que había visto segundos atrás.

En la oficina, Antoine esperaba por Dione encolerizado por su encuentro con el criminal más buscado de la ciudad.

La joven periodista llegó a su trabajo y Octave le comentó sobre lo que se hablaba aquel dia en los pasillos del canal.  

—¿Qué yo qué? —Preguntó asustada

—Sé que no estás aliada con ese hombre y que te reuniste con él por información, pero alguien te vio en los límites de la ciudad conversando con él. —Dijo Octave —Dione, sabes que puedes confiar en mí y decirme que es lo que está pasando.

—Constantin está culpando a su hermana del asesinato del sacerdote.

—¿Y le crees?

—¡Claro que no! Conozco a ese sujeto y sé de lo que es capaz.

Antoine se acercó a la mujer y le dijo que debía hablar con ella en la oficina. Dione, quien no tenía miedo, siguió a su jefe y tuvieron una pequeña discusión al interior de aquel lugar.

—¿Me puedes explicar que hacías reunida con Constantin?

—¿Quién dijo eso?

—No importa, ¿En qué demonios estabas pensando?




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