¿la esposa del Ceo mudo?

Capítulo 18: Un nuevo despertar

​El silencio en el hospital era el único sonido que Alexander toleraba. Días de espera se habían convertido en semanas. Su vida, una vez controlada y meticulosamente planificada, ahora giraba en torno a la habitación de Kiara. La veía cada día, inmóvil en la cama, y se sentía como si estuviera atrapado en una pesadilla. Sin embargo, su plan de justicia había funcionado. Anastasia y Eleonora habían desaparecido de sus vidas, desterradas de la familia Volkov. Era una victoria, pero el costo había sido demasiado alto.

Una mañana, mientras estaba sentado al lado de su cama, leyendo un libro que había leído cien veces, sintió un movimiento. La mano de Kiara se movió. Alexander se detuvo, su corazón latiendo con fuerza. Alzó la vista, y sus ojos se encontraron con los de ella.

Los ojos de Kiara estaban abiertos. Eran los mismos ojos de color verde azulado que le habían robado el corazón, pero ahora estaban llenos de una confusión profunda. Alexander se puso de pie, su mente en blanco, su corazón latiendo a mil por hora.

​—¿Alexander...? —susurró Kiara, su voz débil y ronca.

​Alexander no respondió. Se quedó ahí, inmóvil. Se acercó a ella, tomó su mano y la besó. Las lágrimas corrían por sus mejillas. El alivio era tan grande que sentía que su cuerpo se disolvería.

​Kiara, con una expresión de asombro, se sentó.

​—¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Por qué mi cabeza...? —preguntó, y se llevó una mano a la cabeza, sintiendo el dolor del golpe.

​Alexander, incapaz de responder con palabras, le mostró un mensaje en su teléfono. La pantalla decía: "Estás en el hospital. Te caíste por las escaleras. Estuviste en coma por un mes. Pero estás bien ahora."

​Kiara miró el teléfono. Luego, miró a Alexander. Las lágrimas corrían por sus mejillas. No eran lágrimas de tristeza, sino de gratitud. El hombre que la miraba no era el CEO frío y distante de la novela, sino el hombre que había llorado por ella, el que había vengado su honor, el que había estado a su lado en los momentos más difíciles.

En ese momento, Kiara se dio cuenta de que su amor por él no era solo un amor que había roto el guion, sino un amor que había sobrevivido a un ataque, a un coma, a un dolor que parecía imposible de soportar. El amor, como la vida, no era un cuento de hadas. Era algo que se construía con el tiempo, con el coraje y con la confianza.

​—Alexander —dijo Kiara, su voz aún débil, pero llena de una emoción que él entendió—. Te amo.

Alexander se inclinó y la besó. No fue un beso de pasión, sino un beso de promesa. Una promesa de que su amor, a pesar de los obstáculos, era más fuerte que cualquier otra cosa. Y en ese momento, Kiara supo que el final feliz no era un cuento de hadas, sino una realidad que ella misma había construido.

🥀¿La esposa del CEO mudo? 🥀




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