¿la esposa del Ceo mudo?

Capítulo 1: El despertar

El asfalto parecía estar hecho de gelatina y las luces de los autos, estrellas fugaces.

Todo se movía, se distorsionaba y se desvanecía. Kiara sintió una punzada en la nuca, un eco del impacto que la había arrojado de su monopatín, directo contra el parabrisas de un taxi. Su último pensamiento fue un lamento por no haber terminado la última línea de código de su nuevo robot, Elías. Después, todo se volvió negro.

Cuando volvió a la vida, una sensación extraña la invadió. Su cuerpo no era el mismo. Sus brazos, delgados y largos, no eran los de una programadora que pasaba doce horas al día tecleando. Sus manos eran finas y elegantes, con uñas perfectas, muy diferentes a las suyas, con los bordes rotos por la ansiedad. Al abrir los ojos, la sorpresa la paralizó. Estaba en una habitación que parecía sacada de una revista de lujo. El techo, con sus intrincados diseños en yeso, se alzaba varios metros por encima de la cama de dosel en la que yacía. La luz de la luna entraba por un ventanal inmenso, revelando muebles de caoba y detalles en pan de oro. Era la habitación de la villana. La de la novela que leía antes de morir.

No, no puede ser…

Su cabeza palpitaba con la fuerza de mil tambores, pero el dolor físico era mínimo comparado con el terror que se extendía por su cuerpo. Se levantó de la cama, arrastrando las sábanas de seda, y se miró en un espejo que ocupaba toda una pared.

que vio no fue su reflejo. En su lugar, una chica de cabello castaño adornado con delicadas pecas en la nariz, y unos ojos grandes de un color verde azulado que le parecieron demasiado brillantes, la observaba.

—¡Soy ella! ¡Soy la villana! —exclamó, con la voz ahogada. La voz sonaba diferente, más aguda y melódica, mucho más aniñada de lo que estaba acostumbrada. Era la de la otra Kiara. La villana.

Un escalofrío le recorrió la espalda. El alma de la villana había muerto en un accidente de auto. La trama de la novela que devoraba religiosamente antes de su propio accidente comenzaba justo en este punto.

La villana, en su intento de huir del divorcio que ella misma había solicitado, había tenido un fatal accidente de coche. Pero por alguna razón, ahora era ella, la nueva Kiara, la que estaba ahí, metida en un lío que no había buscado.

La puerta de la habitación se abrió suavemente y una figura alta y oscura entró. Un hombre de cabello negro como el ébano, con un traje perfectamente ajustado. Sus ojos grises, fríos como el hielo, escanearon la habitación hasta que se encontraron con los de ella.

Era Alexander Volkov, el CEO del Grupo Volkov. El protagonista de la novela. Su marido mudo.

​Kiara se quedó inmóvil, paralizada. Recordó cada detalle de ese personaje. Un hombre frío, distante, que rara vez mostraba emoción. Pero al verlo en persona, su corazón dio un vuelco. Las fotos en la novela no le hacían justicia. La mandíbula afilada, los labios finos y perfectos, la forma en que el traje marcaba sus hombros anchos... ¡Qué guapo! pensó, de forma automática y un tanto tonta, a pesar del terror que sentía.

Alexander se acercó a ella lentamente. Su rostro no mostraba ni una sola emoción. Se limitó a mirarla de arriba abajo, su mirada se detuvo en su pijama de seda. Luego, sin decir una palabra, señaló con un dedo la mesita de noche.

​Kiara, aún aturdida y sintiendo que las mejillas le ardían por su pensamiento fugaz, se dio cuenta de lo que había ahí. Un documento legal, con un membrete del Grupo Volkov. Era el acuerdo de divorcio. La ironía era dolorosa. Ella había sobrevivido a un accidente de monopatín para encontrarse en el cuerpo de una villana que había muerto en un accidente de coche. Y ahora, no solo tenía que evitar ese destino, sino que también tenía que lidiar con un divorcio del CEO más guapo que había visto en su vida. Un destino que, según la novela, también le esperaba a ella.

Con manos temblorosas, tomó el documento. No se atrevió a mirarlo a la cara. Solo le quedaba una opción: sobrevivir. Tenía que evitar el destino de la villana, pero también tenía que encontrar la forma de que el CEO mudo no quisiera dejarla. Tenía que cambiar la historia.

Cuando alzó la vista, los ojos de Alexander, fríos como el hielo, parecieron suavizarse un poco. Solo un poco.

🥀¿La Esposa del CEO mudo?🥀




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