La esposa de Saturno

Capítulo 13

Edith, la chica que una vez se encontró con Dione en el supermercado, había regresado a París luego de un viaje por Niza para un proyecto de artes. La joven quedó en encontrarse con su novio quien pasaría por ella, pero envió a uno de sus compañeros a recogerla y este la llevó hasta su escondite, en donde le dijo que su novio regresaría pronto ya que tenía trabajo que hacer en la universidad. 

La señorita Roussel no comprendía por qué Didier últimamente parecía esconderse de la sociedad, y es que en realidad el joven Girard sospechaba que era perseguido por la policía, razón por la cual debía ser cauteloso a la hora de “reclutar” a nuevos integrantes del clan Dubois; de algún modo, debían ir reemplazando a los que perdían la vida haciendo el trabajo sucio para mantener a Constantin satisfecho con sus fechorías. 

Por otro lado, Didier comenzó a sentirse frustrado y no regresó a la universidad. El hecho de que Didier Girard abandonase el alma mater facilitaba las cosas al agente Macron. Estando en el escondite, el joven y sus compañeros idearon un plan para seguir huyendo, pues Antoine había sido descubierto y la policía no dejaba de acosarlo. 

Una semana más tarde, Antoine fue arrestado y llevado a prisión por sus crímenes. Constantin se enfureció ya que estaba nervioso. La noticia no tardó en llegar a oídos de Normand y Naomi, quienes seguían ocultos en Épernay sin saber que, por una extraña razón, varios hombres del clan Dubois iban por ellos. 

Veinticuatro horas después del arresto de Chevalier, el agente Robert y la señorita Dubois habían sido salvajemente sorprendidos por aquellos hombres peligrosos. Los sujetos golpearon a más no poder a Normand hasta dejarlo inconsciente, lo arrastraron hasta el auto y acto seguido lo metieron en el maletero, mientras que Naomi quien estaba muerta de miedo, temblaba y lloraba pidiendo que no hicieran daño. Los hombres estaban advertidos así que no lastimaron a la hermana de su jefe. 

Uno de ellos la cargó y la introdujo en el asiento trasero, pero antes la ataron y le colocaron cinta adhesiva en la boca para que no gritara. Rápidamente los hombres abordaron el auto y regresaron a París. Al llegar a la casa de Constantin, los hombres llevaron a Naomi con su líder quien, al ver a su hermana, le quitó la cinta y esta le escupió el rostro al sujeto. 

Constantin, limpiaba su rostro mientras le ordenaba a sus hombres llevarla a la última habitación del segundo piso. Estando allí, no tendría escapatoria. Mientras, él y los demás se encargaban del agente Normand, quien, aún dentro del maletero, había despertado. 

En su desesperado intento por salir, sintió voces que parecían escucharse cada vez más cerca al vehículo. De repente, Constantin abrió el baúl del carro y fijamente miró a Normand diciendo —¡Tu trasero es mío! 

Constantin tomó a Normand por el cuello de la camisa y lo sacó del maletero dejándolo tendido en el piso. Normand gemía de dolor e internamente tenía una pelea constante en la que se odiaba a sí mismo por no poder hacer nada para defenderse. 

Constantin pidió a sus hombres llevarlo al cuarto en el que habían asesinado a Adrienne semanas atrás. Luego, les dijo que se fueran pues, él se encargaba del agente. 

Normand no podía moverse muy bien por los golpes y el maltrato, sumado al miedo que tenía, solo le quedaba resignarse y esperar por su muerte. Con la mirada borrosa, el agente miraba a quien creía su verdugo y, a su vez, este lo miraba con una sonrisa victoriosa al ver que finalmente iba a matarlo. 

—¿Así que creíste que nunca te iba a encontrar, Normand?

—Tenía la corazonada de que en cualquier momento te saldrías con la tuya —respondió Normand con la voz débil. 

—Ya sabes como soy —comentó Constantin arrogantemente. 

—Tienes a tu hermana ¿Qué quieres de mí?

Constantin guardó silencio mientras comenzaba a caminar alrededor de Normand. el agente, atado de manos y pies en la silla, miraba al piso esperando una respuesta por parte del criminal. 

—¿Qué hacían tú y mi hermana en esa cabaña? 

Normand comenzó a reír y levantó la mirada diciendo —si crees que la toqué déjame decirte que te equivocas. Para tu tranquilidad mental, Naomi y yo dormíamos en habitaciones separadas —cerró los ojos evitando la luz y siguió hablando —Naomi no es mi tipo, y para que lo sepas, existe otra mujer por la que daría lo que fuera por estar con ella. 

—¿Adrienne? ¿Dione? ¿Tu compañera, la detective Moreau? —Constantin se burlaba de Normand 

—Aún vive, y no tiene nada que ver en esto. —respiró profundo y después dijo —¡Vamos, Dubois! Mátame y termina con esto. Pero, antes dime quién demonios te dijo en donde estábamos tu hermana y yo. 

Constantin caminó hasta llegar a la puerta e invitó a la persona que le dijo en donde se ocultaban. Normand trataba de ver quien era, pero tenía la vista borrosa y no podía. Aunque, la voz de esa persona la delataría derrumbando a Normand debido a la confianza que tenía en aquella traidora mujer. 

—¡Bonsoir, Normand! Que sexy te ves con la cara empapada de sangre. 

—¡Zoé! —habló el agente sintiendo desprecio y decepción al escuchar la voz de la detective —¿Por qué lo haces? ¿Por qué estás del lado del clan Dubois? Ellos representan todo lo opuesto a nosotros. Confié en ti, todo el tiempo que trabajamos juntos aprendí a apreciarte y mira lo que eres ahora; una corrupta, deshonesta e hipócrita mujer. 




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