La cena había sido un punto de inflexión. Kiara ya no sentía que vivía en una prisión, sino en un hogar. La tensión con Alexander se había transformado en una cómoda familiaridad, y el silencio, antes intimidante, ahora era una forma de comunicación. Kiara continuó con su proyecto, trabajando en "Volkovito" en la biblioteca, mientras Alexander, después de su trabajo, la visitaba en las tardes para observarla.
Una tarde, mientras ella soldaba una pieza delicada, Alexander entró en la biblioteca. Se sentó en su sillón de cuero y la observó. Había algo diferente en su mirada, una seriedad que no era la frialdad de antes. Cuando Kiara levantó la vista, se dio cuenta de que él tenía su teléfono en la mano, con un mensaje listo.
La pantalla decía: "Tenemos un problema."
Kiara sintió un escalofrío. En la novela, este era el momento en que la trama comenzaba a oscurecerse. Este era el momento en el que la familia de la villana, o la villana principal, si la había, se interponía en el camino.
—¿Qué pasa? —preguntó Kiara, sintiendo que sus manos sudaban.
Alexander le mostró otro mensaje: "Mi abuelo quiere que pasemos unos días en la casa de campo. Quiere conocerte"
El abuelo de Alexander. El patriarca de la familia Volkov. Un hombre conocido por su severidad y su implacable visión de los negocios. En la novela, él era uno de los principales antagonistas, quien la obligaba a un matrimonio arreglado para sellar un negocio.
—No te preocupes. Todo saldrá bien —dijo Kiara, tratando de sonar optimista. Pero su mente estaba a toda máquina. Sabía que en la novela, la villana original se comportaba de manera terrible frente al abuelo, avergonzando a Alexander y haciendo que él la despreciara.
Alexander pareció entender sus miedos sin que ella dijera una palabra. Tomó su teléfono una vez más. "kiara", decía en la pantalla. "No te preocupes. Lo harás bien".
Ese simple mensaje la hizo sentir más segura. Él la veía. La veía como la nueva Kiara, la que era amable, tierna, y un poco aniñada. La que quería cambiar la historia.
El viaje a la casa de campo fue una mezcla de nervios y emoción. Al llegar, fueron recibidos por un mayordomo y el abuelo Volkov, un hombre imponente con el cabello blanco y la mirada de acero.
—Así que esta es la esposa que no quiso mostrarme —dijo el abuelo, con una voz profunda que hacía eco en el gran salón. Su mirada se fijó en Kiara, analizándola de pies a cabeza.
Kiara se sintió pequeña. Recordó la novela, donde la villana respondía con sarcasmo y arrogancia. Pero la nueva Kiara era diferente. Se acercó al abuelo, con una sonrisa en el rostro.
—Es un placer conocerlo, señor Volkov. Alexander me ha hablado mucho de usted —dijo, con una voz dulce y sincera.
El abuelo pareció sorprendido por la amabilidad de Kiara. Se giró hacia Alexander, que la miraba con una expresión de orgullo.
—Parece que tus gustos han cambiado, muchacho. Y tu esposa... es una sorpresa —dijo, y le hizo un gesto a Kiara para que se sentara—. Siéntate, muchacha. Quiero conocerte.
Kiara se sentó, sintiéndose como si estuviera en un examen. Le contó al abuelo de su amor por la programación, de sus proyectos, y de cómo le gustaba su hogar. Alexander no la dejó sola. Durante toda la conversación, se sentó a su lado y, cuando el abuelo le hacía una pregunta, la miraba, como si quisiera protegerla, o darle ánimos.
Al final de la cena, el abuelo miró a Alexander.
—Tu esposa es… peculiar. Es diferente a lo que esperaba. Me gusta.
Alexander miró a Kiara, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Kiara se sintió triunfante. Había superado el primer obstáculo. El peligro seguía acechando, pero ahora tenía a Alexander de su lado, un hombre que, a pesar de ser mudo, le decía más con sus acciones que cualquier otra persona con palabras.
🥀¿La esposa del CEO mudo? 🥀
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matrimonio por contrato, villanos como personajes principales, nueva etapa de vida
Editado: 17.09.2025