La esposa de Saturno

Capítulo 14

Las noticias sobre asesinatos y robos a bancos no cesaban, muchos reporteros se cansaban de transmitir la misma temática una y otra vez. En el canal de noticias en el que trabajaba Dione, los periodistas comenzaban a renunciar debido a que recibían amenazas de muerte. 

Octave sospechaba que los responsables eran los integrantes del clan Dubois e intentó contactarse con el agente Normand, pero este no respondía. A Octave le pareció muy extraño que el agente no respondiera, así que esperó un poco, pues pensó que tal vez estaba ocupado en el caso del sacerdote o en el de Adrienne. 

Mientras que todos se preguntaban por Normand, el agente seguía atado al asiento. En ese instante Constantin entró acompañado de Zoé. La mujer le agradeció por permitirle pasar y le pidió que los dejara a solas. Constantin sentía desconfianza y decidió permanecer del otro lado pegándose en la puerta para escuchar de lo que hablaban. 

—¿Qué quieres, Moreau? —cuestionó Normand muy molesto. 

—Lamento todo esto, Normand, y lamento que no volverás a ver la luz del Sol en pocos días. 

—Viens-en au fait, S'il te plaît —demandó Normand

—¡Está bien, está bien! —dijo la mujer —iré al grano. —suspiró —Mi prometido me abandonó y se fue de la ciudad, me he sentido tan sola y necesitada —se acercó a Normand e intempestivamente abrió la cremallera de su pantalón. 

—¡No te atrevas, Zoé! —Normand se sentía disgustado por lo que Zoé estaba a punto de hacer. 

—De igual forma morirás, así que disfrútalo —La mujer sacó el miembro de Normand y comenzó a succionar como si no hubiera un mañana —Creí que te encantaban estas cosas, Normand —la mujer seguía y seguía hasta que se cansó —¡Es suficiente! —exclamó y guardó el miembro de su excompañero.

—¡Va te faire foutre, Zoé! ¡Va te faire foutre, salope! —el agente gritaba fuertemente. 

Zoé abandonó el cuarto mientras reía a carcajadas por lo que hizo, segundos más tarde, Constantin entró e inertemente vio el bulto en la entrepierna de Normand —¡Vaya! Alguien quedó muy emocionado por aquí ¿Estuvo emocionante la visita? 

—¡Qué te importa! 

—Debieron invitarme ¡Qué egoístas!

—Si quieres tú también puedes metértela en la boca mientras veo cómo te vuelves en mi perra, maldito bastardo. 

—Solíamos ser amigos, Normand… Solíamos jugar en las calles con Dione y los otros chicos de la manzana y ahora debo matarte para protegerme. Pero, tranquilo que lo haré después del cumpleaños de mi esposa. —Constantin salió del cuarto y caminó hasta la habitación en donde Naomi estaba encerrada. 

La chica estaba sentada en un rincón, escondida detrás de un sillón como si fuera una niña asustada. 

—¡Sal de ahí! —ordenó Constantin.

—¿Dime qué has hecho con Normand? 

—Todavía vive, si es lo que preguntas.

Naomi le suplicó a su hermano que recordara los viejos tiempos y le perdonara la vida a Normand, pero este se negaba y decía que el negocio era más importante que una amistad que ya no existía. 

—¿Estás enamorada de Normand? —Constantin insistía 

—¡TE HE DICHO QUE NO! Simplemente que yo sí valoro la vida de los demás, por eso no quiero estar cerca de ti ni del ejército de ratas que te rodea. 

El hombre dejó sola a su hermana y salió al jardín para supervisar cómo iban los preparativos para la fiesta de Paulette. Mientras el sujeto observaba, su esposa se acercaba a él para hacerle una petición: Quería que Mel cantara en su cumpleaños. 

Por supuesto que para Constantin no sería difícil ya que Florian sabía en donde vivía la artista, era cuestión de raptarla y obligarla a cantar en la fiesta de la señorita Clement. 

Mientras que todos afuera organizaban todo para el cumpleaños de la esposa de Constantin, al interior del cuarto, Normand intentaba soltarse. Forcejeaba sobremanera por tratar de liberarse que no le importaba si se maltrataba las manos. Cansado y débil, el agente no tuvo alternativa que fracturarse el pulgar de la mano derecha para sacar la mano y poder soltar el nudo. 

—Bien, aquí voy… —respiró profundo y cerró los ojos —Un… Deux… Trois… —luego de contar hizo aquella dolorosa maniobra y un fuerte alarido invadió las cuatro paredes de aquel pequeño cuarto —¡Maldito seas, Constantin Dubois! 

Cuando logró calmarse, Normand rompió la manga derecha de su camisa ya que su pulgar izquierdo estaba intacto. Envolvió su mano en la tela para protegerla e intentó derribar la puerta de madera sólida sellaba el cuarto.

Del otro lado de la enorme casa, Naomi trataba de comprender lo que ocurría en el exterior. Se asomó por la ventana para cerciorarse de que todos los secuaces de su hermano mayor estaban en el jardín, corrió hasta la puerta para violentar la cerradura, acto que se vio interrumpido por una de las empleadas domésticas que entró a la habitación diciendo —El señor Dubois quiere que use esto.

Cuando la mujer salió de la recámara, Naomi tomó el vestido y lo observó detalladamente: vestido de encaje largo, escote de corazón y color rosa pastel. Típico estilo de Naomi cuando usa vestidos de gala. “¿Tanto escándalo por una miserable fiesta de cumpleaños?” Pensó y dejó el vestido en la cama para ir a bañarse. 




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