¿la esposa del Ceo mudo?

Capítulo 20: El último viaje

Una semana después de la visita de Luz, Kiara ya se sentía lo suficientemente bien como para volver a casa. La mansión Volkov se sentía ahora como un verdadero hogar, un refugio seguro del mundo exterior. Sin embargo, la paz no duró mucho. Una tarde, mientras trabajaba en el taller con Alexander, recibió una llamada de su madre. La voz de su madre estaba rota, llena de dolor.

—Kiara... hija... —murmuró su madre, con la voz entrecortada—. Tu hermana... Luz...

El corazón de Kiara se detuvo. Sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo.

—¿Qué pasó, mamá? ¿Qué le pasó a Luz? —preguntó Kiara, con la voz temblorosa.

—Tu hermana... ella estaba en un autobús... hubo un accidente. No sobrevivió.

Kiara se sintió como si le hubieran golpeado el estómago. El mundo a su alrededor se detuvo. Las palabras de Luz, su arrepentimiento, su despedida, todo cobró un nuevo significado. Su hermana se había ido.

Alexander, al ver su rostro pálido y sus ojos llenos de lágrimas, se acercó a ella. Kiara, sin decir una palabra, se arrojó a sus brazos. Las lágrimas corrían por sus mejillas. El dolor era insoportable. Había perdonado a su hermana, pero el pasado, el pasado que habían compartido, ya no podía ser borrado.

Esa noche, Alexander la sostuvo en sus brazos mientras ella lloraba en silencio. Él, con el corazón roto por el dolor de su esposa, se dio cuenta de que el pasado no era algo que se pudiera cambiar. Pero el futuro... el futuro era suyo.

Kiara se durmió esa noche, soñando con su hermana. Soñó con ella cuando eran niñas, con sus peleas, con sus risas. Se despertó a la mañana siguiente con una nueva resolución. La vida era demasiado corta para vivir con remordimientos. Tenía que honrar el recuerdo de su hermana y vivir una vida que valiera la pena. Una vida llena de amor, de bondad y de perdón.

En la mansión Volkov, el dolor de Kiara se sintió en cada rincón. Pero en el silencio, el amor de Alexander por ella crecía, fuerte y seguro, como un roble en medio de una tormenta. Y por primera vez en su vida, Kiara se dio cuenta de que el perdón y el amor eran las únicas cosas que podían curar un corazón roto.