El encuentro con el abuelo Volkov había sido un éxito, pero no fue una victoria completa. El viejo patriarca, intrigado por la Kiara, decidió que quería observarla más de cerca, para ver si en verdad no tenía intereses. La invitó a cenar con la familia, una vez a la semana, para ver si su cambio era real o solo una fachada. Esto significaba que Kiara y Alexander tendrían que lidiar con la otra villana de la novela: la prima de Alexander, Anastasia, una mujer obsesionada con él y determinada a sabotear el matrimonio.
Una semana después, se dirigieron a la mansión principal de la familia Volkov. En la entrada, Anastasia los esperaba, vestida con un elegante vestido rojo que parecía gritar "mírame". Al ver a Kiara, su sonrisa se torció en una mueca de desprecio.
—Kiara, querida. Pensé que el accidente te había dejado con amnesia, pero veo que sigues tan tonta como siempre —dijo con una voz que era puro veneno—. ¿Qué es eso que llevas puesto? Parece algo que una niña usaría.
Kiara sintió un escalofrío. En la novela, la villana respondía con una ofensa aún más cruel, lo que iniciaba una pelea. Pero Kiara no era la villana.
—Es un vestido que me gusta —dijo Kiara con una sonrisa sincera—. Es cómodo y me hace sentir feliz.
Alexander se colocó frente a Kiara, interponiéndose entre ella y Anastasia. Su mirada, fría como el hielo, era una advertencia. El rostro de Anastasia palideció, pero no se dio por vencida.
Durante la cena, Anastasia no dejó de hacer comentarios pasivo-agresivos, tratando de que Kiara se sintiera incómoda.
—¿Es cierto que ahora te gusta la robótica? —preguntó con una risa sarcástica—. ¿O es solo una nueva manera de llamar la atención de Alexander?
Kiara suspiró. Estaba cansada de los juegos. En lugar de responder, sacó de su bolso un pequeño robot del tamaño de un teléfono. Era "Volkovito", ya terminado y funcionando.
—Volkovito, saluda a la señora Anastasia —ordenó Kiara con una sonrisa.
El pequeño robot emitió un sonido robótico, "Bleep, bleep", y extendió una de sus pequeñas manos hacia Anastasia, como si le estuviera ofreciendo un apretón de manos.
Anastasia se quedó sin palabras. El abuelo Volkov, que había estado observando la escena con interés, se echó a reír.
—¡Es increíble! —exclamó con una sonrisa genuina—. ¿Tú lo hiciste, muchacha?
—Sí, señor —dijo Kiara, sintiéndose orgullosa—. Es un prototipo de un robot de servicio que quiero crear para ayudar a las personas mayores.
Alexander tomó la mano de Kiara por debajo de la mesa y la apretó. Una mirada de admiración y orgullo brilló en sus ojos grises. Anastasia, por su parte, se levantó de la mesa, humillada, y salió del comedor sin decir una palabra.
El resto de la noche, el abuelo Volkov y Kiara hablaron de tecnología, del futuro de la robótica y de los planes de Kiara. Al final, el abuelo, con una sonrisa, le dijo a Alexander:
—Tienes una esposa muy especial, muchacho. Es un amor que no se encuentra en cualquier lado.
Al regresar a casa, Kiara estaba exhausta. El drama familiar era mucho más agotador que la programación. Se sentó en la cama y se quitó los zapatos, sintiéndose aliviada. Alexander entró en la habitación. Se acercó a ella y se sentó en el borde de la cama, sacó su teléfono y le mostró la pantalla.
"Gracias. No sé qué habría hecho sin ti", decía el mensaje.
Kiara se sintió conmovida. Lo miró a los ojos, y por primera vez, las palabras no fueron necesarias. Con un movimiento, se arrojó a sus brazos y lo abrazó. Él, sorprendido al principio, la abrazó de vuelta.
En ese momento, se dieron cuenta de que su relación ya no era un contrato. Era algo real. Algo que había crecido en el silencio, en los gestos, en las miradas, y que había roto el guion de la novela para escribir su propia historia.
Al separarse Alexander la miró y, con una mano, apartó un mechón de cabello de su rostro. Con el pulgar, acarició su mejilla, una caricia que hizo que Kiara se estremeciera. Sus ojos grises, antes fríos y distantes, ahora eran cálidos y llenos de una emoción que Kiara no había visto antes.
Lentamente, se inclinó y la besó. No fue un beso apresurado, sino un beso tierno y dulce, lleno de la emoción que él no podía expresar con palabras. Kiara se dejó llevar por el momento, sus labios se encontraron con los de él, y el beso se hizo más profundo y apasionado. Las manos de Alexander se movieron a su cintura y la acercaron más a él. Kiara, por su parte, se aferró a su cuello. La noche, que había comenzado con una cena familiar, terminó con una confesión de amor en silencio.
🥀¿La Esposa del CEO mudo?🥀
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matrimonio por contrato, villanos como personajes principales, nueva etapa de vida
Editado: 17.09.2025