El desayuno había sido un ejercicio de tensión controlada, pero Kiara se sentía triunfante. Había logrado sobrevivir al primer encuentro con Alexander y, más importante, había despertado su curiosidad. Ahora, necesitaba una estrategia para solidificar su posición y asegurarse de que el divorcio no fuera una opción. Su arma secreta no eran los dramas, ni las manipulaciones; era su habilidad en la programación y la robótica.
Después del desayuno, Alexander se marchó a la oficina con su chofer. Kiara se sintió sola en la inmensa mansión. Decidió explorar la casa, buscando un lugar donde pudiera trabajar. En la novela, la villana pasaba su tiempo comprando, chismorreando y molestando a todos. Pero Kiara necesitaba una computadora, un taller, algo que la hiciera sentir en casa.
Finalmente, encontró una habitación que parecía una biblioteca antigua. El aire olía a libros viejos y a cuero. En una esquina, vio algo que hizo que sus ojos se iluminaran: un escritorio lleno de cables, componentes electrónicos y herramientas. Parecía que la villana, o al menos el dueño de la casa, tenía un interés oculto en la tecnología. Un viejo robot, sin terminar, yacía en una mesa.
Kiara se acercó con un sentimiento de familiaridad. Era un modelo de robot de servicio, un poco anticuado, pero con un gran potencial. Se sentó y, sin dudarlo, empezó a trabajar. Sus manos, que antes se sentían extrañas y frágiles, ahora se movían con la confianza de una experta.
Soldó, conectó cables, y ajustó el código en una computadora portátil que encontró en el escritorio. El tiempo voló sin que se diera cuenta.
Horas después, cuando la tarde comenzaba a caer, Alexander regresó. Entró en la biblioteca y se detuvo en seco. Había esperado encontrar a su esposa haciendo alguna tontería o durmiendo, no inclinada sobre una mesa, con el ceño fruncido en concentración.
Kiara no se percató de su presencia. Estaba absorta en su trabajo, murmurando para sí misma: "Vamos, Elías, necesito que muevas el brazo... ¡Bingo!"
Alexander, con su rostro inexpresivo, se acercó silenciosamente. Vio en la pantalla de la computadora un complejo código que nunca antes había visto. Y en la mesa, el robot, que llevaba años sin terminar, de repente movió su brazo con una fluidez asombrosa.
Finalmente, Kiara notó una sombra sobre ella. Levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Alexander.
—¡Oh, hola! No te escuché llegar —dijo, con una sonrisa sincera. Señaló el robot—. ¡Mira, pude terminar el brazo! No sé quién lo estaba construyendo, pero es un modelo genial.
Alexander la miró, luego miró el robot. En su rostro, un atisbo de asombro. En la novela, la villana no tenía ni idea de tecnología. La Kiara que él conocía solo sabía de fiestas y compras.
Con un movimiento de su mano, Alexander tomó su teléfono y escribió. Le mostró la pantalla a Kiara.
La pantalla decía: "¿Tú hiciste eso?"
Kiara asintió, su sonrisa haciéndose más amplia.
—Sí. Soy programadora y robótica. Es mi pasión —explicó, con el entusiasmo de una niña.
Él la miró por un largo momento. Era una mirada que la analizaba por completo, desde el cabello hasta el último de sus movimientos. La Kiara de antes no existía.
Esta nueva Kiara no solo era diferente en su forma de hablar, sino también en sus habilidades.
Alexander escribió de nuevo. La pantalla decía: "interesante"
Y por primera vez, Alexander, el CEO mudo, se permitió una pequeña sonrisa que apenas se notaba. El contrato y el divorcio parecían haberse esfumado por un momento. La curiosidad, y tal vez una incipiente admiración, se había apoderado de él. Y Kiara, en su mente, se sintió más segura que nunca. Había logrado un avance en su misión de cambiar la historia.
🥀¿La esposa del CEO mudo? 🥀
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matrimonio por contrato, villanos como personajes principales, nueva etapa de vida
Editado: 17.09.2025