¿la esposa del Ceo mudo?

Capítulo 19:Una despedida agridulce

La recuperación de Kiara fue lenta pero constante. Cada día, su cuerpo se hacía más fuerte, y su mente, más clara. Se sentía agradecida por la vida que se le había dado, por el amor de Alexander y por sus padres, que la visitaban todos los días. La visita de Luz, sin embargo, fue inesperada.

Una tarde, mientras Alexander había ido a buscarle algo de comer, Luz entró en la habitación del hospital. Su rostro, por primera vez, no estaba lleno de envidia, sino de un arrepentimiento profundo. Sus ojos, llenos de lágrimas, se encontraron con los de Kiara.

—Kiara... —susurró Luz, su voz temblorosa—. Lo siento. Lo siento mucho.

Kiara la miró, su corazón se ablandó. Por primera vez, no veía a la villana, sino a su hermana. Una hermana que había estado atrapada en una vida de celos y amargura.

—Luz, no digas eso. No es tu culpa.

—Sí lo es. Yo... le dije a Anastasia que odiaba tu vida, que eras una niña tonta... Ella me preguntó si podía ayudarme. Le di toda la información. No sabía lo que iba a pasar, pero... —dijo Luz, y rompió a llorar— Cuando te vi tan diferente, tan amable y dulce, me sentí tan envidiosa. La Kiara que conocía era arrogante y presumida. Pensé que estabas fingiendo para quedarte con Alexander y todo lo que él tiene. Mi envidia me consumió.

Kiara se sintió conmovida hasta las lágrimas. Nunca había visto a su hermana tan vulnerable.

—Luz, no te preocupes. Te perdono —dijo Kiara, su voz llena de una compasión que la sorprendió a sí misma.

Luz se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Un abrazo que era una mezcla de arrepentimiento, de dolor y de una despedida que Kiara no entendió hasta después.

—Gracias, Kiara. De verdad. Te deseo toda la felicidad del mundo —dijo Luz, y salió de la habitación sin decir una palabra más.

Kiara se quedó sola. El encuentro con su hermana la había dejado con una sensación agridulce. Se sintió mal por ella, pero al mismo tiempo, sintió que había sanado una herida que tenía desde hace mucho tiempo.

Esa noche, cuando Alexander regresó, Kiara le contó lo que había pasado. Él la abrazó, sin decir una palabra. Sabía que su esposa era más fuerte de lo que creía. Y que su bondad era la razón por la que él la amaba tanto.