¿la esposa del Ceo mudo?

Capítulo 16: Un grito y silencio roto

​El tiempo en el hospital era un concepto elástico, sin principio ni fin. Las horas se arrastraban para Alexander, quien se negaba a dejar el lado de Kiara. Ella yacía en la cama, inmóvil, conectada a máquinas que hacían el trabajo que su cuerpo no podía. La doctora de cabecera de la familia, la Dra. Fischer, había notado el estado de Alexander y la desesperación en sus ojos. Con un gesto de empatía, se acercó.

—Alexander, lo que pasó no es normal —dijo la Dra. Fischer, con una voz suave—. Tu grito... fue una manifestación de tu alma rota. Tienes que hablar con alguien, y sé que no puedes, pero puedes escribir. Por favor, hablemos. Es por tu bien y por el de Kiara.

Alexander dudó. Nunca en su vida había buscado ayuda. Pero la idea de que su grito significara algo más lo intrigó. Asintió, su mirada fija en el rostro de Kiara. No se iría por mucho tiempo.

​En la oficina de la Dra. Fischer, el ambiente era tranquilo y acogedor, muy diferente de la fría atmósfera del hospital. La doctora, una mujer de voz suave y ojos amables, le ofreció un vaso de agua.

—Alexander, el doctor García me ha hablado de tu mutismo y de lo que pasó ayer. Dime, ¿qué sientes? Puedes usar tu teléfono o escribir.

​Alexander sacó su teléfono y tecleó: "Siento rabia. Me siento inútil. Debería haber estado allí."

​La Dra. Fischer asintió, con una expresión de comprensión.

​—Dime una cosa, Alexander. ¿Recuerdas el incendio? El que te arrebató a tu familia y a tu voz.

​La pregunta le dio un escalofrío. Alexander miró a la doctora, sus ojos grises como el hielo. Sacó su teléfono y escribió: "Recuerdo el fuego. El humo. Los gritos. Y mi propia voz, ahogada. Nunca pude gritar."

​—Exacto —dijo la Dra. Fischer con suavidad—. El trauma te hizo creer que gritar era inútil, que no servía de nada, y que solo traería más dolor. Así que tu mente lo reprimió. Tu subconsciente te protegió de ese dolor, haciéndote perder la voz.

​Alexander la miró, la revelación se extendía por su mente como una onda. Por primera vez en años, entendió el origen de su silencio.

​—Pero... ¿por qué grité ayer? ¿Por qué mi voz regresó?— pregunto con voz ronca pero firme. Causa de años sin usar sus cuerdas vocales.

​La Dra. Fischer sonrió tristemente.

​—Porque el trauma que viviste ayer fue aún peor. Ver a la persona que amas más que a tu propia vida en el suelo, herida y sin vida... Te hizo sentir la misma impotencia que sentiste en ese incendio. Pero esta vez, el amor que sentías por ella era tan fuerte que tu mente se rompió. Tu voz no regresó; se rompió de la misma forma que tú. Fue un grito del alma, la manifestación de tu amor, un dolor que no se podía reprimir más. Y en ese momento, pudiste gritar.

— Puedes ir a terapia y hacer que tus cuerdas vocales se re compongan después de años sin uso, pero si habladas. No las fuertes demaciado, son muy sensible. Pero esa es tu decisión. —

Alexander se quedó sin palabras. El grito que le había asustado era, en realidad, una declaración de amor. Una manifestación de su alma rota por la desesperación.

Se levantó, con el corazón en un puño, se despidió de la doctora y volvió al hospital. Al ver a Kiara, su rostro inmóvil y la máquina que la mantenía con vida, el dolor se apoderó de él. Pero esta vez, no era un dolor que lo paralizaba, sino un dolor que lo hacía más fuerte.

​Se sentó a su lado, tomó su mano y la besó. La besó con la promesa de que se vengaría de quien le hubiera hecho esto, de que la amaría hasta el final de sus días, y de que su grito, el grito que había roto el silencio, sería el inicio de una nueva historia.

🥀¿La esposa del CEO mudo?🥀




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